Capítulo 38: La decisión de Jeonghan

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—Puedes detenerme si quieres —susurró Seungcheol —. O puedes matarme después. Pero hoy no me voy sin saber lo que sientes por mí.

Acto seguido, lo besó. Fue un beso corto. Labios unidos y un suave y fugaz roce de lenguas, más fue suficiente para que las mariposas estallaran en el estómago de Jeonghan, y sus mejillas, orejas y cuello se cubrieran de carmín. Una imagen borrosa se dibujó en su cabeza, como si fuera un dejavú. Él, con la espalda apoyada contra una puerta en la casa de Mingyu, un cuarto oscuro, y la voz de Seungcheol suplicando que se detuviera. Por un segundo pensó que estaba soñando de nuevo, y que el rostro que tenía en frente se transformaría en una horrenda criatura, igual que las últimas semanas. Pero al abrir los ojos, descubrió que Seungcheol seguía allí, observándolo, con la respiración agitada, y su cara roja como tomate, que se veía incluso con la luz de la luna. Ninguno de los dos se atrevía a hablar.

—No... ¿No vas a matarme? —tartamudeó Seungcheol, luego de un eterno minuto en el que sólo se oyó el sonido de los estudiantes que regresaban después de un largo día en Hogsmeade.

Las palabras de Choi sacaron a Jeonghan de su estupor por lo que acababa de suceder.

—¿Qué...? —farfulló.

Estaba tan sorprendido, que ni siquiera era capaz de procesar lo que oía.

—Es que... bueno... acabo de besarte sin pedir tu permiso y...

—... sí... —masculló Jeonghan.

—¡¿Sí vas a matarme?! —exclamó Seungcheol, dando un paso hacia atrás.

—¡¿Qué?! ¡No! —dijo Jeonghan tan fuerte que Seungcheol se sobresaltó —No... —bajó el tono de su voz —... no estoy enfadado.

—¡Ah! —dijo Seungcheol, aliviado —Pensé que ibas a convertirme en renacuajo o algo así...

Jeonghan negó con la cabeza, evitando la mirada del otro chico.

—Entonces... ¿Sí sientes algo por mí? —Seungcheol se aventuró a preguntar después de unos segundos de silencio.

—Mmm...

El corazón de Jeonghan latía a toda velocidad, como si se hubiera tragado una snitch. También sentía el calor que emanaba de su rostro y sus orejas. Las manos le sudaban y un pequeño e imperceptible temblor recorría su cuerpo. En otras circunstancias, JeongJeong habría salido disparada para atacar al peligroso ser que atormentaba al chico. Pero su instinto animal le indicaba que Seungcheol era inofensivo, y que tanto alboroto sólo era consecuencia de reacciones hormonales descontroladas por atracción sexual entre su nervioso amo y el otro humano. Así que decidió quedarse en su guarida, cerca de la panza de Jeonghan, dejando a este por su cuenta. Jeonghan tragó ruidosamente. La mirada decidida de Seungcheol le decía que no se iría hasta saber la respuesta a su pregunta. Así que inhaló profundo y apretó los puños para infundirse valor.

—Yo...

Hubiera pagado lo que fuera por tener su licencia de Aparición y desaparecer de aquella vergonzosa situación (claro, si los hechizos protectores de Hogwarts lo permitieran). Para su buena suerte, en ese instante, el Gran Reloj les recordó que era hora de regresar a sus habitaciones, y Jeonghan aprovechó la oportunidad de escapar.

—¡Debo irme! —soltó de pronto, y se marchó antes de que Seungcheol pudiera detenerlo.

Prácticamente corrió hasta las mazmorras, aterrado de que Seungcheol lo siguiera para obtener su respuesta. De solo pensarlo se le revolvió el estómago, así que murmuró la contraseña y entró rápidamente a la sala común de Slytherin. Aún tenía el rostro y las orejas coloradas, y la respiración y el corazón agitados, y sintió un enorme alivio cuando la puerta secreta en las mazmorras se cerró tras él. Pero la suerte no dura para siempre, incluso si eres Yoon Jeonghan. La voz de su hermano se lo recordó.

CHARMED [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora