Capítulo 7: Ungüento medicinal y pastel de fresas

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Iban entrando a Honeydukes cuando Jeonghan lo vio del otro lado de la calzada. Tenía el rostro contraído de ira, estaba furioso, eso era seguro. Suspiró y cruzó hasta él.

- ¿Qué haces con esos? - preguntó el muchacho, moviendo la barbilla en dirección al grupo que acababa de entrar en la tienda.

- Solo vinimos por una cerveza de mantequilla... - dijo Jeonghan.

- Son de Gryffindor... - replicó el chico.

- ¿Y eso qué? - respondió Jeonghan.

- Uno de ellos es sangre sucia...

- ¡No lo llames de ese modo! - rugió Jeonghan.

- ¡Es la verdad! - estalló su hermano - ¡No debes relacionarte con esa clase de escorias!

- ¡No tienes derecho a decidir con quién puedo relacionarme! - dijo Jeonghan, furioso.

El chico lo miró con los ojos muy abiertos, como si acabara de recibir una bofetada.

- ¡Hannie, solo me preocupo por tí! - dijo cogiendo al rubio por los hombros, pero lo soltó de inmediato al ver la mueca de dolor en su rostro.

- ¿Te duele? ¿Estás herido? - preguntó, preocupado.

- No - respondió Jeonghan - Estoy bien.

- No sabes mentir - dijo el chico, acariciando su mejilla - vamos... te daré algo para el dolor.

Acto seguido, lo cogió de la mano y lo arrastró calle abajo. No volvieron a hablar hasta que estuvieron de regreso en la Casa de Slytherin, en la habitación del mayor. Como era su costumbre, el cuarto de Tin estaba pulcramente ordenado. Sobre su cama, dormía una serpiente cobra escupidora roja egipcia (La mascota de Tin), cuya cabeza se irgió en señal de alerta apenas oyó que alguien entraba, pero volvió a enroscarse al ver de quienes se trataba, y siguió durmiendo.

- Quítate la ropa - ordenó Tin.

- No es necesario - respondió Jeonghan - Estoy bien...

- Hazlo o te la quitaré yo mismo - dijo Tin, con el ceño fruncido.

Jeonghan suspiró y quitó su abrigo. (JeongJeong, que había permanecido enroscada en alguna parte de su torso, se deslizó por sus piernas hasta la cama en donde estaba sentado el rubio). Luego se quitó el suéter y un gran hematoma en tono violáceo y amarillo se vislumbró en su hombro izquierdo.

- ¿Cómo sucedió? - preguntó el castaño, preocupado.

Comenzó a examinarlo, y una nueva mueca de dolor apareció en el rostro de Jeonghan.

- ... caí de la escoba mientras entrenaba... - mintió.

- ... ¿Por qué no fuiste a la enfermería?

- Ah... No creí que fuera grave... - murmuró Jeonghan.

- Hannie - dijo Tin, seriamente - ya te dije que no me mientas. Y si vas a hacerlo, al menos inventa una buena excusa. Ambos sabemos que jamás vas a entrenamiento. Espera aquí - agregó.

El chico buscó entre las cosas de su ropero, sacó varios frascos con polvo y hojas secas, puso un poco de cada uno en un mortero y mezcló todo con lo que parecía aceite. Luego lo esparció suavemente por el hombro de Jeonghan, y lo envolvió con una gasa de crin de unicornio. Olía a flores. El alivio fue inmediato.

- ¿Mejor? - preguntó Tin

- Sí... - murmuró Jeonghan.

Su hermano mayor era uno de los mejores estudiantes de la escuela, y era un experto preparando pociones, especialmente aquellas que se utilizaban en medicina, algo a lo que deseaba dedicarse en el futuro.

CHARMED [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora