Capítulo 5: Estúpido Seungcheol

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- Acromántulas - murmuró Seungcheol - Hay dos un poco más allá. Creo que no nos vieron.

Con solo oír de qué se trataba, Jeonghan comenzó a temblar, y tuvo que apoyarse contra el árbol para controlarse.

- ¿Estás bien? - preguntó Seungcheol, al darse cuenta.

- Sí - mintió Jeonghan, cerrando los ojos fuertemente.

- ¿Seguro? Estás temblando...

- ¡Dije que estoy bi...!- replicó el chico, intentando no subir la voz, pero fue acallado por la mano de Seungcheol.

- ¡Silencio! - Susurró.

Justo en el minuto en que Jeonghan hablaba, Seungcheol vio por el rabillo del ojo cómo una de las arañas se giraba en dirección a ellos. Cubrió la boca de Jeonghan con su mano y apegó su cuerpo a él lo suficiente para que el árbol cubriera la silueta de ambos.

- No te muevas - murmuró en el oído de Jeonghan. 

Una rama crugió bajo las patas de la acromántula, y luego oyeron el desagradable sonido de sus mandíbulas. Jeonghan se estremeció y su respiración se tornó agitada bajo la mano de Seungcheol. Al notarlo, el pelinegro quitó la mano de su boca, rodeó sus hombros con ambos brazos y lo atrajo levemente hacia sí. Se quedaron de esa forma hasta que Jeonghan dejó de temblar.

- Creo que... creo que se marcharon... - oyó la voz de Jeonghan desde algún lugar cerca de su cuello - Ya no escucho sus pisadas.

Seungcheol se separó de él, sin dejar de abrazarlo, y observó cuidadosamente. En efecto, las acromántulas habían desaparecido.

- Creo que sí... - murmuró.

Sus ojos se encontraron, y por primera vez desde que se conocían, Seungcheol reparó en lo suave y delicadas que eran las facciones de Jeonghan. Jamás habían estado tan cerca, y acababa de hacerse consciente de lo guapo que era ese chico, tanto o más que cualquier chica. Ojos almendrados, labios finos y rosados, y su cabello rubio, que caía desordenadamente sobre sus mejillas, desprendía un agradable aroma a vainilla. También descubrió que su cuerpo era mucho más pequeño y frágil de lo que parecía, y por un breve instante, deseó protegerlo, y quizás... solo quizás... besarlo. Jeonghan no fue indiferente a ello, y durante un segundo no supo si su taquicardia era producto el miedo a las acromántulas, o porque era fijamente observado por Seungcheol. Probablemente JeongJeong percibió el nerviosismo de su amo, pues su cabeza asomó a través de la manga del chico, muy cerca del muslo de Seungcheol, y lo hubiera mordido de no ser porque Jeonghan atrapó el hocico del animal con su mano justo en el instante en que se disponía a atacar, lo que hizo que la serpiente regresara de inmediato a su escondite. Pero Seungcheol estaba tan embobado, que no supo lo que sucedía, hasta que Jeonghan habló.

- Ya puedes soltarme - murmuró.

- ¡Ah! Ah, sí... - dijo Seungcheol, alejándose - Lo siento... ¿Crees que se hayan ido? - preguntó, algo cohibido.

- Sí... es lo más probable ... - respondió Jeonghan.

- Bien... entonces... deberíamos continuar...

Jeonghan asintió. Ambos giraron para reiniciar la marcha, pero no alcanzaron a dar tres pasos cuando una gota de algo espeso cayó justo delante, y al mirar hacia arriba, se encontraron con la araña sobre ellos. El animal abrió su enorme hocico, agitó sus colmillos, se encogió y saltó hacia donde estaban los chicos. De pronto, Jeonghan se vio arrastrado hacia un lado por los brazos de Seungcheol, y ambos cayeron al suelo justo sobre una roca, que golpeó fuertemente el costado derecho del pelinegro y el hombro izquierdo de Jeonghan. Pero no había tiempo para lamentarse, el arácnido atacaba de nuevo, y no estaba solo. Unos metros más allá, una segunda acromántula los observaba también. Los chicos se incorporaron al instante, y comenzaron a correr, más no sería fácil huir, pues las arañas eran muy rápidas y pronto les dieron alcance. Una de ellas los adelantó y les cortó el camino. Giraron para regresar, y descubrieron a la segunda araña tras ellos. Ambas arañas atacaron al mismo tiempo. Sin pensarlo dos veces, Seungcheol cogió una gruesa rama en el suelo y golpeó con ella al monstruo tan fuerte que la hizo estrellarse contra un árbol próximo (No por nada era considerado el mejor golpeador de Quidditch de la escuela), aunque eso acrecentó su dolor. Acto seguido, tomó la mano de Jeonghan y echaron a correr nuevamente. Sin embargo, el dolor era tan intenso, que incluso le costaba respirar (Una costilla rota quizás) y pronto le fue imposible continuar avanzando. Cayó de rodillas al suelo con la mano en el costado. Jeonghan se detuvo unos metros más allá, y al voltear, descubrió a la enorme araña encima de ellos.

CHARMED [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora