42

2K 326 23
                                    

Lo escuchó quejarse en dormido, llamándola, y rápidamente se acercó a su lado, sentándose junto a él en la cama. Apoyó una de sus manos en la mejilla de Dante, y la acarició suavemente.

—Dante, despierta.

Intentó abrir los ojos, pero se sentía demasiado cansado, débil, para poder hacerlo.

—Vamos, Dante, debes abrir los ojos, y luego sentarte. Te tomaste demasiadas pastillas en muy poco tiempo.

—¿M-Mía?

—Sí, vine hasta tu casa, y me preocupé al encontrar la puerta abierta. Tú sabes muy bien que es una por día como máximo. Podrías haber pasado de largo y morir de una sobredosis.

Se subió sobre las piernas de él, y lo tomó con cuidado por encima de las muñecas, jalando hacia atrás para sentarlo.

—D-Debes despabilarte —le dijo haciendo fuerza para sentarlo.

Cuando lo logró, se apresuró a acercarse a él, y colocar algunas almohadas por detrás de su espalda, para que no volviera a acostarse.

—Debes intentar abrir los ojos —le dijo sentándose a su lado.

—T-Tengo mucho sueño —balbuceó.

—Lo imagino, pero no puedes seguir durmiendo, vamos, despierta —le dijo palmeandole suavemente la mejilla—. Abre los ojos.

Los abrió suavemente, y con la vista cansada, intentó visualizarla.

—Eso es, muy bien —sonrió levemente—. Quiero que intentes mantenerte con los ojos abiertos, y cuando te sientas un poco mejor, irás a darte una ducha de agua tibia, lo más fría que aguantes, para que te despiertes. Por lo pronto, bebe un poco de agua, tienes que eliminar esa mierda de tu organismo —le dijo acercándole un vaso.

Con cuidado le dio beber, y Dante tomó unos cuantos sorbos, antes de cerrar los ojos.

—No, no, ya dormiste mucho estos cuatro días, abre los ojos.

—Me siento muy cansado.

—Lo sé, y es producto del fármaco.

Se bajó de la cama, y se fue al baño, regresando unos segundos después con una toalla de mano mojada. Se sentó a su lado una vez más, y se la pasó por el rostro, estremeciéndolo.

—Eso es, abre los ojos —sonrió al ver la expresión de él de confusión—. Nada de seguir durmiendo.

***

Se sentía mareado, le dolía la cabeza, los párpados los sentía pesado, pero al menos aún seguía despierto, en la ducha. El agua ya no estaba tan fría, pero tampoco tenía una temperatura elevada, como él quisiera.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Mía del otro lado de la puerta.

—Agotado.

—¿Puedo pasar?

—Sí.

La jovencita abrió la puerta, y tomó una toalla, abriendo la mampara de la ducha. Dante sólo estaba con los boxer puestos, como ella lo había dejado media horas atrás.

—Creo que suficiente agua, tus dedos ya están arrugados —sonrió cerrando el grifo.

Le colocó la toalla por encima de los hombros, y luego tomó otra más pequeña para apoyarla sobre su cabeza y secar suavemente su cabello.

—Te preparé un batido de banana, fue la única fruta que encontré más o menos bien para hacerlo. Pensé primero en un té, o café, pero creo que algo caliente te relajará, y eso es algo que debemos evitar. También he hice un sándwich de tomate y jamón.

Le secó el cuello, los hombros, bajando por sus brazos y luego su torso, dejando la toalla sobre los muslos de él.

—Te traje ropa limpia, al menos ponte un boxer seco y la camiseta, si el pantalón se te dificultad para hacerlo. Cuando termines, me avisas y vendré a ayudarte para que vuelvas a tu habitación ¿Sí?

—Gracias, Mía, por haber venido y ayudarme —pronunció bajo.

—Yo también agradezco haber venido, no sé que hubiese pasado contigo de lo contrario.

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora