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—¿Por qué haces esto? Incluso si no tienes efectivo para pagarme, de todos modos puedo-

—Ya te dije que no quiero nada a cambio, Mía. Y si lo hago, es simplemente porque eres una persona como yo... Qué necesita ayuda.

—Nunca me ha gustado que me tengan lástima —pronunció frunciendo el ceño.

—No es lástima, no lo hago porque sienta lástima de ti, lo hago porque necesitas ayuda.

—¿Por qué? Intento entenderlo y no puedo.

—¿Te parece si seguimos hablando en la mañana? Creo que ha sido una noche larga para ambos.

Le había preparado el sofá de la sala para que ella se acostara, y sería muy hipócrita de su parte decirle que no, que desconfiaba de él, luego de trabajar con tipos desconocidos todas las noches, desde hacía dos años ya.

—De acuerdo, podemos hablarlo en la mañana, pero de todos modos, quiero que me respondas algo ahora.

—¿Qué cosa?

—¿Qué estabas haciendo en la madrugada por aquella zona? ¿Qué buscabas?

Dante la miró a los ojos, y luego negó con la cabeza.

—Una solución.

—¿A qué?

—A... A algo importante en mi vida.

—¿Y la encontraste en ese lugar? —le inquirió frunciendo el ceño.

Dante miró a Mía a los ojos, y asintió lentamente con la cabeza.

—Sí, creo que sí. Creo que ahora tengo un motivo para quedarme un poco más de tiempo aquí.

—¿A qué te refieres con eso?

—Descansa, Mía, en la mañana podemos seguir hablando —le dijo dirigiéndose a la salida del living.

—Espera, no eres un psicópata que me matará en dormida ¿verdad?

—Creo que si mis intenciones fueran esas, te hubiese matado hace rato ya. Oportunidades no me faltaron ¿No?

—Mm, quizás planeas hacerlo mientras duermo —sonrió.

—Intenta descansar —le dijo saliendo, dejándola sola.

Sí, tal vez podía intentarlo, sólo un poco.

***

Observó la alacena, y luego a él que estaba preparando masa para unos hotcakes. Los vasos estaban acomodados de menor a mayor, los platos del mismo modo, y guardaba unos cuencos de colores, apilados en sentido descendente en su escala de color.

Las tazas eran todas iguales, pero ocupaban dos hileras de seis cada una, con las manijas mirando todas en el mismo sentido, perfectamente acomodadas. Tomó dos, y las colocó sobre la mesada, abriendo luego un cajón donde estaban guardados los cubiertos, los cuales estaban separados y acomodados por tamaño.

De acuerdo, aquello ya la comenzaba a preocuparla.

—Am ¿Hay algo que quieras contarme de ti?

—¿Cómo qué? —le preguntó colocando un cortante de pastas sobre una sartén, para que los hotcakes tengan la forma de un círculo perfecto.

Dante tomó un cucharón, y midió un poco de masa, antes de colocarla dentro del cortante con cuidado, para que no se derramara.

—Am, no lo sé, creo que me pareció que contaste las veces que mezclaste la preparación.

—Sí, siempre lo hago.

—¿Quién cuenta las veces que mezcla algo?

—Yo.

Mía rodó los ojos y luego se sentó en una silla, colocando las tazas y dos platos sobre la mesa.

—¿Cuántos quieres que te prepare?

—Tres.

—Te haré cuatro, por las dudas.

—Haz cinco si quieres entonces.

—No, cuatro está bien.

Lo miró y frunció el ceño. Había contado doce tazas, doce vasos, platos, tenedores, cucharas, cuchillos... Todo lo que había visto, era un número par.

—No me jodas ¿Sufres de TOC? —le preguntó desconcertada.

...

Gracias por su apoyo y lindos comentarios ♥️♥️✨ son la mejor compañía para mí.

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora