—Dos días después—
Si bien a Mía le habían dado el alta un día luego de la interrupción, por temor a algún tipo de complicación, Dante había pedido que la tuvieran un día más en observación, pagando él la internación, haciéndose cargo de todos los gastos.
—En serio puedo caminar sola, no te preocupes —sonrió la jovencita, bajando ambos del ascensor, y que Dante la llevara tomada de la cintura, abrazándola.
—Lo sé, pero me da miedo que puedas tropezar o algo así.
—Que exagerado eres, guapo —sonrió.
Llegaron hasta la puerta del departamento, y el rubio la abrió, ayudándole a echarse alcohol en spray en la suela de sus zapatillas.
—Como había extrañado estar en casa, volver aquí —sonrió sinceramente aliviada Mía, entrando, dirigiéndose al sillón.
—¿Cómo te sientes de humor? ¿Tienes hambre?
—Mm, no realmente, pero siempre estoy dispuesta a comer cualquier cosa que prepares. Amo tu comida, y extrañé su sabor —sonrió.
—De acuerdo, acuéstate, y cuando la cena esté lista, te llamo.
—Bien —le dijo sentándose en el sillón.
—No, ve a mi cama, quiero que estés cómoda. Quítate la ropa, ponte una de mis batas, y déjala en el cesto. Luego la pondré a lavar.
—Bien, no creas que voy a negarme a dormir en tu cama, eh —sonrió traviesa, antes de dirigirse a la habitación de él.
Lo cierto, es que se sentía algo cansada, dormiría esa hora que seguramente Dante se tardaría en preparar la cena.
***
Colocó cuidadosamente los platos sobre la mesa, luego de esparcir unos veinte pétalos de rosas sobre el mantel. Colocó los cubiertos, las copas, luego los observó, cerciorándose que todo estuviera en su lugar, bien ubicado.
Sirvió la cena en cada plato, y luego fue a despertar a Mía a su habitación. La jovencita se había quedado dormida unos quince minutos después de acostarse.
—Mía, ya está todo listo —le dijo en un tono suave, acariciándole el rostro.
—De acuerdo, en un momento me levanto —bostezó.
—¿Te sientes muy cansada?
—Mm, un poco —sonrió abriendo los ojos, siendo ayudada por Dante para sentarse en la cama.
—Sobre la cama está tu ropa, o si quieres puedes comer así.
Miró hacia abajo la bata, y luego asintió con la cabeza.
—No, prefiero ir así.
—De acuerdo —sonrió Dante, acercándole las pantuflas.
Mía se bajó de la cama, y se las colocó, caminando luego ambos hasta el living. Observó la luz apagada, siendo iluminado el ambiente con algunas velitas, y levantó la cabeza, para mirarlo y sonreír.
—¿Tendremos una cena romántica?
—Algo así —sonrió suavemente.
—Siempre quise una cena romántica con un hombre apuesto. Creo que puedo tachar ese deseo de mi lista ahora —sonrió.
La acompañó hasta la mesa, y le acercó la silla, luego de que ella se sentara, destapando su plato, que aún conservaba la comida caliente.
—Te juro que no tenía hambre, pero al ver esto, se me abrió el apetito ¡Se ve tan rico! —chilló tomando el cuchillo y el tenedor.
Dante sonrió y tomó la botella de espumante, sin alcohol porque Mía no podía beber en ese momento, sirviendo las copas para ambos, antes de sentarse.
—Todo está delicioso, Dante, te luciste esta noche —le dijo cortando un nuevo trozo de carne.
—¿Recuerdas que te dije que teníamos que hablar de algo? Luego de la cena lo haremos.
—Sí, me dijiste que era una sorpresa. ¿Cómo quieres ahora que coma tranquila? —pronunció entusiasmada.
—Porque tenemos otros asuntos por tratar antes, como tus estudios.
—Sí, el próximo año me inscribiré para terminar mis estudios, te lo prometí —le dijo antes de beber un poco de su copa—. No mentí cuando dije que quería hacer las cosas bien esta vez.
—Me alegra mucho escuchar eso. Lo segundo a tratar, es muy importante para mí también.
—¿Qué es?
—La confianza, Mía, yo necesito que tú confíes en mí, que no temas en contarme nada, porque lo único que quiero, es ayudarte. Y espero que ahora lo entiendas.
—Lo hago, y te prometo que esta vez, no voy a ocultarte más nada —le dijo mirando hacia abajo.
—¿Segura lo harás?
—Sí, lo prometo.
...
¿Cuál será la sorpresa? 👀❤️
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Hasta que seas mayor
Novela Juvenil¿Puedo un alma rota sanar a otra? Tal vez sí, pero para el amor... Hay que esperar.