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—Daddy, ven.

Apretó sus ojos suavemente, escuchando la voz de ella.

—Dante, vamos, ven, abre los ojos, amor.

—Mía —murmuró.

—¡Daddy!

Abrió los ojos al escucharla gritar, asustado, y se encontró en su habitación, acostado en la cama. Miró el techo, y luego se cubrió los ojos con una mano, sintiendo un dolor terrible de cabeza.

Se sentó, y tomó el frasco de píldoras que estaba sobre la mesa. Se llevó una a la boca, y luego volvió a acostarse. Necesitaba seguir durmiendo, nada más.

***

—¿Qué pasa, cariño? Apenas has tocado tu almuerzo.

—Yo... No me siento muy bien —le dijo dejando el tenedor al costado de su plato.

—¿Por qué? ¿Qué tienes? —le inquirió preocupada Nora.

—Hace cuatro días que me fui de su casa, y yo no sé cómo se encuentra él, si está bien.

—Mía, olvídate de ese hombre. Entiendo que le estés agradecida por todo lo que hizo por ti, pero siento que no es bueno que lo sigas viendo, o quieras tener contacto con él —le dijo serio Fred.

—Sí, lo sé, pero me gustaría saber al menos si se encuentra bien. Dante sufre de ansiedad, depresión... Y otras cosas —murmuró.

—¿Otras cosas? —inquirió Nora frunciendo el ceño.

—Sí, que no vienen al caso. Después del almuerzo iré a visitarlo, sólo para ver cómo se encuentra.

—Mía-

—Sólo quiero saber si está bien, nada más, Nora —le dijo con cierto fastidio.

No le gustaba que se metieran en su vida. Entendía que se preocuparan por ella, pero hasta ahí no más aceptaba que se involucraran en la toma de sus decisiones.

***

—Mía.

—Oh, Daddy, al fin despiertas —sonrió, saliendo del balcón.

—¿Qué hacías?

—Nada, sólo observaba la ciudad.

Él miró hacia atrás, y vio el cielo oscuro, de noche, pero sin ninguna estrella, o la luna.

—Ven, está haciendo mucho frío, y no quiero que te enfermes.

Mía se acercó a Dante, y él la abrazó, haciéndola sonreír.

—Me gusta que me abraces, eres calentito.

—Otra vez tuve ese sueño —le dijo mirándola a los ojos.

—¿Cuál?

—En él que te ibas —pronunció sintiendo un nudo en la garganta.

—Pero yo nunca haré eso, amor, siempre voy a estar contigo —sonrió abrazándolo.

La tomó del rostro con ambas manos, y la observó a los ojos.

—Eres muy linda, y yo te amo mucho.

—Yo también te amo, amor.

—Te amo —le dijo antes de bajar a sus labios, y rozarlos suavemente.

***

Miró la puerta insegura, y la golpeó suavemente. Se suponía que él debía estar en la casa, no salía de tarde, siempre hacía todas sus compras por la mañana, tampoco tenía cita con el psicólogo, o el psiquiatra.

La golpeó una vez más, sin recibir respuesta, y por inercia apoyó la mano en el picaporte, comprobando que la puerta se abría.

Aquello le pareció extraño, él no la solía dejar abierta. Entró, y observó que las luces estaban encendidas, pero Dante no estaba allí, y tampoco se escuchaba ruido alguno.

—Dante, soy Mía, la puerta estaba abierta —pronunció cerrándola.

Dio un par de pasos, acercándose a la cocina, y observó el desastre que había en el suelo. Todos sus platos, vasos, su vajilla entera hecha añicos. El miedo la invadió en ese momento, creyendo que quizás le habían entrando a robar, y se fue rápidamente hacia la habitación de él.

Observó desconcertada al rubio en la cama, y se acercó a él, tocándole el hombro.

—Dante, Dante despierta —le dijo tocándolo más fuerte—. Dante, creo que alguien ha entrado en tu casa mientras dormías.

Al ver que no se despertaba, lo miró preocupada, y luego el frasco de píldoras sobre la mesa de noche. Se sentó en el borde la cama, y lo tomó, vertiendo el contenido en la palma de una de sus manos.

Las contó y luego lo observó asustada. Se había tomada diez en cuatro días, ella sabía muy bien cuántas tenía antes de irse, porque siempre lo estaba vigilando con la medicación.

—Nora, sé que te dije que sólo iba a venir a verlo —le dijo enviándole un audio—. Pero Dante no se siente bien, me quedaré aquí hasta mañana. No te preocupes, estoy bien... Los quiero, cuida a Bonita.

Lo miró, y luego suspiró, pasándole una mano por la frente. ¿Qué demonios estaba intentando hacer?

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora