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—Oye, felicidades.

—¿Por qué? —le preguntó curioso, mientras entraba después de ella al departamento.

Finalmente volvían a su hogar, y Dante podía sentirse más tranquilo.

—Por aguantar esos cuarenta minutos en el restaurante. Sé que no fue fácil para tí, pero lo lograste. Felicidades —sonrió la castaña.

—Ah... De nada —murmuró.

—Entonces ¿Qué quieres hacer ahora? —sonrió dirigiéndose al sofá—. Podríamos ver una película juntos, o cocinar juntos.

—¿Tienes hambre aún?

—No, pero imagino que tú sí, no comiste nada —sonrió.

—No te preocupes por mí, yo iré a cocinar y tú puedes hacer lo que gustes.

—De acuerdo, miraré un poco de tele entonces —le dijo tomando el control—. Si necesitas ayuda, avísame.

—Em sí, yo... Te voy a pedir un favor antes de que te sientes —le dijo en un tono algo nervioso.

—¿Cuál?

—Por favor, cambia tu ropa, y échale bastante desinfectante, antes de ponerla a lavar. Ese lugar estaba muy sucio.

—Como usted lo ordene, mi general —sonrió haciendo el saludo de mano como un soldado—. O prefieres ¿Como usted diga, daddy?

—No está bien que me digas así —le dijo volviendo a ella, con un frasco de alcohol en sus manos—. Te echaré un poco en las palmas.

—Pero me gusta como suena daddy, déjame decirte daddy, por favor —insistió en un tono infantil.

Dante le echó el alcohol en spray en las manos y luego la miró a los ojos, para suspirar.

—Sólo aquí adentro.

—¡Sí! Digo, sí daddy —sonrió traviesa, antes de irse al baño para tomar una ducha.

Negó con la cabeza, y le echó alcohol en spray al control, y al sillón por las dudas. Antes de cocinar, limpiaría bien el suelo y la puerta, en verdad ese local de comida era una mugre.

***

—¿Hasta que año fuiste a la escuela?

—Am, dejé de ir cuando tenía trece años —le contó la castaña, comiendo una fruta.

Eran casi las doce de la noche, y hacía una hora Dante había terminado de cenar. Mía lo estaba acompañado con una manzana, y él tomando un té de manzanilla.

—Deberías retomar tus estudios, Mía, es importante que los termines.

—Ya soy grande, sé que lo debo hacer —pronunció rodando los ojos.

—No eres grande, ni mucho menos mayor. Tienes dieciséis años recién.

Lo miró a los ojos y luego le dio una mordida a su manzana.

—Quizás el próximo año me inscriba ¿Te parece bien?

—No lo tienes que hacer por mi, lo tienes que hacer por ti misma ¿Comprendes? Es un bien para ti, para tu futuro. ¿Cómo te imaginas en el futuro?

—Pues, antes de conocerte a ti, no imaginaba nada. Estaba segura que iba a morir en algún callejón, quizás por sobredosis, o por la golpiza de algún cliente.

—No quiero que vuelvas a ese mundo, por favor —le pidió serio.

—Lo intentaré —sonrió levemente.

***

Observó el techo de la habitación, a oscuras, pensando en que hacer. Le gustaba vivir con Dante, él era bueno con ella, siempre muy atento y protector, pero no le gustaba el hecho de no tener dinero.

Ella también tenía sus propios gastos. Tal vez... Podría escaparse un rato por las noches, unas horas, mientras él dormía. Sabía que Dante tomaba pastillas para dormir, así que no notaría su ausencia.

Él no quería que ella volviera a ese mundo, pero Mía necesitaba dinero, y no lo quería gratis de Dante. Y con dieciséis años, ni siquiera un trabajo de medio tiempo conseguiría.

...

Espero hayan comenzando maravilloso este nuevo año, amores míos ❤️❤️

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora