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Si no fuera porque llevaba el pastel, habría corrido por el pasillo hasta el departamento, pero no, debía ir con cuidado. Abrió la puerta, y al ingresar, observó que la sala seguía igual como la había dejado, y sin Dante a la vista.

—Ya regresé ¿Sigues en el baño, daddy?

—Ya casi salgo.

—No hace falta, báñate tranquilo, tómate el tiempo que necesites —le dijo mientras se dirigía a la mesa para colocar el pastel.

Lo sacó de la caja, y lo puso en el soporte. Tomó la segunda caja, donde llevaba los cupcakes, y los colocó junto a los demás. Pues había conseguido con crema blanca, no es lo que esperaba ella encontrar, pero suponía que negro, blanco, dorado y plateado "combinaban"

Terminó de colocar las demás galletas, y luego tomó la bolsa con globos blancos y el inflador. Escuchó como Dante abría la puerta del baño, y se giró para comprobar que él no se acercara a la sala.

—¿Debo ponerme algo en particular? —le preguntó desde la habitación.

—Am, si quieres, puedes optar por ropa negra o blanca. Todo depende que no te incomode a ti, amor. Yo me pondré un vestido negro —sonrió, inflando el quinto globo blanco.

Quince más, y ya podría intercalarlos con los demás colores.

—Me dijeron que podría empezar a trabajar la segunda semana de enero, que ya me encuentro mejor.

—¡Eso es fantástico, daddy! Y estoy muy orgullosa de ti por tu labor y predisposición para salir adelante y afrontar tus problemas —sonrió armando unas flores con los globos.

Lo logré gracias a ti también, tú me has ayudado mucho, Mía.

—Claro que no, el mérito es tuyo, yo sólo te acompañé, simplemente eso —pronunció acomodando los almohadones en el sillón, antes de ir a buscar el vino a la cocina.

—¿Ya puedo ir?

—Aún no, mi amor, ya casi termino —le dijo caminando rápido hasta la mesa, dejando la botella y dos copas sobre la misma.

Fue hasta el sillón, y tomó el vestido que había dejado preparado temprano, quitándose la ropa para colocárselo.

Se soltó el cabello, acomodándolo un poco, y luego se fue casi corriendo en puntas de pie hasta la habitación.

—Ahora sí —sonrió observándolo, con su camisa blanca y un pantalón negro.

Se había colocado su deliciosa colonia, esa que ella ya asociaba con él, y sonrió acercándose a Dante, pasando sus brazos por detrás de su cuello.

—Te ves tan guapo, rubio —sonrió.

—Tú también te ves muy linda —sonrió suavemente.

—¿Me veo tan linda como para ganarme un beso? —le preguntó divertida, sonriendo.

—Creo que un hombre normal, te habría besado desde el comienzo del día, cuando me despertaste con el desayuno en la cama —le dijo en un tono algo bajo, mirándola a los ojos, luciendo afligido—. Gracias por todo lo que estás haciendo por mí, especialmente, por tenerme paciencia.

—Te amo así como eres, Dante —pronunció abrazándolo—. Perdón por ser tan insistente.

—Claro que no debo perdonarte nada, Mía, es normal en una relación que las parejas se besen... Yo soy él del problema, no tú.

—No hablemos de ese mejor, vayamos a ver mi sorpresa —sonrió alejándose de él, tomándolo de la mano—. Desde que te fuiste, estuve preparado todo, corriendo de allá para acá, para no olvidarme nada.

Caminaron ambos de la mano hasta la sala, y Mía sonrió, parándose frente a él.

—¡Feliz cumpleaños, mi amor hermoso! —exclamó, antes de abrazarlo—. Espero tener la dicha de que este sea el primero de muchos más a tu lado. Porque desde ahora, todos los años celebraremos tu cumpleaños, Dante.

Observó lo que ella había preparado para él, y la abrazó, besando suavemente su cabeza... Sintiendo sus ojos humedecerse.

Cómo cualquier pequeño, cuando aún era un niño sano, había deseado algo así, globos, un pastel, y alguien que lo amara y le dijera...

—Te amo, Dante —sonrió Mía, acariciado su espalda—. Te amo mucho, mucho, guapo.

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora