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"—Hay que desinfectar todo muy bien, hay demasiados gérmenes —pronunció frotando frenéticamente el suelo—. Ha entrado mucho polvo a la casa. ¡Cierra esa maldita ventana, Dante!

—Y-Ya la cerré, mamá —pronunció con temor.

—No, no, no lo hiciste ¡Hazlo de nuevo! ¡Ya!"

"—Deja de hacer eso, deja de hacer eso ¡Ya para, Dante! —le gritó en un tono histérico, antes de darle una cachetada, al ver el tic nervioso en sus ojos—. ¡Ya basta! ¡Pareces un enfermo! ¡Basta!"

"—¿Por qué diablos tartamudeas? ¡Habla bien! ¡Piensa primero lo que vas a decir! ¡Ya deja de actuar como un enfermo!"

No quería volver a recurrir a las pastillas, pero tampoco seguir asustando y preocupando a Mía. Sentía que al volver a usarlas, fracasaba una vez más... Qué sus trastornos volvían a dominarlo.

Había estado bastante bien, por más de un año, hasta que su madre comenzó a llamarlo, trayendo tantos recuerdos de maltrato a su presente.

Intentaba que su padecimiento no afectara su rendimiento en el trabajo, pero su jefe al ver los tics que había presentado durante el día, fue suficiente para decirle que se tomara carpeta médica.

Aquello sólo lo había afectado más. Pero quién terminó por detonar su estado mental, fue la llamada que le hizo su madre en la noche, pidiéndole de verlo.

***

Suspiró y se metió en la tina, sentándose en ella mientras se cargaba con agua tibia. Había sido difícil, pero finalmente Dante se había dormido, luego de tomarse varias pastillas.

Jamás había visto a una persona durante una crisis de ansiedad, pero imaginaba que algo muy mala le había pasado en su niñez para que él estuviera de ese modo.

Y sospechaba que se trataba de su madre... Quizás ella también era una obsesiva que le había pasado sus manías a Dante.

Respiró profundo y se hizo hacia atrás, cerrando los ojos. Pobre tipo, realmente sentía lástima de él, y ella ni siquiera sabía cómo ayudarlo, o si es que podía hacerlo.

Por lo pronto, tomaría un relajante baño, y luego se iría a dormir a su cómodo sofá. En la mañana buscaría información de como ayudarlo.

***

Abrió los ojos suavemente al sentir que alguien le tocaba el pecho, y se encontró con Mía sonriéndole.

—Buenos días, dormilón.

—¿Qué hora es?

—Como las once de la mañana —sonrió divertida.

Dante se llevó una mano a los ojos, y se quedó un momento cubriéndolos, apretando los dedo de la otra sobre la manta. Se había quedado dormido, ahora tendría que cambiar toda su rutina, ya se había atrasado para limpiar, cocinar, no había desayunado, y eran casi las once de la mañana. ¿A qué hora se suponía que iba a almorzar ahora? ¿Y la merienda? ¿La cena? ¿La compra de los víveres? Ni siquiera-

—Mira, te preparé el desayuno —sonrió enseñándole la bandeja que había dejado sobre la mesa de noche—. Dos tostadas, diez rebanadas de banana, diez cubitos de manzanas, ocho gajos de naranja, cortados por la mitad todos. El vaso con jugo me costó un poquito medirlo, pero, creo que es como tú lo preparas. También lo acomodé con el plato y la taza como tú lo haces, o eso lo intenté —sonrió—. Puedes mover todo a tu antojo, no voy a enojarme ni molestarme.

—Gracias, Mía —pronunció bajo.

—Todo está perfecto, no te preocupes. Quién te diga que no carga con problemas de la infancia, te miente —sonrió suavemente—. Todo va a estar bien, ya lo verás.

...

Siento que estoy en la escuela y sólo expongo para cuatro personas de todo el curso jajaja (Gracias a las que aún se han quedado aquí conmigo ♥️♥️)

Dejando de lado mi percepción, un dato más sobre este trastorno ♥️

El origen del TOC (Trastorno obsesivo compulsivo) tiene una importante base genética, pero también influyen factores ambientales, como la transmisión de padres a hijos de sus "manías". Por tanto, es frecuente encontrar a varias personas con TOC dentro de una misma familia.

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora