30

2.3K 346 35
                                    

"—Dime que al menos ahora podré besarte.

—V-Vamos a tomarnos las cosas con calma ¿Sí?

—¿Con calma? ¡Pero si voy a ser tu esposa! —chilló sin poder creerlo aún, abrazándolo—. Me siento muy feliz, lo juro, creo que nunca había sentido algo así en la vida.

—Yo también estoy feliz —sonrió correspondiendo a su abrazo.

—¿Sabes que es lo mejor de todo? Qué independientemente de mi edad, y aunque no tenga dieciocho años aún, podremos tener sexo —pronunció en un tono travieso—. Porque ahora seré tu mujer."

Lo observó dormir, con esa expresión tan tranquila plasmada en su rostro, y no pudo evitar besarlo suavemente en los labios, como tantas veces lo había hecho antes, en las mismas circunstancias.

Y es que estaba tan enamorada de él, tan ilusionada, que ni siquiera podía conciliar el sueño. Hasta el sabor amargo por lo que había pasado unos días atrás, se había disipado con tan bonita noticia, propuesta.

Jamás imaginó que un hombre tan bueno como Dante, pudiese elegirla. Mucho menos después de trabajar como prostituta, y ver cómo todos los hombres la percibían como un simple trozo de carne con agujeros.

—Te amo tanto, rubio hermoso —sonrió, susurrando aquello—. Eres tan lindo, que no entiendo cómo pudieron dejarte ir tus novias —le dijo robándole un nuevo beso.

Se separó suavemente de él, y vio que Dante fruncía levemente el ceño. ¿Lo habría despertado? Mía cerró los ojos y se acurrucó contra él, sintiendo como el rubio ajustaba su abrazo, acercándola más a su cuerpo.

No, no se había despertado, simplemente había sido un reflejo inconsciente ¡Pero que bien se sentía estar de ese modo con él!

***

—Hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro, y creo que es momento de que hablemos de eso —sonrió Mía, cortando la manzana en cubitos, mientras ambos preparaban el desayuno.

—Tienes razón ¿Qué te gustaría saber?

—Ahora mismo, el día de tu cumpleaños. Me dijiste que era en diciembre, y estamos a una semana para que comience el último mes del año, y no sé qué día es tu cumpleaños.

—El diecisiete.

—Ay, ¡siento que no voy a olvidar esa fecha jamás!

Dante sonrió al ver la sonrisa de ella, y continuó exprimiendo las naranjas para el jugo. Ella lucía tan feliz, que eso era todo lo que él quería.

—¿Qué te gustaría de regalo, mi amor? —sonrió.

—La verdad es que para mí suele ser un día normal, no lo festejo.

—¿Qué? ¿Cómo que no?

—No es un buen día para mí, y creo... Qué traigo arraigado los recuerdos de mi infancia junto a esa fecha —pronunció bajo.

—¿Por qué lo dices? ¿Pasó algo malo?

—Sí, mi padre se quitó la vida unos días antes de que yo naciera, y creo que el estrés de su muerto, fue lo que provocó que yo naciera también. Mi mamá la pasó muy mal, nací un mes antes casi.

—Supongo que tu madre no supo separar su duelo de tu cumpleaños.

—Mi madre siempre me culpó a mi. Ella decía que mi padre se suicidó porque ella quedó embarazada, y él no quería tener un hijo, que no estaba preparado. Lo cierto, es que nunca sabré porqué lo hizo realmente.

—Tu madre es un psicópata —le dijo en un tono molesto—. Y eso es lo mínimo que diré de lo que realmente pienso de ella.

Dante la miró y sonrió, sin decir nada. Sabía muy bien que Mía no la quería.

—Me gustaría hacerte algo especial es ese día ¿Puedo? ¿No te molesta?

—No, claro que no —le dijo tomándo dos vasos para servir el jugo—. Será diferente, todo será diferente de ahora en adelante, juntos —sonrió.

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora