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—Que bonito es —sonrió enternecida, cuando le trajeron un gatito de unos seis meses.

El minino se restregó por el pecho de ella, ronroneando, haciéndola sonreír, antes de tomarlo por debajo de sus patas delanteras y darle un beso en la frente.

—Es muy lindo.

—Linda, es una hembra —sonrió Nora—. Y creímos con Fred que sería lindo que tuvieras una mascota.

—¿En serio puedo quedármela? —sonrió.

—Así es, es tuya.

—Te pondré Bonita —le dijo abrazándola, sonriendo al escuchar a la gatita ronronear, antes de que le lamiera el rostro, haciéndola reír—. Tiene una lengua muy rasposa.

—Así es la lengua de los gatos —sonrió—. En cuanto te sientas mejor, iremos a comprarle unas cosas a la gatita ¿Quieres?

—De acuerdo —sonrió.

Nora salió de la habitación, y ella observó a la gata, acariciándole el cuello. Se acurrucó junto a ella, en su pecho, y Mía sonrió. Al parecer, había conocido a alguien que finalmente la quería.

***

Llegó a su casa, y le fue imposible entrar, y no ponerse a llorar desesperado, sintiendo que le faltaba el aire, que se asfixiaría. Si tan sólo fuera una persona normal, un hombre sano, nada de todo eso le estaría pasando.

Ella jamás se hubiese ido de su lado.

Fue hasta la cocina, y fue hasta las alacenas, tomando los platos, comenzando a arrojarlos contra el suelo, llorando de rabia, seguido por los vasos, las tazas, todo lo que pudiera quebrarse.

Se odiaba profundamente, odiaba sus trastornos, odiaba no poder llevar una vida normal, odiaba el orden, sus tics, el TOC, todo lo que lo rodeaba, lo odiaba y aborrecía completamente.

Odiaba ser un enfermo, que aún yendo a terapia hacía más de diez años, no había podido superar nada, ni mejorar.

Se sentó en el suelo, sintiéndose agotado, y golpeó su cabeza una y otra vez contra el bajo mesada, apretando los ojos, los dientes y sus puños sobre sus muslos.

No podía hacerlo, sentía que cada vez era peor intentar respirar, y estaba ignorando completamente, que se estaba hiperventilando en realidad.

"—¡Feliz cumpleaños, mi amor hermoso! —exclamó, antes de abrazarlo—. Espero tener la dicha de que este sea el primero de muchos más a tu lado. Porque desde ahora, todos los años celebraremos tu cumpleaños, Dante."

No, ella ya no estaría a su lado, lo había dejado también, y muy en el fondo sabía que era lo mejor, que nadie merecía cargar con una persona como él.

Se cubrió el rostro con ambas manos, y rompió a llorar, sintiéndose desecho.

—Enfermo, soy un enfermo —se repitió una y otra vez, apretando las uñas de sus manos en su rostro, sin poder controlar su llanto.

***

—Ven, Bonita —llamó a su gatita, al despertarse en medio de la madrugada.

La minina maulló y caminó hasta ella, restregándose contra la panza de Mía, haciéndola sonreír, antes de tomarla y abrazarla. Le habían dado el alta el mismo día, debido a que sus heridas no eran grave.

Y luego de hablar con un psicólogo, y prometer que comenzaría a ir a terapia, le habían permitido irse con Nora.

—No quiero pensar en él, pero es difícil —pronunció bajo, abrazando a la gatita—. Sólo espero que haya tomado su medicación.

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora