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Estaba tan desesperado, tan nervioso, que ya comenzaba a presentar los síntomas producto de su ansiedad. El primero de ellos, había sido la comenzón en su cuello, luego siguieron sus demás tics.

—H-Hola, señora B-Bate, habla Dante —pronunció frustrado, intentando no tartamudear—. ¿S-Sabe algo de-de Mía?

"—¿Está todo bien? Ella me llamó esta mañana para decirme que vendría a visitarnos en la tarde. ¿No está ella contigo? No te oyes bien."

Dante respiró profundo, y golpeó su cabeza varias veces contra la pared, apretando sus puños.

"—¿Dante? ¿Está todo bien?"

—S-Sí, sí, ¿A qué h-hora irá a su ca-casa? Nosotros... N-Nosotros tuvimos una di-diferencia anoche, y M-Mía se enojó conmigo.

"—¿Pelearon? ¿Discutieron? ¿Qué fue lo que pasó?"

—Ella se mo-molestó por el m-mensaje de u-una amiga —pronunció bajo, clavando las uñas de su mano libre, en el antebrazo contrario.

"—¿Sólo fue eso?"

—S-Sí, lo juro. ¿Puede de-decirme a qué hora i-irá a verlos?

"—No me dio un horario con exactitud, dijo que sería entre las cuatro y las cinco de la tarde."

—D-De acuerdo, gracias —le dijo antes de cortar.

No quería tomar sus medicamentos, porque sabía que quedaría demasiado relajado, hasta quizás lo harían dormir, y él quería buscar a Mía, hablar con ella.

***

Observó la hora en su celular, y luego suspiró, caminando sin ganas hacia la casa de sus padres. Se había pasado todo el medio día, y gran parte de la tarde, en una plaza que estaba a unas cuantas calles de allí.

Pero al estar en invierno, oscurecía pronto, sin contar con el frío. Y ella lo que menos buscaba, era enfermarse. Se llevó un caramelo de miel a la boca, y continuó su trayecto.

Quizás Nora había preparado chocolate caliente, sería muy bueno si era así. Le hacía falta algo como eso para su cuerpo frío, porque ni la campera que estaba llevando la estaba ayudando mucho.

Volvería a ver a sus hermanos adoptivos... Los niños eran un amor, tan cariñosos. Pero era entendible, estaban agradecidos con el matrimonio Bates por haberlos adoptarlos.

Tal vez, si ella hubiese conocido en su niñez unos padres tan buenos y amorosos, su vida hubiera sido otra. Estaba segura que ni siquiera habría tenido que recurrir a prostituirse.

"—Siempre serás una puta."

Recordó aquellas palabras, que la hicieron cerrar los ojos y estremecerse... No, su futuro hacía mucho había sido marcado por hijos de putas que habían abusado de ella, que la habían violado siendo sólo una niña pequeña.

Sintió náuseas en ese momento, de sólo recordar las cosas que la habían obligado a hacer con cinco años, y detuvo su andar, sentándose en el cordón de la calle.

Miró hacia abajo, y luego abrazó sus piernas, a muy pocos metros de la casa de la familia Bate. ¿Por qué nunca nadie la había amado? ¿Por qué nadie jamás sintió empatía por ella? ¿Por una niña? Todos ocultaron lo que habían hecho por años, al parecer, no tener padres, era suficiente para ser ignorada, callada. Nadie jamás la escuchó ni siquiera cuando llorando, delató sus abusos.

Los único que lo habían hecho, habían sido Nora y Fred Bate, quien inmediatamente realizaron las denunciadas correspondientes... Sí tan sólo hubieran llegado diez años antes.

—Mía.

Levantó la cabeza al escuchar aquella voz, y no le sorprendió en lo más mínimo saber que él estaba ahí. Lo imaginaba, había llamado a Nora para saber de ella.

—Mía, h-hablemos por favor —le pidió afligido, sentándose a su lado.

La joven castaña lo miró por un momento, y luego desvió la mirada hacia la calle.

No había nada que hablar.

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora