22

2K 336 20
                                    

Habían llegado a un acuerdo, que no había convencido mucho a la jovencita, pero había terminado por aceptar, para no discutir con Dante. Debía llamar a sus padres adoptivos, hacerles saber que estaba bien, y que quizás, en algún momento los visitaría, si es que no insistían en que regresara.

Y claro, no pensaba volver al sistema.

Pero eso ocurriría al día siguiente, o al siguiente quizás, ella no tenía apuro alguno en hablarles, y Dante le había dado cuatro días para que juntara valor, o ganas, y los llamara.

—¿Puedo dormir contigo? —sonrió asomándose en la puerta de la habitación de él.

—¿Por qué quieres dormir conmigo?

—Hace frío —le dijo haciendo un mohín.

—Tengo más mantas en el armario.

—No seas un mata pasiones, y déjame dormir contigo —pronunció rodando los ojos.

—No es correcto, Mía.

—¿Por qué no? —le inquirió entrando, dirigiéndose a la cama de él.

—Tú ya sabes que pienso al respecto de esto.

—Lo sé, pero no vamos a hacer nada —sonrió quitándose la bata de dormir, quedando en ropa interior, que consistía en un bralette y una tanga negra.

Dante la miró atónito y se sentó en la cama, negando con la cabeza.

—M-Mía, ve a p-ponerte algo.

Sonrió traviesa y se subió a la cama, gateando hasta él, hasta quedar junto a su cintura, arrodillada.

—Si me acuesto a tu lado, y me abrazas, no tendré frío, Dante.

—Mía...

Se inclinó hacia él, colocando su cuello cerca del rostro de Dante, para que pudiera sentir su aroma.

—¿Lo sientes? Huelo a jabón, hace un ratito salí de bañarme —pronunció en un tono bajo, sonriendo, subiéndose lentamente sobre los muslos de él, inclinándose hacia adelante, hasta tener su pecho frente al rostro del rubio.

—Mía, sal —le pidió cerrando los ojos, sin querer tocarla.

La jovencita lo miró y luego sonrió, acostándose sobre él, abrazándose a su pecho y colocando su rostro contra el cuello de Dante, antes de darle cortos besos.

—Que rico hueles, daddy.

—M-Mía, por favor, sal —le pidió con los ojos cerrados, apretando sus manos en forma de puños.

Se acomodó contra la entrepierna de Dante, sentándose sobre su miembro, y continuó besando suavemente su cuello, bajando hacia su pecho, antes de sentarse mejor, haciendo presión sobre su pelvis.

Apoyó las palmas de sus manos sobre los hombros de Dante, y sonrió traviesa.

—Dante.

—No hagas e-esto, por favor.

—¿Podemos intentar algo? —sonrió moviéndose suavemente sobre él.

—N-No —murmuró, apretando las sábanas bajo sus manos.

La castaña se mordió el labio inferior, al sentir como su miembro se endurecía bajo su trasero, y separó más sus muslos, presionándose sobre su erección, para poder sentirla.

Cerró los ojos, y gimió suavemente, sintiéndose mojada, ansiosa, aumentando la fricción entre ellos, escuchando la respiración pesada de Dante.

—Mía.

Abrió los ojos, y al ver la mirada de él, se detuvo... Sí, quizás estaba excitado, o al menos el reflejo de su cuerpo eso mostraba, pero Dante no se veía para nada cómodo.

—L-Lo siento —se disculpó arrepentida, avergonzada.

No lo estaba respetando, se había dejado llevar por su estúpido deseo, por un capricho. Se bajó de él, y lo abrazó, sintiéndose tan culpable.

—Perdón Dante, te juro que no lo volveré a intentar, lo siento.

—Lo siento también —murmuró.

—No, no, tú no debes disculparte por nada, yo... Soy una estúpida, perdón —pronunció afligida, abrazándolo fuerte—. Lo siento mucho.

—¿Entiendes ahora por qué ella se fue?

—Yo no me iré, lo prometo —susurró aferrándose a él—. Y lo siento.

Dante se quedó en silencio, mirando el techo, sin corresponder a su abrazo.

"—¿Cómo puede ser que sientas asco de mí? ¡Soy tu novia! ¡Llevamos meses saliendo!

—Jaqueline.

—No, no Dante, ya estoy harta de tus excusas —le dijo negando con la cabeza, alejándose de él—. Esto no es vida, no lo es. Te amo, pero ya no aguanto esto. Creí que podría, lo siento, Dante, pero ya no puedo seguir con esto... Estoy muy cansada."

...

Hasta que seas mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora