CAPITULO 8. SOLO HAY QUE VERTE MIRANDOLA

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Daniel

—Yo creo que es el mejor pastel de cumpleaños que he comido, era gigante porque ya soy grande.
—¿Entonces tú lo hiciste?— Pregunto.
—Si, porque ya tengo 5 años—. Él extiende su mano y me muestra sus 5 dedos—. Ya puedo hacer muchas cosas.
—Es cierto, ya eres grande pero ¿No fue difícil?
—Naaa, solo puse los huevos, la harina y ¡Pum¡ Estaba listo.
—Conozco a alguien que hace pasteles, ella dice que es difícil.
—Los adultos creen que todo es difícil—. Mueve su pequeña cabeza incrédulo.
—Eso es en parte cierto.
—Si, lo sé porque ya tengo 5.

Lo observo jugar con los LEGOS que le di y veo cómo ha construido un pequeño camión, lo que sea que estoy haciendo yo necesita más trabajo o instrucciones. Señalo su camión y le digo:

—Eso si es difícil, no se cómo lo haces.
—Cuando venía en el auto de mamá vi un camión.

Se encoge de hombros como si fuera algo muy simple. Yo he visto muchos camiones en mi vida y no podría construir uno con LEGOS aunque quisiera.

—Luke, tu mamá dice que tuviste un problema en la escuela.
—Quería jugar pero no pude.
—¿Por qué no?
—Porque no puedo caminar—. Me mira como si yo no entendiera lo obvio.
—Cuentame que pasó.
—Ellos se llevaron mi silla. John dijo que era un reto, si  llegaba al patio podía jugar con ellos pero no pude, me caí y se rompió—. Señala su pierna.

Luke tiene una enfermedad llamada Osteogénesis Imperfecta, su cuerpo no produce suficiente colágeno, así que sus huesos son frágiles y sus articulaciones no tienen la fuerza para soportar su peso. Pasamos la sesión sentados en el piso entre almohadas y juguetes, él dice que los sillones son las paredes del fuerte. Cuando terminamos lo llevo con su madre y Tyler me informa que la siguiente hora está libre. Es buen momento para comer algo.

—Daniel ¿Tienes un momento?

En la puerta está la Dra. Ruth Monroe, la directora de la Clínica de la Mente y mi jefa. No puedo decir que no.

—Si, claro.

Pasa a la sala de espera, cierra la puerta y se sienta. Tyler de alguna forma se escabulló. Discutimos un par de cosas acerca del programa y se que tiene ganas de decirme algo más.

—Ayer vi a una chica salir de aquí.

Esa debió ser Sam, ayer tuvimos su sesión número 9. Ya pasaron varias semanas desde aquella vez que tuvo un ataque de ansiedad durante la noche y ha mejorado bastante desde entonces.

— Es mi paciente—. Digo solamente.
—Es un poco mayor ¿No?
—Es un favor para Axel, es su hermana.
—Ah, entiendo—. La miro pregúntame que es lo que cree—. Creí que era alguien más.
—¿Alguien más?
—Daniel, te conozco desde hace varios años y nunca te he visto salir con alguien, pensé que tal vez...
—No estoy saliendo con ella, es mi paciente.
—Es que me pareció algo más.
—¿Por qué?
—Solo hay que verte mirándola.

Por un momento me quedo callado. Creo que me pillaron.

—Solo es mi paciente.
—Y te creo pero si sientes algo por ella, tus sentimientos pueden interferir en tu trabajo y eso los afecta a ambos.
—Ya lo sé.

Miro hacía otro lado. Ya me había dicho eso a mí mismo mil veces y me ignoré unas mil más.

—Creo que si realmente te importa deberías pasar su caso a alguien más.
—No se, creo que estamos bien.
—Yo puedo atenderla y además así podrías salir con ella.

Me empuja con su hombro y y me mira pícara levantando las cejas. Y yo que creí que me estaba regañando.

—¿En serio?
—Ya sé que has pasado por mucho estos últimos años pero ahora tu hermano y tú estan mucho mejor. En algún momento tienes que seguir adelante y no tienes que estar siempre solo. Creo que harían una linda pareja.
—Esta bien. Lo voy a pensar.
—Bueno, cuentas conmigo —. Me palmea el hombro—. Me voy, te veo luego.

Yo solo quería comer y definitivamente no quería hablar de esto ¿Realmente es tan obvio? Aún tengo 20 minutos para comer algo, es mejor que distraiga mi mente con eso.

—Psss ¿Que quería Monroe? — Pregunta Axel desde la puerta.

Que deje de atender a tu hermana porque me enamoré de ella.

— Hablar del programa.
— Bien, me encontré a Ty y dijo que tienes tiempo libre.
—Si, tengo 20 minutos.
—No te quito mucho tiempo, solo quería agradecerte por atender a Sam, ella está mucho mejor y se que es gracias a ti.
—No hay nada que agradecer, solo hago mi trabajo. Además Sam, ella es... Especial.

Axel me mira un momento como preguntándose algo y luego lo deja ir.

—Si—. Dice con una cara de orgullo—. Gracias por todo.
—No hay de que.

Él está apunto de irse cuando añado:

—Axel—. Voltea a verme—. Creo que estás haciendo muy bien trabajo con los chicos, tienes talento.
—Gracias, de verdad disfruto trabajar con ellos. Son increíbles.
—Lo son, lo que hacemos es muy importante y me da gusto tenerte aquí. Sigue así.

Sale del consultorio sonriendo como si le hubiera regalado un paleta y yo reviso mi reloj. Doce minutos. Salgo para buscar algo de la máquina expendedora y veo a mí siguiente paciente llegando a la clínica. Supongo que al final no comeré. Regreso al consultorio y veo que Tyler aún no vuelve. Tal vez aún tenga por ahí los brownies que le trajo Sam ayer. Si, ahí están. No creo que los extrañe, los tomo y me voy a comer uno en los 5 minutos que quedan.

La sesión con esta niña va como siempre va. Ella suele molestar a sus compañeras de la escuela, y les ha robado algunas cosas. Si no cambia su comportamiento la van a echar. Lo malo es que parece que me odia y apenas consigo que diga una palabra.

—¿Entiendes porque estuvo mal lo que hiciste? —Pregunto.
—No, ella lo merecía.
—¿Por qué lo merecía?
—Porque estaba estorbando.
—¿Estorbando?
—Es lo que dice mamá “si me sigues estorbando, te voy a pegar”.

Lo sabía, esto es por el maltrato de su madre.

—¿Tú madre te golpea por eso?
—A veces es por eso, a veces no.
—¿Ella sabe que te van a expulsar de la escuela si continuas molestando a tus compañeras?
—No le importa.
—¿Y a ti? ¿Quieres que te expulsen?
—Me da igual, yo no quiero nada.
—Bueno, a mí sí me importa.
—¿Por qué?
—Porque es importante que sigas estudiando y que comprendas que no eres un estorbo.
—Lo dice porque le pagan.
—No me pagan por atender a los chicos del programa, es gratuito.

Eso no es del todo cierto, si recibo un sueldo por mi trabajo dentro del programa pero su familia no me paga la consultas, como dije son gratuitas. Sospecho que si pudieran elegir, ella no estaría aquí.

—Da igual, no quiero su ayuda.
—Pero la necesitas, confía en mí Inés.
—No necesito nada, me quiero ir.
—Aun falta media hora.

Me mira desafiante, se levante del sofá y se va. No tiene caso obligarla a quedarse así que la dejo ir. Al menos estuvo aquí 15 minutos más que la sesión anterior. Me siento en el escritorio y aprovecho para comer un poco más. De repente, mi puerta se abre, por un momento creo que Inés volvió pero no, solo es Tyler.

—¡Tú!— Me señala— ¡Te llevaste mis brownies!

Lo veo acercarse y me parece que quiere recuperarlos. Estoy en problemas.


N/A: Tyler ama sus brownies...








El Recetario del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora