CAPITULO 13. TODOS AQUÍ SOMOS ADULTOS RESPONSABLES

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—¿Cómo te fue hoy?

Dice Axel mientras me da un gran abrazo mientras caminamos por los pasillos de la Clínica de la Mente. Hoy fue la primera reunión del nuevo grupo de apoyo del que no solo formo parte sino que yo lo organizo junto con la Dra. Monroe. No sabía que había tantas mujeres pasando por lo que yo he pasado. Me hace muy feliz poder ayudarlas y sé que ellas me ayudarán a mí también.

—Muy bien, creo que estas sesiones nos van a hacer mucho bien a todas.

—Me siento muy orgulloso de ti Sam-Sam. Lo único que yo quería era que estuvieras bien pero tú no solo estas bien sino que hiciste mucho más con esto, ayudas a muchas mujeres.

—Awww gracias, me gusta mucho hacer esto ¿sabes? Espero que en el futuro podamos ayudar a todas las personas no solo mujeres. Ya tengo muchas ideas.

—Bueno, entonces a seguir trabajando.

—También quiero un refugio de perritos y gatitos.

—Creo que hay que ir paso a paso.

—Ya se...

—Te admiro mucho hermanita.

—Gracias y gracias por convencerme de ir terapia.

—Cambia vidas ¿no?

—Sí, lo hace.

Quiero pasar a hablar con Daniel antes de irme así que me detengo antes de entrar a su consultorio.

—Quiero ver a Daniel antes de irme, me quedo aquí.

—Bien, yo tengo un paciente en unos minutos—. Dice mientras mira su reloj—. Te veo en casa Sam-Sam.

—Vale.

Veo a mi hermano irse por el pasillo y yo entro al consultorio de Daniel. Tyler está escondido en su escritorio.

—¿Qué estás haciendo Robin?

Tyler se sobresalta y se me queda mirando. El único movimiento que hace es masticar. No puedo evitarlo y me echo a reír.

—¿Es eso una hamburguesa?—Pregunto.

—Si... y papas.

—¿Están ambas en tu boca?

—Si...

—Fuchi.

—Es más rápido así.

—Seguro que sí.

—No me juzgues—. Dice divertido mientras me señala.

—No lo hago, solo no te ahogues y todo está bien.

—Tengo mucha experiencia en esto, no te preocupes.

—¿En comer?

—Aja.

—¡Todos!

—No, no, no, yo soy excelente en esto.

—Te creo Robin, te creo.

—Oye....

Me mira como si de repente se le hubiera ocurrido algo.

—Dime.

—¿Crees que podrías quedarte a cargo en lo que termino de comer?

—Si con eso dejas de estar escondido ahí— digo señalando a su escritorio—, y pones una cosa a la vez en tu boca, entonces sí.

—Tenemos un trato, voy a terminar esto en la cafetería. Daniel debería terminar en unos 15 minutos.

—Vale, yo me encargo.

El Recetario del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora