Daniel
A veces es difícil dejar de pensar en ciertas cosas, eso me dijo Sam una vez. Yo siempre he presumido de mi habilidad para controlar mis pensamientos y si todas las personas que me han escuchado hablar de ello me vieran ahora pensarían que soy un mentiroso. Justo ahora yo también creo que lo soy. Esa sonrisa que tiene es la misma que ha estado en mi mente desde el primer día que la vi, la única diferencia entre ese día y hoy es que ahora se ve cómoda conmigo. A veces divago pensando que se siente como si nos hubiéramos conocido antes, así de natural es estar con ella.
— It's only human, you know that it's real, so why would you fight or try to deny the way that you feel?—Sam canta moviendo su cabeza de un lado a otro—.Oh, babe, you can't fool me, your body's got other plans.
Definitivamente mi cuerpo tiene otros planes, todas esas cosas que quiero hacer con ella pasan por mi mente y por un momento olvido que se supone que debo adivinar quien canta la canción. Realmente da lo mismo porque no lo sé.
—¿Entonces quien la canta? No voy a cantarla completa—dice Sam levantando sus cejas.
—Mmm no estoy seguro, no creo que haberla escuchado antes.
—¿Cómo puedes no saberlo?—Me mira como si tuviera tres ojos.
—Pues no lo sé.— Me encojo de hombros.
—Son los hermosos Jonas Brothers—dice rodando los ojos—. Realmente eres viejo mentalmente.
—¿Los hermosos Jonas Brothers?—. Enarco una ceja.
—Si— dice como si fuera algo obvio—. Tu turno, abuelo.
Los dos reímos y pasamos lo que queda de la sesión con el mismo juego. Sin que me de cuenta ya casi es tiempo de que se vaya, no quiero que se vaya, aun no. El cronómetro suena y yo no encuentro ningún pretexto para hacer que se quede. Una semana nunca me había parecido tanto.
Me despido de ella como siempre, mientras estrecho su mano la miro y ella sonríe, como me gusta que sonría y sé que esa sonrisa es para mí. En ese momento lo decido, en lugar de soltar su mano aprovecho para acercarla más a mí. Eso la toma por sorpresa y me mira con curiosidad. Con una mano la tomo de la cintura, con la otra acaricio su cabello. Había deseado esto tanto y por fin la tengo entre mis brazos, esta vez no voy a dejar que se vaya. Lentamente acercó mi rostro al suyo y por la forma en que ella me mira sé que no va a rechazarme. Primero solo es un roce, entonces Sam atrapa mis labios con los suyos, mmm siempre tan impaciente. Toco su labio inferior con mi lengua pidiendo permiso y ella abre un poco su boca. Es esa clase de beso que es suave y lento, pareciera que queremos tomarnos nuestro tiempo explorando la boca del otro. Cuando ella se aparta para tomar un poco de aire, yo la miró. Se ve tan hermosa, sus mejillas están sonrosadas, su cabello desacomodado y tiene el labial un poco corrido. Vuelvo a besarla pero esta vez es más salvaje, mas desesperado, jala mi cabello con una mano y con la otra mi camisa. Necesito de todo mi autocontrol para no llevarla en este instante a unos de esos sillones y hacerle todo lo que mi mente y mi cuerpo desean. Estás en tu consultorio, Hale.
El sonido de mi nombre en la distancia me sobresalta, alguien nos ha visto. Sam suelta una risita y yo me doy cuenta de que realmente no me importa, esto, ella, ella es lo que quiero. Mi nombre suena otra vez.
—¡Daniel!¡No me dejes desayunando solo!
¿Qué? Abro lentamente mis ojos y lo primero que veo es la brillante luz del sol que entra por mi ventana. Agh. Me gusta que este oscuro pero ayer olvide cerrar mi cortina. Me tapo la cara con el brazo y trato de recordar como se sentían los labios de Sam en mi sueño. Tenía que ser un sueño. Si tan solo Axel me la hubiera presentado antes, ahora podría libremente invitarla a salir, besarla si lo quisiera, abrazarla, pero no. Ahora soy su psicólogo y tengo que esperar otros tres malditos días para verla y solo eso, verla. Pésimo servicio.
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El Recetario del Amor
Romance"Él está de pie frente a mí, una de sus manos está apoyada en la pared a lado de mi cabeza y la otra en mi cintura, sus ojos no dejan los míos ni por un segundo y casi puedo sentir su aliento acariciando mi piel. Es como si temiera que escape de él...