1.02| ¿Acaso no lo viste venir?

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Los días ya habían pasado y finalmente nos dejaron salir, llevamos una semana fuera de las jaulas. Aprendiendo a relacionar nuestros poderes con el mundo exterior.

La base de Hydra está rodeada de montañas con bosques, lo que me hace más fácil manejar mi poder, ya qué hay mucha vida. Ahora estamos dentro del panel de Hydra, Wanda y Pietro hablan sobre algo a lo que no le estoy poniendo atención.

—¡Señor!,los Avengers están intentando entrar —un oficial llegó corriendo al plantel y se detuvo para recuperar el aliento. Mi corazón dió un brinco ante la imagen en mi cabeza del grupo de superhéroes.

—¡Manden más tropas,no quiero que los dejen pasar! —Strücker gritaba y el sentimiento de preocupación y ansiedad se lo empezó a carcomer por dentro.

—Mi señor, si me permite decirlo creo que lo más propio sería que lleváramos a Los Maximoff —¿Llevarnos al campo de batalla?—. Stark ya penetró la base y desactivó el escudo.

¡Stark!, una pequeña llama de atención prendió en los ojos de Wanda y Pietro, no necesite saber más que la palabra Stark para irnos.

Strücker y el científico discutían sobre si sería prudente o no llevarnos, aproveché su distracción y me subí a la espalda de Pietro para que él cargara a Wanda. Salió disparado hacia una de las salas, dejando allí a Wanda, oculta.

—No salgas a menos que vayas con Strücker, ¿de acuerdo? —Pietro la dejo en el suelo y Wanda solo se limitó a asentir.

—Cuídate hermanita, yo vengaré a nuestros padres —mis dedos se deslizaron por su mejilla mientras el sentimiento de culpa volvía a surgir otra vez en su pecho. Metí rápidamente mi mano a su pecho y la desalojé de esa culpa—. No es sano que pelees con la mente angustiada.

Pietro salió como un rayo de nuevo hacia el campo por una de las salidas militares, me dejó cerca de los árboles para que cuidara su espalda.

Cerca había un hombre con un arco, que le apuntaba a una de las torretas de los búnkeres, una flecha salió disparada y Pietro la tomó, mientras se dejaba ver como un rayo de nuevo. El hombre inmediatamente se escondió y el miedo comenzó a crecer en su pecho, ah ya me encargo yo de eso, moví mis dedos rápidamente dejando que una pequeña aura verde viajara desde mis manos hasta su pecho una vez que ya estaba apuntando, haciendo que su miedo se hiciera más y más grande.

Pietro salió del bosque y corrió hacia él tumbándolo, haciendo que se quejara por el golpe tan repentino. El miedo seguía creciendo cada vez más al ver que no había nadie a su al rededor. Cuando quiso pararse Pietro lo empujó de nuevo haciéndolo caer. Se detuvo a un lado de él y empezó a caminar.

—¿Qué?, ¿acaso no lo viste venir? —Pietro se echó a correr de nuevo, el hombre se paró rápidamente y sacó una de sus flechas apuntándole, pero sin éxito, pues mi hermano ya se había esfumado.

Y entonces una bala de energía le atravesó el costado, haciéndole caer de nuevo.

—¡Agh! —se quejó. Una chica pelirroja se acercó rápidamente, con desesperación alimentándose en su pecho al ver a su compañero ahí tendido. Sacó una gaza y empezó a ponérsela.

—Clint está herido, ¿alguien puede destrozar ese búnker? —las balas de energía aún estaban tratando de alcanzarlos pero fallando, dando en la nieve.

Un gran hombre verde salió corriendo mientras rugía solamente atravesó el búnker y quedó destruido.

—Gracias —la chica aún seguía tratando a su compañero quien no dejaba de quejarse. Una risa salió de mis labios y se escuchó por todo el bosque con un eco.

Me apresuré a moverme al otro lado del bosque donde está un hombre con un traje azul y un escudo con un logo de estrella, usando los colores de la bandera de los Estados Unidos. Peleaba con nuestros oficiales cuando Pietro lo tumbó, solo pudo ver su rastro en forma de rayo, dio una voltereta con el empuje y cayó sobre sus rodillas con el escudo usándolo de soporte. Pietro lo tumbó otra vez y se fue.

—Cap, ¿estás bien? —un hombre con una capa roja y un martillo cayeron del cielo. Lo miré y mi corazón dió otro brinco, tenía un extraño sentimiento que no sabía identificar al ver su cabellera rubia.

—Si, pongan atención, hay un alterado en el campo, pero aún no lo veo —ahí estaba de nuevo esa palabra, alterado.

—Yo iré a ayudar, céntrense en buscar el cetro, está aquí —un tanque y más tropas se dirigían a su posición, el de capa roja con cabello rubio pegó con su martillo en el escudo y una onda de sonido salió directo al tanque, haciéndolo explotar y llevarse consigo a varios hombres.

Mallitas y capita se fueron, me acerqué a los cuerpos en silencio, dejando que la magia fluyera de mis manos para curar a los hombres. La neblina se dirigió espesa hacia sus fosas nasales y pronto comenzaron a retorcerse en el piso, parecía que les estaba haciendo más daño del que les estaba curando, pero esa suposición quedó rápidamente en el olvido cuando comenzaron a ponerse de pie. Centímetro por centímetro se fueron moviendo más hacia arriba, con la intención de levantarse y pelear por el deber que les había sido encomendado. La punta de mis dedos cosquilleaban, me estaba costando ponerlos de pie pero cuando finalmente lo logré Pietro en un pestañeo ya estaba a mi lado, me cargó y nos llevó con Wanda.

Los Maximoff | Bucky Barnes          EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora