2.02| Estoy bien

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—Déjame ayudarte Kaira.

—No, estoy bien Clint.

—Ni siquiera te puedes mover bien, déjame ayudarte.

—¡Estoy bien! —Clint se quedó callado y dejó de intentar ayudar—. Lo siento,no quise gritarte...

—Solo queremos que te sientas más cómoda.

—Salgan por favor —el silencio se hizo y todos salieron de la habitación, Steve se quedó parado en la puerta y después salió.

Me enoja tanto que me vean como un cachorro herido, alguien que necesita ser curado y mimado. Como si no pudiera valerme por mi misma. En el hospital dijeron que mi situación no mejoraría pronto, y la verdad es qué tal vez nunca lo haría. Me paré de la cama y me quedé parada en medio de la habitación, después de la guerra de Ultron nos mudamos a un nuevo cuartel, Steve me dijo que es la base de los vengadores. Y yo estoy aquí, en mi habitación, con maquinas conectadas a mi.

¿Máquinas para qué?, no lo sé, sólo estoy débil, no enferma.

No puedo ver, sé de las estructuras que están en la habitación, y en toda la base, pero no puedo verlas, ¿serán bonitas?

De un momento a otro todo estaba volteado en la habitación, el espejo tirado en el piso y roto, los libros también tirados en el piso. El florero hecho pedazos con el agua escurriendo.

¿Para qué querría yo un estúpido espejo si soy ciega?

Todo estaba destrozado y ¿por qué?, por una rabieta mía. Un fuerte grito salió de lo profundo de mi pecho, mi cara ya está bastante mojada por las lágrimas.

Pasé por un lado del espejo, cortándome con los vidrios en los pies, solamente me senté en el piso y cerré los ojos.

La presencia de Wanda no tardó en hacerse notar, aún con la tristeza invadiendo su cuerpo. Hace poco salió a una misión, por lo que pude escuchar en las noticias dicen que es culpa suya, que mucha gente murió por su culpa. Y la culpa la carcome por dentro. Se acercó poco a poco y no dijo nada, sólo me abrazó. Mis brazos se aferraron a ella mientras sus manos se paseaban por mi cabello, evitando mis cuernos. Mis llantos se escuchaban por toda la habitación y Pietro no tardó en llegar tampoco.

—¿Puedes ordenar esto? —Wanda asintió y se paró, caí hacia enfrente por el repentino movimiento y solo me quedé ahí. Sintiendo la pena de sus corazones.

¿Siempre me verán así?, ¿como la chica que da pena?

Cuando Pietro me cargó entre sus brazos las cosas se movían por la habitación, regresando lentamente a su estado original. Pietro me sacó de la habitación, llegamos a una sala y me sentó en un sillón.

Después se fue con Visión a la cocina, ignorándome completamente, Wanda salió de la habitación y también se pasó de largo.

Las lágrimas aún corrían por mi cara, me acomodé la gran playera que traigo encima, lo único, además de mi ropa interior.

¿Cómo me veré ahora?, tal vez mi aspecto es verdaderamente horrible y es por eso que sienten pena por mí.

—¿Vas a comer? —Steve entró en la cocina y se quedó también ahí.

—No.

—Bien, mátate de hambre si eso es lo que quieres.

—No lograrán mucho diciéndome cosas hirientes o ignorándome, puedo ver perfectamente sus sentimientos.

Todos en la cocina contuvieron el aire, el pánico comenzó a subir, como cuando son descubiertos en algo que no deberían hacer.

Dejé que la magia saliera de mis dedos y toqué las plantas de mis pies, curándome de las heridas que ocasionaron los vidrios.

Me acosté en el sofá, en el regazo de Tony, que está a un lado de mi, cerré los ojos y sus manos empezaron a acariciar mi cabello.

—¿Por qué está tan enojada? —la curiosidad de Visión iba subiendo cada vez más por su cuerpo.

—No lo sé, si tanto le molesta pudo solamente dejarme morir —un manotazo se escuchó en la cocina, sentí los dedos de Tony limpiando una lágrima que no me di cuenta que había soltado.

—¡No digas esas cosas!, ella te ama, yo también te amo, no se lo habría perdonado si tú hubieras muerto.

—En todo caso..., ¿por qué sigue tan débil?, ya pasaron semanas desde que la trasladaron de el hospital hacia acá —la firma de Clint se movió un poco en su lugar seguido de un rechinido de la silla en la que está sentado.

—Te digo que no lo sé, tal vez sólo sea un teatro suyo —¿cómo es capaz de decir esas cosas de mí?, como pude me paré y caminé rápidamente hacia ellos, tanteando para agarrar a Pietro.

Lo tomé por la chaqueta que traía puesta y al instante todos se sorprendieron, no se dieron cuenta de que entré.

Mi mano no tardó en impactar su mejilla, que posiblemente estaría toda roja, tal vez no me medí, porque Pietro se tambaleó cuando lo golpeé.

—¿¡CÓMO TE ATREVES A DECIR ESAS COSAS!?,¿¡TIENES IDEA DE A LO QUE RENUNCIÉ POR TI!? —Tony rápidamente se paró del sillón y entró corriendo a la cocina, todos me miraban sorprendidos—. ¡RENUNCIÉ A MI ALMA POR TI PIETRO!,¿¡DE VERDAD PENSASTE QUE TE DEJARÍA MORIR!? —las manos de Tony tomaron mis muñecas y las alejaron de Pietro, aún seguía aferrada a su chaqueta—. ¡ESTOY CIEGA, NO PUEDO VER NADA!, ¡todos los días hago un tremendo esfuerzo por salir de esa estúpida cama, aunque no tenga ningún motivo para hacerlo!, como para que todos ustedes me vean como una niña pequeña que necesita ser cuidada...,¡yo no necesito ser cuidada!, ¡se supone que yo los tengo que cuidar a ustedes!, ¿y sabes qué?, no me arrepiento de lo que hice, aún si eso significa darte mi alma a ti para que puedas vivir, aún si eso significa quedar ciega de por vida y parecer un monstruo, yo haría lo que fuera por cualquiera de los que vive en este lugar y tú —mi dedo rápidamente encontró el pecho de Pietro haciendo presión, lo que lo movió un poco para atrás—. Ni tú ni nadie me puede quitar eso.

—Si tanto te importa debiste dejarme morir en ese lugar.

—Si tanto quieres morir, quítate la vida, Pietro, pero si lo haces será tu elección y no habrá nada que yo pueda hacer por ti —Tony me tomó de la mano y me jaló fuera de la cocina. Caminamos y caminamos hasta que salimos del cuartel.

Fuera había todo tipo de movimiento, hombres y mujeres corriendo de aquí hacia allá, haciendo su entrenamiento militar.

Camiones que pasaban por la gran puerta de metal, y todo un sinfín de sonidos más.

—¿Realmente hiciste todo eso? —me senté en el piso y comencé a jugar con el pasto debajo de mí. Asentí mientras más lágrimas corrían por mis mejillas.

Dentro de la base hay todo tipo de emociones, y todavía puedo reconocer las de Pietro y Wanda, nosotros tenemos un vínculo fuerte, sin importar qué tan lejos esté siempre los podré sentir.

Los Maximoff | Bucky Barnes          EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora