3.03| ¿Qué está pasando?

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—Ya llegamos chicos —me levanté y me acomodé la playera.

—¿Puedes caminar bien? —Pietro se paró pero casi cae al instante—. Está bien te ayudaré.

Comenzamos a bajar del jet, Pietro va apoyado en mi mientras cojea y Wanda está ayudando a Visión.

Entramos al cuartel, Rhodes está dentro, tiene cierto tipo de, energía que lo rodea en las piernas.

—Señor secretario.

—Qué descarado eres, de eso no hay duda —¿qué está pasando ahora?

—A usted le serviría serlo —uy Nat, tranquila.

—El mundo está en llamas, ¿y crees que todo está perdonado?

—No vine aquí por su perdón, y tampoco pido permiso. La tierra ya no tiene a su mejor defensor, vinimos a pelear, si se interpone en nuestro camino, pelearemos contra usted —en tu cara perra.

—Arréstelos.

—Usted manda —un sonido se escuchó y Rhodes se quedó en su lugar—. Es una corte marcial..., que gusto verte Cap.

La felicidad recorrió el cuerpo de todos y ambos se estrellaron las manos.

—Igual Rhodey.

—Hola —Rhodes y Nat se abrazaron, yo apreté más a Pietro contra mí porque resbaló y Wanda sigue muy preocupada por Visión—. Wow, todos en verdad... se ven muy mal. Fueron dos años difíciles.

—Si los hoteles no eran precisamente de cinco estrellas —¿qué hoteles?

Bruce entró a la habitación, espera, ¿Bruce entró a la habitación?

—Ya creo que se ven muy bien —la sorpresa de Nat la invadió, y a Steve también—. Ehh, jeje, si, volví.

—Hola Bruce —¿hola Bruce?, mujer, te abandonó por el amor de Dios.

—Nat.

Y se quedaron en silencio—. Incómodo.

—Esto es incómodo —Wanda y Visión nos vieron entre ellos, un poco divertidos.

—Espera, ¿dijo dos años?, ¿en qué momento pasaron dos años?

—Bueno cuando estás en cama al parecer el tiempo pasa diferente.

—Lo siento —comenzamos a caminar hacia la sala y dejé a Pietro sentado en una silla—. ¿Cómo están tus piernas?, noté que tienes cierta energía rodeándolas.

—Oh, hola Kaira, están bien sólo es que aún no me acostumbro, estoy haciendo terapia física pero no noto que avance mucho.

—Puedo checarte después si quieres.

—Esto estaría increíble, gracias.

Le sonreí y me senté a un lado de Pietro, puse su pierna herida en mi muslo y le quité el teni, subí un poco su pantalonera y comencé a hacerle masaje con mi magia.

—Hay que suponer que volverán, ¿verdad?

—Y que pueden encontrarnos.

—Necesitamos a todo el equipo, ¿dónde está Clint?

—Después de los acuerdos, él y Scott aceptaron un trato, están en arresto domiciliario.

—A ver, a ver, más despacio, ¿qué está pasando en estos momentos y por qué no estoy enterada?

—Scott, ¿quién es? —okey, me acaban de ignorar.

Los Maximoff | Bucky Barnes          EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora