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Yoshiteru levantó la vista de la bandeja rápidamente, al reconocer a alguien sentado en una de las mesas del local. Se levantó, rodeando la mesa y dirigiéndose hasta la persona que había reconocido, Sumihiko y Toujuro lo siguieron con la mirada ambos sin dejar de comer sus hamburguesas. El alto azabache se acercó hasta una mujer al fondo del sitio, ella tecleaba sin cesar sin reparar en la presencia de los que tenía alrededor, Yoshiteru tuvo que aclarar su garganta con nerviosismo para que ella pudiera notarlo. Cuando lo miro, rápidamente hizo una reverencia.

—Buenas noches Kujo-san. Ha pasado un tiempo, no se si me reconozca?— la peliazul lo miro de arriba a bajo y luego le sonrió radiante bajando un poco la pantalla de su laptop.

—Claro, Yoshi-kun. Cómo podría olvidar a un gran fan del trabajo de Sensei— hizo un gesto con la mano indicándole que los asientos de su mesa estaban disponibles— Viniste a ver la exhibición? Dentro de poco abran subastas así que es posible que no vuelvas a ver alguno que otro cuadro, es tu última oportunidad—

El chico acepto el ofrecimiento y, con un poco más de confianza, se sentó frente a ella. Siempre le había gustado la buena disposición de la manager, era una mujer amable y servicial.

—No dudo que la subasta sea un éxito, la exhibición es realmente hermosa— comento con toda sinceridad, colocó una mano en su barbilla para expresar con más intelecto su opinión— Pero debo admitir que aún sigo teniendo mi favoritismo por la Tamayo 85 y 98-—

Escucho a la mujer soltar una risita.

—Son buenas elecciones. Me gusta más los cuadros de Tamayo en los girasoles, se ve melancólica y angelical—

El tema de conversación eran en general sobre las pinturas y las condiciones del artista, Yoshiteru era un gran fan de las obras. Y, aunque el pintor había cambiando a lo largo del siglo las pinturas seguían parecido producto de una misma persona. Sumihiko sonrió, volviéndose hacía el bicolor para comentar algo gracioso sobre la situación, pero se callo al notar que Toujuro había dejado su hamburguesa a medio comer y miraba en dirección de su compañero completamente espaciado. Nunca lo había mirar algo tan seriamente además de los movimiento en el Kendo, como si estuviera descifrando el enigma más grande del universo.

—La conoces?— termino por preguntar. Sin responderle el bicolor apretó los labios levantándose de la mesa y dirigiéndose hasta el dúo. Sumihiko hizo lo mismo perezosamente, tomando las cosas de sus compañeros que estaban en la mesa y siguiendo a su amigo— Toujuro, tus cosas...—

Rengoku se dirigió con paso firme e ignorando momentáneamente a su mejor amigo, cuando estuvo frente a la pareja ambos levantaron la vista curiosos por el nuevo visitante. En el rostro de la mujer no había atisbo de sorpresa ni curiosidad, lo miraba como lo había echo con Agatsuma; por su parte su amigo le transmitía con la mirada su molestia por no dejar que hablara a solas con una mujer hermosa. El bicolor tomo aire y juntó las piernas de un golpe con un porte militar.

—Mi nombre es Rengoku Toujuro, es un gusto conocerla— Grito su presentación para luego hacer una reverencia exagerada, todos en el lugar dirigieron la mirada hacia ellos, y al comprobar que no era nada que mereciera su atención, las personas alrededor siguieron en lo que estaban haciendo. Rengoku apretó los puños agarrando valor y rogando no equivocarse de persona— Yo... Una vez... Alguna vez... Usted. Nos hemos conocido antes?—

La peliazul arrugó el ceño intentando rebobinar si en algún momento se había encontrado o si le había dirigido la palabra alguna vez. Sus memorias eran extensas, pero la más reciente con aquellos cabellos familiares remontaba hace una década atrás, en ese mismo museo. Kujo dió un aplauso recordando por fin.

—El niño perdido del museo?— Toujuro asintio despacio, se le veía más cómodo una vez ella le confirmo que era efectivamente la misma persona que le auxilio. La mujer le regaló una sonrisa alegre, con las mejillas levemente sonrojadas— Haz crecido un montón. Me alegro que estes bien—

Antes de poder continuar con la conversación un chico, por su apariencia universitario se acercó de espaldas hacía la peliazul. Cuando estuvo cerca de ellos se lanzó a abrazarla por la espalda, lo que dejó sorprendidos a los 3 chicos de preparatoria. Kujo volvió la cabeza a ver de quién se trataba y luego comenzó a reír al ver al chico conocido. Empujándolo amistosamente para que mantuviera la distancia.

—Estas siendo acosada por fans Ayame-san?. Tu novio debería rescatarte?— la peliazul lo miro como si ni el se creía lo que acaba de decir, a Toujuro le llamo la atención el escudo de Wisterias bordados en los puños de su camisa. Le parecieron levemente familiares por unos segundos, aparto los ojos cuando el chico paso la mano confianzudamente por el hombro de la mujer lo que hizo que quisiera acribillarlo con la mirada— Mm... Un Rengoku?—

La manera despectiva en que se dirigió a su apellido lo hizo enojar.

—Nos conocemos?— pregunto sin honoríficos con deje de amenaza, haciendo que la sonrisa del universitario se borrara de su rostro y alzará una ceja.

Yoshiteru y Sumihiko se adelantaron para hacer una reverencia rápidamente en modo de disculpa, Marion les sonrió quitándole importancia a la falta de respeto del bicolor. La peliazul pensó que la llegada de su acompañante haría que aquello se tornarse en algo divertido. Hacía tiempo que no veía un Rengoku, desde que había salvado al chico del museo. Su relación con la familia fue marchitandose con el pasar de los años, asi que el inesperado interés del bicolor avivo su curiosidad.

Corazones en LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora