Yushiro apareció al amanecer, llevando consigo una pequeña niña de unos 5 años cargada en los brazos. La pequeña tenía el cabello corto hasta el mentón del mismo color de Kujo-san. El pintor la acercó hasta su rostro y susurró algo que fue indescifrable para el bicolor, la pequeña abrió levemente los ojos. Sus ojos eran del un azul tan claro, que parecían difuminarse con el blanco. La pequeña miro a Toujuro desde la comodidad de los brazos del pintor.
Chachamaru reapareció, empujandolo levemente con la cabeza, maullando se dirigió hasta su dueño. El descendiente de Senjuro tuvo que acercarse hasta ellos, más de cerca, noto que la tela con que cubría a la pequeña era la misma que la ropa que había visto en Marion en la oscuridad. Tenía sus ojos, claros y fríos como el océano Antártico. Era ella.
—Kujo-san?— ante su llamado la peliazul levanto la manito, dispuesta a tocar su frente. Toujuro se quedó estático por un segundo, recordando cómo la mujer había intentado borrar su memoria de la misma manera en los dominios de Lady Ella. Se echó hacia atrás manteniendo la distancia de unos metros de ambos demonios, si ella era de ese tipo de criaturas, significaba que también poseía esos extraños poderes. "Técnicas de sangre" había recordado que ella lo menciono esa vez— Porque Kujo-san está de esa forma, que le hiciste?—
El pintor de las Tamayo chasqueo la lengua.
—A diferencia mía, Marion fue convertida en demonio con la sangre de una Luna superior. Sin la maldición de Kibutsuji Muzan y la falta de alimentos se vuelve inestable y termina siendo lo que viste ayer — señaló con el mentón a la niña y está volvió a verle con ojos expectantes. No parecía agradarle la idea de que el hombre hablara demasiado sobre su pasado— De esta forma ella mantiene más la energía, hasta que logra recuperarse por completo—
Maldición? Luna superior? Que era todo eso?. Y quien demonios era Kibutsuji Muzan?. No entendía nada de lo que ocurría, pero una cosa era clara, la peliazul tenía la capacidad de modificar los recuerdos. Así podía explicar porque sus amigos no recordaban nada de los incidentes o que lo hicieran de una manera conveniente para las dos personas que tenía frente suyo. El pintor de las Tamayo solo lo había dejado en esa casa para que la mujer pudiera borrarle la memoria. Apretó los puños, él no dejaría que eso sucediera.
Mientras se encontraba a solas, urgo varias veces su mochila en busca de algún objeto que le ayudará a defender. Con el objeto punzante en la mano, Toujuro se dió la vuelta lo más rápido posible, lanzandolo el arma mientras corría a la insignia de papel que cubría la puerta. Cuando el pergamino se desgarro comenzó a quemarse y desaparecer. Escucho a Yuchiro gritarle algo, pero no sé volvió, continuo corriendo hasta la salida de la casa bajando de dos en dos los peldaños de la escalera, tirando las puertas que obstruian su camino. Cuando llegó al patio externo se alegro, quedando solo unos pocos metros para salir de la casa.
Volvió a escuchar al pintor gritar algo desde la ventana superior y luego sintió un peso extra en su espalda, haciendo que el choque lo derrumbara en el suelo. Con una fuerza descomunal lo hicieron volverse y descubrió que Marion en su forma pequeña lo estaba sometiendo con facilidad. Los rayos de sol del alba comenzaron a inundar los rincones oscuros hasta que llegaron a la mujer, está comenzo levemente a gemir de dolor y a quemarse parte del rostro. Pero eso no la detuvo a continuar levantando su mano para tocar la frente del chico.
—Marion, piensas morir? Estás loca!? Vuelve a la mansión rápido, antes de que termine de amanecer— El pintor grito escondiéndose en la oscuridad.
«Marion» ese nombre se le hacía tan familiar que tenía ganas de llorar. Tenía que saber en dónde lo había escuchado antes. Otra vez habían sido en sus sueños?.
Recordó que las palabras duras de sus padres. Como su progenitor le había dado un preciado recuerdo familiar, que había sido pasado de generación en generación y que había sido guardado en una oscura caja cuando ya no fueron necesarios los servicios de los Rengoku. Esa cosa estaba doblada en su mochila, el haori de llamas.
Agarro con fuerza la muñeca de la niña para evitar que siguiera avanzando y con la otra trataba de agarrar desesperadamente su mochila que con el choque había quedado a escasos centímetros de él. Debía protegerla del sol antes de que fuera tarde. Kujo-san no podía morir por su culpa. Estirado el brazo lo más que pudo logro apenas tomar un poco del haori. Lo jalo con fuerzas y lo extendió por encima de la peliazul. Al ver aquello tan familiar, como la tenue luz hacia brillar los colores rojos y naranjas, Marion se quedó en estado de shock, logrando que el bicolor pudiera cubrirla por completo, estrechando su pequeño cuerpo contra su pecho.
—No te muevas, te llevaré hacía la mansión para que estes a salvo— a Toujuro le dolía el cuerpo y seguramente tenía las rodillas raspadas por la caída, estás le dolían con cada paso que daba. Sintió como la chica se aferró a su cardigan comenzando a temblar y llorar.
—Kyojuro... Kyojuro...— decía apenas con un hilo de voz mientras su cabeza se estrechaba contra el pecho del bicolor, percibiendo el leve aroma del Ex pilar de la llama en el muchacho. Toujuro le acaricio la cabeza con una media sonrisa. Recordo como le había dicho eso en sus sueños, como su dulce voz pronunciaba un nombre que no era el suyo.
—No soy esa persona, mi nombre es Toujuro... Lo recuerdas?— El chico deletreo su nombre para hacerla recordar, pero la pequeña no parecía oírlo, aferrada al haori de flamas como si su vida dependiera de ello.
El bicolor acomodo el pedazo de tela antiguo de tal manera que no entrarán los rayos del sol por algún orificio, cuando se cercioró de que todo estaba en orden, continuo su camino a la mansión con la pequeña entre sus brazos. Respiro profundamente para controlar el punzante dolor en su muñeca derecha. Lo más seguro era que su padre lo regañaría una vez llegará a su hogar, los dolores en sitios específicos del cuerpo no eran buena señal para seguir con su entrenamiento de Kendo y su madre era muy nerviosa, así que no dejaría que el chico practicará con su riguroso padre hasta que desapareciera cualquier indicio de injuria. A pesar de que le deparaba un buen escarmiento, nada de eso le importo, lo único que quedaba de su mente era que había encontrado a Marion, a la mujer del museo.
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Corazones en Llamas
Fiksi PenggemarDespués de la derrota de Muzan los tiempos de paz vuelven a Japón, el mundo comienza a olvidar a los demonios y la noche volvió poco a poco a ser segura para los aldeanos. En el Japón moderno, Rengoku Toujuro es un chico muy activo al que le encanta...