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Ya en el auto, Marion comenzó a dar indicaciones al joven líder de la familia Fuji. El universitario escucho todo atentamente, asintiendo cada vez que era necesario. Estaba extrañamente callado, con el ceño fruncido. Cuando la tensión en aquel pequeño espacio creció por el silencio incómodo, la peliazul se cruzó de brazos.

—Si algo te molesta, solo escupelo— le exclamo ya cansada de recibir solo atenciones vacías. Aquello solo hizo que el ceño del joven se profundizara.

Después de un corto silencio, al ver la silueta de la edificación del colegio a la lejanía. Decidio hablar.

—El Marechi al que mencionaste por teléfono era ese descendiente de Rengoku?— más que una pregunta fue una acusación severa. Estaba molesto porque le había ocultado esa información— porque no me lo dijiste?—

Marion se recostó del espaldar de su asiento. Le parecía un poco injusto el trato que Ryūjin le daba al chico.

—Se que no están en buenos términos y no quise que te preocuparas más de la cuenta—

El joven apenas apartó un poco la mirada del camino para reprocharle, la peliazul pensó que la reprimenda podría ser peor si él no fuera el que estuviera conduciendo.

—Los Rengoku ya te han hecho suficiente daño como para querer volver a involucrarte con ellos— quiso añadir algo más, pero decidió a último momento mantener la boca cerrada. El hombre suspiro, tratando de conservarse sereno para continuar con la misión, mientras más rápido terminarán aquel pedido más rápido la mujer dejaría de verse con ese bicolor— En el asiento trasero está la cápsula. Cómo lo pediste, él no dió grandes problemas y la extracción de sangre fue exitosa— Marion echo un vistazo atrás, sobre el asiento reposaba una pequeña caja satinada de color negro— Es un Marechi, hice las pruebas correspondientes y lo confirme... Así que debes tener cuidado de no inhalar su aroma cuando la uses— el auto se detuvo frente al instituto. Cómo lo habían planeado, ella entraría sola y Ryūjin mantendría las distancias para no levantar sospechas. Está vez sus ojos si pudieron posarse en los de ella, serios como si estuviera apunto de regañarla nuevamente— Haz logrado comer algo?—

Ella frunció la boca.

—Aun no, pero siento que aún estoy en buena forma... No te preocupes—

Él no iba a hacerle caso por supuesto, una de las cosas que había aprendido de Marion en esos años, era que di ella decía que no se preocupara era porque tenía que hacer justo lo contrario. Pero por esta vez, confiaría en su juicio. Además de que ningún humano se encontraria alrededor de ella cuando rompiera la cápsula para liberar la sangre Marechi.

Al ver que ya su espalda colgaba de su cinturón. Quiso desearle lo mejor.

—Buena suerte—

Ella se volvió hacía él.

—Empiezo a creer que quieren que fracase— la peliazul rio ante el rostro confuso de su protector. Sacudiendo su mano en negación y avanzando a la entrada del instituto le regaló una sonrisa —Chiste interno. Lo siento, prometo que todo saldrá bien—

Cómo era de esperarse, la penumbra acompaña el silencio que reinaba en el pasillo. Las clases extracurriculares debieron terminar varias horas antes de su llegada y Ryūjin le había solucionado los posibles problemas con los guardias. Siguió avanzando sin inmutarse por la oscuridad, esa noche podria ser peligrosa para los humanos, por lo que era mejor que mantuvieran las distancias. La sangre Marechi era demasiado poderosa, descontrolaba a cualquier demonio que pudiera olerla, incluso a los más fuertes.

Marion bajo la mirada, observando el propio compas de sus pies. Tal vez había hecho mal en dejar a Toujuro en manos de Ryūjin, el universitario se había puesto reacio a aceptar la ayuda del bicolor y su rostro se había convertido en un poema al descubrir que el dueño de su inestabilidad había sido, nada más y nada menos, que un Rengoku.

Corazones en LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora