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Toujuro tuvo que detenerse justo a la entrada del Museo. Era el mismo sitio en el que se había perdido una vez de pequeño, no recordaba casi nada de ese incidente, solo que después de eso su madre no le había dejado solo hasta graduarse de primaria. Aquello le acarreo varios momentos incómodos y embarazos, pues su madre le acompañaba a todos los sitios a dónde la escuela viajaba.

Continuo con su camino sin volver a reparar en el recuerdo. Ya estaba lo suficientemente mayor para tener miedo de algo tan estúpido como un gran edificio.

Yoshiteru guío a sus acompañantes como si los estuviera paseando por su propia casa, mencionaba incontables veces que nadie conocía al artista y que la discusión en los foros de internet se centraban en encontrar alguna evidencia sobre su paradero. Cosa que nadie había logrado hasta la fecha. Pasaron dos salas de exhibiciones, ambas de muñecos de cera. Toujuro miro derredor, como si estuviera reviviendo un recuerdo. Todo aquel trayecto era el mismo que había recorrido cuando era solo un niño.

Al llegar a la sala de las Tamayo, Yoshiteru olió el aire como si estuviera en medio de un campo en mitad de la primavera y no en una sala cerrada sin ninguna clase de iluminación natural. Era un área fría y tranquila. La mayoría de los visitantes eran personas como su amigo, interesados en ver la nuevas obras del artista. Algunos comentaban cuáles habían sido sus favoritas hasta la fecha y por cuáles de la exhibición pensaban pujar en la subasta. Sumihiko y Toujuro se sintieron algo fuera de lugar, no era que no les gustara el arte, era solo que no se sentían tan fanáticos como para entablar una conversación con alguien fuera de su círculo social.

Dejaron que Yoshiteru recorriera toda la estancia emocionado, haciendo comentarios fuera de lugar de lo hermosa que era Tamayo y de como le gustaría conocerla en persona. El menor de los Kamado se sentó junto a su mejor amigo en un rincón de la sala, gracias al frío comenzaba a tener sueño. Toujuro se quedó a su lado, sabía que Sumihiko sería capaz de quedarse dormido si se lo proponía. Después de una hora, el chico ya estaba dormitando en su hombro, solo se espabilo cuando el mayor de los Agatsuma se acercó a ellos casi corriendo.

—Escuche que la manager de «sensei» está en el edificio. Necesito ir a verla, podría darme algún detalle sobre su persona—

Al ver al dormitado Sumihiko le tomo de los hombros y lo zarandeo, el chico se sintió fastidiado al tener que salir de aquella zona de confort que había creado. Los tres amigos comenzaron a levantarse y dirigirse a la salida, Solo se detuvieron cuando Toujuro reparo en el único marco solitario de la estancia. Se suponía que aquella también era una de las Tamayos, pero se sentía diferente al resto. Su rostro estaba casi oculto entre las sombras de su enorme sombrero de campo, a diferencia de las otras, la mujer parecía tener los ojos azules en vez de violetas con la misma piel lechosa. Sus cabellos parecían diferentes, aunque no se podía confirmar ya que estaban casi ocultos en el sombrero. La vista de la mujer parecía ida, como si estuviera viendo al futuro, se sentía triste, solitaria. Cómo si pudiera reconocerla, su imagen hizo que recordara el incidente de aquel museo, como si su memoria se hubiera activado con un click. Yoshiteru se acercó a su espalda y reconoció rápidamente la obra.

—Esa, «Tamayo en el campo» es una hermosa pintura, pero es la única en esta sala que no se ha podido subastar— aquel comentario lo hizo con tristeza como si sintiera pena por la pintura— lo fanáticos dicen que no se parece a Tamayo, que les da cierto miedo verla. Cómo si tuviera vida propia—

Toujuro estuvo de acuerdo con él. Aunque no podía sentir otra cosa que no fuera tristeza al verla, sus manos hormigueaban como si quisiera abrazarla y decirle que todo estaba bien. Si fuera un adulto, no dudaría en comprarla. No dudaría en hablar con ese cuadro todos los días, hasta que la mujer en su interior lograra sonreír. Se rió de si mismo, aquello sonaba algo escalofriante.

Corazones en LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora