Las noches se volvían cada vez más enérgicas, la casería no había terminado y eso que llevaba al menos 8 horas en vigilia. Este demonio era astuto, sabía que debía tener cuidado con su presencia y parecía haber registrado su olor en su memoria, pues no había aparecido pese a todo el olor a humano que había en el ambiente. «Lady Ella» así la hacían llamar las estudiantes de Kimetsu Gakuen. Lo único que no comprendían las jóvenes mentes de ese instituto, era que la nombrada no era un juego de valentía o un simple reto adolescente, si no un demonio al acecho.
Marion observo a la distancia como las dos jóvenes aterrorizadas, emprendian una retirada por las escaleras del colegio. Los Ubuyashiki le habían informado sobre un nuevo rumor y, después de una exhaustiva investigación, la fuente del mismo había acabado en ese sitio.
Salto con gracia quedado suspendida en el aire por unos momentos, antes de caer en el techo de colegio. Ahí estaba, la mayor de las tres chicas que habían entrado en el edificio a altas horas de la noche y la que, según sus compañeras, había sido poseída por el espíritu de «Lady Ella». Sintió pena por la muchacha, sus amigas la habían abandonado cuando creyeron que el fantasma estaba ocupado en su cuerpo. Lo que no habían notado o tal vez eran sus ojos humanos los que eran incapaces de verlo, eran los hilos que sostenían el cuerpo inconsciente de la chica. Aquellos hilos tenían un olor nauseabundo, el de un demonio que se había satisfacido de carne, huesos y sangre humana. Tuvo que tapar su sensible nariz con la manga de su chaqueta, el olor a sangre estaba provocando su instinto demoníaco. Hacía ya una semana que no se había alimentado correctamente, pudiendo sentir como su control quería desvanecerse a la sola idea de saciar su gula.
La chica de unos quince años caminaba por el borde de la azotea, como si estuviera danzando entre el piso de cemento y el vacío. Al reparar en su presencia, el demonio hizo que el cuerpo girará hacia la peliazul, como si estuviera apunto de abalanzarse contra ella. Marion empuño su arma, aún sin intenciones de desenvainarla. Olía el ambiente tratando de identificar la ubicación del controlador, pero le era imposible pues todo el hedor de demonio impregnaba el ambiente.
El responsable se percató de ello pues hizo que la chica frente a ella comenzará a hablar. Su tono era tranquilo, como si estuviera a una escala superior a la cazadora. Marion concluyó que se sentía triunfante aún si batallar contra ella.
—A pesar de que corre por tus venas la misma sangre que la mía, eres mucho más débil— la boca de la muchacha se movía pero claramente no era ella a quien pertenecía esa voz. Parecía una anciana, con una voz jocosa y fastidiosa.
—Debil? Al menos yo no tomo a un humano como rehén. Puedo librar mis propias batallas — quería provocarla, pero no surtió el efecto que buscaba pues el demonio rio haciendo eco en el vacío.
—Este no es un rehén, es comida— levanto el cuerpo levemente e hizo que los hilos se tensaran, cortando el cuerpo de la chica. Al registrar el dolor, la conciencia de la muchacha volvió en sí, despertandola por completo. Se mantuvo aturdida durante unos segundos antes de reparar en el echo de que estaba flotando y sangrando. Entrando en pánico comenzó a gritar moviéndose bruscamente para zafarse y haciendo que en el proceso los hilos cortaran más su piel— Te gustaría un bocado, cazadora? Pareces estar tan hambrienta como yo—
La peliazul tomo impulso de sus tacones y con un rápido moviendo intento acercarse hasta la chica. El conjunto de mechones la atacaron como si fueran una ola, alejándola de la víctima. La muchacha gritaba asustada mientras sentía como su cuerpo era cortado con pequeños fragmento de mechones, era demasiado doloroso para soportarlo y al poco tiempo de ver su sangre resbalar por su carne volvió a desmayarse, el desequilibrio y su peso muerto hicieron que se balanceara hacía el vacío. Marion dejo que los mechones cortaran su piel y parte de su uniforme, ella podía regenerarse pero si la muchacha caía desde esa altura seria incapaz de ver un mañana. Antes de que su mano sostuviera el cuerpo, un gran mechón de cabello le rodeo el estómago interponiendo su llegada.
Rozando la piel con la yema de sus dedos, la chica cayó a la negrura y a los poco segundo se escuchó un sonido seco, indicándole que ya el cuerpo había tocado el suelo. Ante la idea de desanimarla el demonio rio a carcajadas. Aquello fue la gota que rebasó el vaso.
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Respiración de la llama.
Quinta postura: Tigre de fuego
______________________________________El cabello derredor de la peliazul se calcinó con el fuego de la espada. Era la segunda víctima que no había logrado rescatar. Apretó los dientes dejando ver sus colmillos, aquello pasaba por su propia debilidad. Por el hecho de que no quería matar a otros como ella.
En sus encuentros buscaba manera de neutralizarlos e inyectarles el suero para revertir la demonización, pero era pocos los casos que lograba ese cometido, teniendo al final que decapitar a sus compañeros. La mayoría en sus últimos momentos le daban información, aquellos que se habían salido de control sin culpa. Había alguien que buscaba maneras de darle poder a los demonios, proporcionándoles la inexistente sangre de Muzan para alterar sus células y hacerlos más fuertes. Aún no lograba descifrar cómo era posible, el rey demonio llevaba un siglo muerto.
En esos momentos estaba furiosa consigo misma, si el demonio había despertado algo de compasión en ella, con ese acto, había eliminado todo rastro de simpatía. No toleraria aquella muestra de maldad. Su cuello sería degollado sin un solo gramo de vacilación. Apretó la empuñadura de su katana e intento usar su técnica de sangre. En ese momento, los cabello alrededor de ella se escondieron y todo se mantuvo en un inesperado silencio. Un segundo después, Marion recibió un sorpresivo ataque a sus pies, sosteniendo uno de sus tobillos y lanzandola con furia hacía la edificación más próxima. La mujer de cabellos azulados se equilibro haciendo un par de volteretas antes de que sus tacones se rompieran al chocar contra el muro se concreto. Tomo impulso y cayó unos metros abajo, cerca de la entrada del colegio.
Dispuesta a continuar con la casería, se dispuso a quitarse los desechos zapatos y volver con un impulso a la terraza. En ese momento, un auto apareció rápidamente, frenando de manera abrupta frente a ella. El coche era de un color negro, un modelo BMW descapotable con los vidrios ahumados, tan negros que era casi imposible mirar dentro. Ryūjin apareció cuando la puerta del auto se abrió. Llevaba un uniforme especial, no el de un cazador pero si confeccionado con la misma tela resistente. Usualmente su protector no participaba en las caserías, pero Ryūjin no podía dejarla sola un segundo, sobretodo si sabía que su vida estaba en peligro. Desde niño siempre la sobreprotegia, ya sea de sus familiares o de la sociedad.
—Esta apunto de amanecer. Deberías entrar en el coche— fue una orden en vez de una sugerencia. Marion frunció el ceño y gruño en respuesta, no podía dejar que el demonio continuará libre. No después de ver como aquella joven moría de una manera tan horrible. Cómo siempre, Ryūjin intuyo perfectamente sus pensamientos— No ganarás nada continuando la casería con el sol en lo alto. Tu seguridad es primero— al ver que la mujer lo ignoraba con la decisión de volver a entrar en el edificio, la tomo del brazo, suspirando por su renuente rechazo— Cariño, al menos dame una oportunidad. Tengo un mejor plan—
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Corazones en Llamas
Fiksi PenggemarDespués de la derrota de Muzan los tiempos de paz vuelven a Japón, el mundo comienza a olvidar a los demonios y la noche volvió poco a poco a ser segura para los aldeanos. En el Japón moderno, Rengoku Toujuro es un chico muy activo al que le encanta...