Capítulo 1: Obscenidad

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Como todos los domingos por la mañana, me levanto al lado de un desconocido... Ya hasta se me haría raro que no pasara.

-¡Eh! Tu, despierta. No me acuerdo de tu nombre, pero tienes que irte. - Le despierto.

- ¿No recuerdas mi nombre? - Me pregunta confundido – Me llamo Carlos ¿No prefieres que te invite a comer o algo?.

- No. Vete, tengo que trabajar. - Contesto levantándome de la cama, para dejarle bien claro que no quiero ni saber como se llama, ni pasar más tiempo con el – Lo de ayer estuvo bien – Creo – Pero solo fue eso, sexo. No busco nada más, ni si quiera repetirlo.

- Vaya... nunca me había pasado esto. Normalmente soy yo, quien dice eso al día siguiente, pero bueno. Supongo que lo entiendo.

- Me alegro.

- Me visto y me voy. - Aclara.

- Gracias.

Después de que mi nuevo "amigo", se haya ido. Me siento el sofá y empiezo a terminar el papeleo, que tengo que entregar mañana para mi nuevo jefe, por el traspaso de la empresa. Ahora que me caía bien el dueño...

Sentada en mi mesa, imprimo los papeles que tengo que entregar mañana. La verdad, es que me esfuerzo mucho en mi trabajo, por que verdaderamente lo amo. Esto y mi familia es lo único que me importa. Me sumerjo afondo en mi trabajo, durante las siguientes horas, hasta que mi estomago empieza a rugir. No me apetece mucho cocinar, así que meto una pizza en el horno. Mientras, enciendo la televisión y me pongo a ver un programa rosa. Pobres famosos, sin intimidad ninguna. No tardo mucho en comerme la pizza al salir del horno. Luego llamo a mi madre, en lo que me pongo cómoda para dormir. Mañana será un largo día.

- Dria ¿Tienes los papeles? - Me pregunta entrando mi supervisor y amigo en mi despacho.

- Si. ¿Ya esta aquí?.

- Si, esta aparcando el Ferrari. Se ve que le gusta presumir. - La verdad no me extraña, si yo tuviera para comprar todas las acciones de una gran empresa, yo también fardaría de ello.

- No seas tan envidioso Leo, que luego te salen arrugas de los pucheros.

- Ay cállate plebeya. Te veo abajo en cinco minutos para recibirle. - Me guiña un ojo y sale de mi despacho, con la misma pluma con la que ha entrado. No se por qué lo oculta, no veo nada malo en ser gay, de echo me parece genial, pero el prefiere mantenerlo en secreto en el trabajo. Cojo los papeles, los meto en una carpeta azul y me estiro la falda de tubo negra. Una vez en la primera planta, me encuentro con un corro de chismosas cuchicheando demasiado alto sobre el supuesto "romance" que se han inventado entre Leo y yo.

- Leo, ¿Dónde esta?- Le pregunto cuando llego a su altura.

- Mira es ese – Señala a un rubio ceniza, de espalda mas ancha que mi cama de matrimonio. Con un traje negro perfectamente planchado, de unos treinta años.

- Bueno, me acerco y se los doy ¿O que hago?. Tengo más trabajo – Casi me olvido de la campaña de perfumes. Mierda.

- Bueno, si tan liada estas, ya se los doy yo, que quiero ver si esta en la misma acera que yo.

𝐴𝑍𝑈𝐿 𝑂𝑅𝐺𝐴𝑆𝑀𝑂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora