Capítulo 2: Cita inesperada

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Martes por la mañana. No se por que tienen que existir los martes, ni son el primer día de la semana, ni el ultimo. Son el maldito segundo día. El que te confirma que tu vida es una mierda. El que te confirma que eres un monstruo. El que te confirma que estas rota y no haces mas que romper a los demás... me paso la mañana pensando en Axel. No en lo mal que pueda estar, si no en si e perdido a la única persona que me hacia relajarme y ver las estrellas entre las sabanas. Estoy enferma.

-Hey Dria, ya me he enterado de que tu trabajo no es suficiente para el jefe... - Me interrumpe Leo.

- Si bueno eso me dijo.

- Yo lo he visto, y si te sirve para mi es de los mejores trabajos de la empresa.

Con una sonrisa sale de mi despacho dejándome otra vez con mis fríos pensamientos. Mirando el móvil lucho conmigo misma entre llamarle o no. Creo que si lo voy ha hacer...

-¿Esto es lo que haces cuando no te vigilan? - Me sorprende mi jefe irrumpiendo en mi despacho.

- No, solo estaba...

- Los problemas amorosos se quedan en la puerta, ¿Esta claro? - Que le jodan.

- Yo no padezco de corazón. No se piense que sabe todo sobre mi, por que se sorprendería de lo que le costaría entenderme. - Le miro fijamente sin siquiera pestañear.

- ¿Usted cree? - Asiento, sin apartar la mirada de sus claros ojos, que hasta ahora no había notado.- Eso se puede arreglar, esta noche la invito a cenar y me deja intentarlo. - Espera ¿Que?

- No gracias.

- No es una pregunta. ¿A las ocho le parece bien?

- Puestos a no tener otra opción, si, las ocho esta bien.

Sin decir una palabra mas sale de mi despacho, tan silencioso como entró.

- ¿Me estas diciendo que tienes una cita con el gran jefe?¿O me equivoco? - Pregunta Leo en la comida.

- No es una cita, es una tortura.

- Oh venga ya. Es un dios griego... y tienes que ir, me acabas de joder las fantasías que tenia con el.

- No me fio de el Leo.

- No te fías de nadie Dria.

En eso tiene toda la razón. No puedo, ni quiero fiarme de nadie, por que es ahí cuando te rompen. Cuando me doy cuenta de la hora, son las ocho y diez. Y yo sigo en mi mesa trabajando, aun no e terminado así que creo que no podré ir, necesito terminar esto hoy... La excusa perfecta, es mi jefe querrá que lo acabe. Le escribo un Gmail a su correo privado.


Dria Scott, para Max Steel:

Asunto: Cena.

No voy a poder asistir a la cena acordada esta noche, como ya se habrá dado cuenta, tengo que terminar unos papeles que usted, me ha entregado esta mañana, para mañana mismo. Y si no sigo con esto esta noche no estarán listos para la fecha acordada.  :)


Max Steel, para Dria Scott:

Asunto: Cena.

Llega tarde señorita Scott... Le estoy esperando en la puerta de la empresa. No me gusta que me hagan esperar. Además, creo que podrá terminarlo mas tarde, o mañana en la mañana. Ya que los dos sabemos que no le puede quedar mucho y hasta las doce no lo tiene que entregar.  :)


Dria Scott, para Max Steel:

Asunto: Cena.

¿Eso no seria favoritismo señor Steel? ¿Y eso no es algo que esta prohibido en esta empresa? Creo que no se ha leído la hoja de normas, que usted mismo nos entregó.  :(


Max Steel, para Dria Scott:

Asunto: Cena y despido.

Si mañana no me lo entrega a las 12.00am esta usted despedida. ¿Le parece eso favoritismo?

PDTA: Sigo esperando señorita Steel.


Joder es bueno en esto... Y la verdad, es que me esta dando morbo. Una cena con tu jefe no tiene tan mala pinta... ¿O si?. Apago el ordenador y cojo mi bolso. Una extraña sensación en mi estomago empieza a ponerme nerviosa... Putas mariposas. Si pudiera ahogarlas bebiendo agua lo haría, me bebería hasta la ultima gota del mar. Cuando salgo por la puerta de recepción, un hombre me guía hasta donde se encuentra estacionado el coche del señor Steel.

- Me alegro que haya decidido venir esta noche señorita Scott. - Me recibe.

- ¿Es que tenia mas opciones? - Respondo entrando en el coche.

- Siempre ha tenido mas opciones señorita Scott.- Me mira fijamente a los ojos, y una pequeña sonrisa deja ver su perfecta dentadura – Y para que no se considere mi favorita, e pensado en reducirla los veinte minutos que me ha dejado esperando, de la hora de entrega del proyecto. Mañana tiene que estar en mi mesa a las 11.40am. - Sentencia. Lo que no me parece justo.

- No me parece justo ni legal, ya que esta cena es antojo suyo señor Steel. - Le miro fijamente – Pero no soy una niña para quejarme de las irregularidades de la vida supongo.

Sin mediar palabra, pasamos el camino al restaurante en silencio, aun que cuando me bajo de la limusina me doy cuenta, que no es un restaurante, si no un edificio. Le miro confundida y el se limita a reírse, con esa perfecta y blanca sonrisa...

- ¿Te sorprende algo? - No se por que pero ese comentario me molesta, y lo peor es que tiene razón, como pude por un instante creer que este hombre de las cavernas, versión elegante iba a lucirse con una empleada en un mísero restaurante.

- ¿Sabes una cosa? - Respondo colocando el peso de mi esbelto cuerpo frente, la puerta abierta del coche y uno de mis brazos en jara – Mejor me voy a casa señor Steel.

La duda cruza su mirada ya no tan confiada como siempre - ¿Segura?.

- Si – Empiezo a caminar sin rumbo, por que no se donde diablos estoy realmente, pero supongo que encontrare un taxi o una parada de bus no muy lejos.

Al llegar a casa me siento decepcionada. Ni si quiera se ofreció a llevarme a casa, sabiendo que ni sabia donde estaba ni tenia mi coche allí. Normalmente son mas caballerosos conmigo. Saco el móvil del bolso y ni un Mensaje ni nada... Le ha dado igual, podría haber muerto en una cuneta o incluso podrían haberme violado, y aun así no me hubiera escrito siquiera. Maldito sea.

Enchufo el móvil a cargar y me desprendo de la ajustada ropa que llevo lentamente... Primero la camisa, dejando al descubierto mis voluminosos pechos. Luego la falda de tubo, dejando respirar mis trabajadas curvas. Y así cayendo rendida en mi cómoda cama.

𝐴𝑍𝑈𝐿 𝑂𝑅𝐺𝐴𝑆𝑀𝑂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora