Capítulo 30: Pero como no es el caso...

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Cuando la alarma suena a las nueve de la mañana, me siento muy cansada. Anoche me acosté más tarde de lo normal. Cuando activo mis sentidos, escucho ruido proveniente de la cocina. Lo que me asusta, hasta que recuerdo que Elena esta en casa. Me levanto de la cama y mis pies desnudos, entran en contacto con el frio suelo de mi piso. Cuando paso frente al armario, en dirección al baño y veo el vestido, los nervios me consumen. Hoy es el gran día de Max. ¿Debería llamarle o me presento allí?. Si le llamo podría invitarme y quiero que sea una sorpresa. Mejor no le felicito hasta tenerle enfrente y poder darle el beso de su vida.

- Espero que le gusten – Suspiro al pasar frente a sus regalos, que descansan sobre la mesa de mi tocador, loa cuales están perfectamente envueltos.

Una vez me visto con lo primero que veo en el armario, salgo al salón en busca de Elena. Me encuentro con una Elena sentada en el sofá, con Dilan en brazos y con mucho maquillaje, para intentar tapar sus moratones de la cara y cuello supongo. Pero lo único que consigue, es que llamen más la atención, cosa que no voy a comentar.

— Buenos días – Le saludo mientras me recojo el pelo, en una coleta alta.

— Buenos días – Me responde.

— ¿Lista?

— Eso creo... – Dice suspirando y poniéndose en pie, como la mujer fuerte que es.

— Estaré a tu lado en todo momento – Le prometo.

— Prefiero que esperes fuera con Dilan, no quiero que oigas algunas cosas – Dice con cautela – ¿No te importa no?.

— Por su puesto que no. Te estaremos esperando en el parque de enfrente.

— Genial, pues vamonos.

En el coche camino a los juzgados, la tensión inunda el coche, excepto por las risas de Dilan. El pobre no se entera de nada y casi que me da envidia. Miro de reojo a Elena: Su cabeza descansa en el cristal de la ventanilla de mi coche, su mano esta apretada en un puño y se muerde los carrillos tratando de aguantar, las enormes ganas que tiene de llorar. Yo se que en el fondo lo ama, pero lo que el hace no es amor y me alegro de que lo haya entendido.

— ¿Me has enviado las fotografías? – Me pregunta una vez aparco en el aparcamiento, junto a los juzgados.

— Si.

— Os veo en un rato – Se despide mientras avanza, en dirección a los juzgados.

Observo como entra en el edificio y prosigo a desatar a Dilan de la sillita del coche. Estos cierres son más complicados que los de la nasa. Una vez lo desato y Dilan se ríe de mi, le cojo en brazos y vamos al parque de enfrente. Le monto en uno de los columpios y le abrocho el cinturón. Mientras le balanceo me entra una llamada de Leo.

— Hola – Le saludo al descolgar la llamada.

— Hola reina ¿Lista para esta noche? – Me pregunta entusiasmado.

— Si – Digo con una risa nerviosa – La verdad, es que tengo muchas ganas de verle y de decirle por fin que quiero volver a tirarme a la piscina por el.

— No me lo puedo creer, mi Dria enamorada. Pensé que no viviría para verlo.

— Pues ya lo ves... Realmente estoy enamorada de Max – Confieso.

— ¡Ya era hora de que te dieras cuenta! – Exclama – Por cierto ¿Como va lo de la denuncia? – Pregunta preocupado.

— No se, no ha querido que entre con ella.

— Eso no suena bien – Veo que pensamos igual – Pero lo importante es que lo esta frenando.

— Estoy orgullosa de ella.

𝐴𝑍𝑈𝐿 𝑂𝑅𝐺𝐴𝑆𝑀𝑂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora