Capítulo 22: El rojo siempre será mi color favorito

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- Dime que si nena- Acaricia mi labio inferior con su dedo pulgar.- Dime que puedo besarte aquí y ahora.

- Por favor- Suena mas como una suplica que como una afirmación, pero me da igual. Ahora mismo solo necesito que me bese, que me acaricie y que me haga suya en ese maldito escritorio.

Puedo notar la necesidad en sus labios, cuando recorre la distancia hasta mi boca. Al principio dudo un poco, pero cuando mete su lengua en mi boca y estas se juntan, desaparece hasta la ultima duda. Es el, es mi nuevo "quita estrés". Con las dos manos me acaricia el culo para luego darme un azote rápido. Me quejo, pero el me calla con un apasionado beso. Me coge del las piernas colocándolas a ambos lados de su cadera, para luego sentarme sobre su escritorio.

- Si quieres que pare dímelo ahora.

- Sigue Max.

Acaricia mi mejilla mientras pasa su dedo pulgar por mis carnosos y ahora hinchados labios, atrapo su dedo con los dientes y muerdo un poco. El mete el dedo en mi boca y yo lo chupo bajo su atenta mirada. 

- Joder Dria- Gruñe.

Desliza su lengua desde la parte de atrás de mi oreja, hasta donde empieza mi clavícula, repartiendo húmedos besos a su paso. Con la mano que no tiene en mi boca, me acaricia bajo la copa de mi sujetador sobre la blusa. Aparto las manos del escritorio y me la desabrocho. Su mirada se torna oscura de deseo cuando ve mi ropa interior de encaje roja. 

- El rojo siempre será mi color favorito – Susurra a pocos centímetros de mis labios, que están desesperados por los suyos.

Me ayuda ha deshacerme de mi blusa y la deja caer en el suelo, junto a nosotros. Con ambas manos recorre mi figura deleitándose con ella, como si fuera lo mejor que ha visto en su vida y como siempre, haciéndome sentir la mujer mas sexy del planeta. Con delicadeza introduce su mano derecha en mi sujetador atrapando uno de mis pechos. Su boca sigue pegada a mi cuello, acariciándolo con su lengua. Sus dedos retuercen mi pezón haciendo que me queje. 

- Shh, alguien podría oírnos, nena- Me susurra en el oído.

Por un instante, casi se me olvida donde estamos. Me apresuro a quitarme el sujetador, pero me frena para pedirme que me lo deje puesto. Hice bien en comprar esta ropa interior. Asiento y redirijo mis manos a su camisa, desabrochando botón a botón, sin apartar la vista de su profunda mirada.  Se deshace de su camisa y hace lo mismo que con la mía. Agarro su cinturón y me deshago de el, al mismo tiempo le bajo los pantalones hasta las rodillas. El se agacha y saca un preservativo de su cartera para ponérselo. 

- Bájate he inclínate sobre la mesa, nena- Me ordena. Y yo deseosa obedezco.- Así me gustas mas.

- ¿Desnuda y a cuatro sobre tu escritorio?

- Si, pero no solo eso. Me gustas ansiosa y obediente - Dice mientras enreda sus largos dedos en mi pelo y estira de el- Pero sobre todo a cuatro, nena.

Se me escapa un gemido cuando vuelve a estirar de mi pelo hacia el. No de dolor, si no de placer, le necesito ya, no puedo mas. Estoy tan mojada que me resulta incomodo. Tan excitada que me tiemblan las piernas y tan desesperada como para suplicarle por ello. 

- Por favor Max.

- Un segundo, no tengas prisa – Acaricia mi nalga y luego la azota- Déjame disfrutar de las vistas.

Noto como su punta roza mi entrada. No puedo mas, creo que podría correrme solo con ese roce. Estoy desesperada. Chillo cuando entra repentinamente en mi. 

- Shh, si nos pillan será por tu culpa.- Estira mas de mi pelo.

Entra y sale de mi, una y otra vez. Hago lo que puedo por mantenerme callada, pero me resulta imposible cuando aumenta el ritmo y la fuerza de las embestidas. Con la mano que no esta agarrando mi pelo, sujeta mi cadera. Si no lo hace puedo jurar que me hubiera caído caído desplomada al suelo. Gimo, no puedo controlarlo. Cuando siento esa familiar sensación en mi vientre, me agarro al borde de la mesa. 

𝐴𝑍𝑈𝐿 𝑂𝑅𝐺𝐴𝑆𝑀𝑂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora