Capítulo 31 (maratón)

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Al principio Ana se quedó un poco parada sin saber muy bien qué hacer puesto que no se lo esperaba para nada, pero le correspondió el beso en cuanto salió de ese pequeño trance. Dejó que sus suaves labios se deslizaran sobre los de ella y le fuera dando pequeños besos alrededor de la boca y en ésta. El chico deslizó sus manos por el contorno del cuerpo de Ana y se quedaron en su cintura, apegándola más a él. Allí, en mitad del pasillo, Ana notó cómo debían meterse en alguna de las habitaciones vaya que sus amigos salieran por alguna casualidad y se alejó del chico lentamente mirándolo a los ojos, él algo confundido se quedó observando los movimientos de Ana, que se apartó dejándolo pasar con una sonrisa tímida.

Cuando entró en su habitación, Ana cerró la puerta y al volverse para encararlo él ya estaba a poca distancia y la apresó contra la puerta. Esta vez fue ella quien tomó la iniciativa posando sus brazos en el cuello del chico y atrayéndolo hacia ella con las manos posadas en su corta cabellera rubia. Le devolvió el beso que el chico había dado primero, pero esta vez se notaba que era más intenso. Ana dejó paso a la lengua de Jace por su boca, provocando que el roce de ambas creara una corriente eléctrica que le llegó hasta los pies. La chica notaba cómo sus mejillas estaban coloradas a causa del calor que le provocaba todo él, notó un cosquilleo en su estómago y que la zona, donde el chico tenía sus manos, ardía.

Se quedaron sin aire y se separaron unos centímetros para poder respirar. Ana notó cómo el corazón de Jace amenazaba con salir de su pecho y sintió que el suyo también quería hacerlo. Ana puso sus manos en el pecho del chico y alzó la mirada. La mirada intensa de aquellos ojos caramelo la derritieron por dentro y todo lo que le iba a decir se le quedó atascado en la garganta. Sus piernas se habían vuelto de gelatina y no estaba segura si aguantaría mucho tiempo de pie por lo que se sentó en el borde de la cama intentando que las palabras le salieran de la boca, la boca que había besado el chico. Jace se sentó a su lado, tampoco sabía que decir, pero estaba claro que no se arrepentía de nada, 'ojalá pudiera leerle la mente'.

-Me gustas.- dijo por fin el chico, esperando una respuesta similar por parte de ella.- no podía dormir y...- dejó las palabras en el aire, seguía esperando que ella alzara la mirada y lo mirara, estaba nervioso. Finalmente la chica lo hizo y le cogió la mano.

-No hay mejores palabras que describan lo que pienso.- sonrió.- Tampoco podía parar de pensar en ti.- siguió Ana dejando claro lo que pensaba.

Jace sonrió ante la respuesta de la chica y se tiró hacia atrás en la cama.

-Qué nervioso estaba cuando te alejaste la primera vez.- soltó una risa.- pensaba que te había asustado pero mira...

Ana sonrió mirándolo.

-Quédate...- Ana no creyó que esas palabras hubieran salido de su boca, intentó enmendar sus palabras directas.- Así quizá podemos dormir algo.

El chico asintió sabiendo que no era ninguna indirecta subida de tono, necesitaban descansar, y qué mejor que descansar con la chica a su lado. Ana se tumbó arropándose con la fina sábana que tenía la cama y el chico hizo lo mismo a su lado, sin embargo, tardó poco en desarroparse puesto que aún sentía el calor azotándole por dentro. Al poco rato, Ana se giró dando su espalda al chico, y Jace sin pensárselo le pasó el brazo por encima, abrazándola. Ella sonrió y cerró los ojos, sabiendo que estaba sana y salva a su lado, y gracias a esto pudo caer en un profundo sueño.

***

Un fuerte y estridente sonido sacó a Ana de sus sueños, había puesto un despertador que no paraba de sonar para no quedarse dormida, tenía que despertar a los demás para que se prepararan ya que sabían el plan pero no la hora.

Jace seguía tumbado a su lado pero se movió y quedó boca arriba, sonrió al verlo y recordar la noche anterior. Alcanzó su móvil para apagar aquella sirena y al hacerlo se metió en el baño para lavarse la cara y peinarse el revoltoso cabello. A pesar de que había confianza entre ellos, después de lo que pasó anoche seguro que no era capaz de no ponerse colorada al mirarlo, al igual que cuando soñó con el hace tiempo. Salió del baño y se lo encontró en el borde de la cama sentado con las manos sobre la cara y revolviéndose el pelo.

-Buenos días.- dijo ella desde la puerta del baño con una tímida sonrisa, Jace dirigió su mirada hacia la chica y esbozó una pequeña sonrisa.

-Buenos días, ¿has dormido bien?

-Sí, pensaba que no sería capaz pero me quedé sopa a los pocos minutos de acostarnos.- sonrió pero se dio cuenta de lo mal que había quedado la frase e intentó rectificar.- acostarnos... a dormir digo.-Jace soltó una carcajada, seguro que él no había malpensado sus palabras.- Voy a llamar a los demás para que se preparen, debemos salir en una hora, y tenemos que desayunar.

Después de que todos se preparasen, pusieron camino directamente al safari que se encontraba a una hora y media de donde estaban alojados, decidieron comer algo por el camino ya que no les dio tiempo antes de salir.

Allí, echaron un día estupendo. Al llegar había una cafetería por lo que tomaron un poco de café y algo sólido para poder aguantar hasta el almuerzo sin comer. Cuando terminaron de comer se dirigieron a recoger sus entradas y por lo visto era una visita guiada en un gran todoterreno negro sin techo.

Pudieron ver grandes leones, esbeltas jirafas e incluso avestruces. A las chicas les sorprendía todo aquello, y al ver varias especies de animales salvajes se sorprendieron ya que ni los conocían. Sin embargo, los chicos sí que sabían algo más del tema y no paraban de meterse con ellas.

Ana estaba algo nerviosa porque no sabía cómo actuaría Jace ante su presencia, pero al parecer siguió como si nada hubiera pasado y la chica agradeció eso enormemente. El tour era de dos horas de duración y al acabar se dirigieron de nuevo a la cafetería para comer algo allí antes de volver al pueblo donde vivían. El fin de aquellas cortas vacaciones había llegado, pero a pesar de ello todos estaban muy contentos y comentaron muchos de los momentos pasados en el coche de vuelta a casa.

En realidad, Ana se sentía muy cansada porque a pesar de que había conseguido dormir algo, no había conseguido llegar a sus 8/9 horas diarias. Al llegar, la chica se despidió de ellos, recogió su maleta y se fue directamente a casa para meterse en la cama directamente. Los demás también estaban cansados por lo que no les extrañó que la chica se fuera tan rápido, todos estaban deseando de dormir tranquilamente y descansar de aquellos dos días.

*****

Aquí el fin de las minivacaciones de los chicos y de la maratón, seguiré subiendo cada semana uno o dos capítulos.

Muchísimas gracias de nuevo a toda la gente que me lee :)

Reality - Jace NormanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora