Capítulo 39

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Ana notó cómo revoloteaban unas mariposas en su estómago, algo que quizá no se esperaba que volviera a pasar. A pesar de lo que le dijo el chico con respecto a la ropa, no tenía ni idea de que ponerse, aquello parecía una especie de cita, ¿no? Estuvo casi 15 minutos mirando el armario y al final se decidió por unos vaqueros y una camiseta cuyo dibujo se iluminaba en la oscuridad. También preparó una chaqueta por si hacía frío. Después de ducharse y pintarse ligeramente los ojos, se vistió y esperó a que Jace la recogiera.

Si Ana estaba nerviosa, más lo estaba Jace. En su vida había preparado comida para dos personas, ni había hecho un picnic al aire, '¿saldrá bien? ' pensó mientras preparaba el mantel y los cubiertos. Miles de preguntas sin respuestas azotaban su mente, provocando que sus nervios aumentaran más.

Riele estuvo ayudándolo con la comida, prepararon ensaladilla rusa junto con unos sándwiches tradicionales de su hogar, también preparó croquetas sabiendo que a la chica le encantaban. Aunque tenían comida de sobra, ellos prepararon también snacks para picar por lo que pudiera pasar.

Jace optó por ropa deportiva, ya que además le dijo a Ana que llevara ropa cómoda. Justo cinco minutos antes de que tocaran las 9 de la noche, el chico le mandó un mensaje para que saliera. El camino lo harían en coche ya que estaba algo lejos para ir andando. Además, Jace se había recorrido todo el pueblo en busca de un camino que llevara a aquella atalaya en coche.

Al ver salir a Ana de su casa, Jace sonrió inconscientemente, iba realmente guapísima a pesar de que ya lo era de por sí. Jace le abrió el coche como un caballero y se montó en el asiento del piloto para ir hacia su destino. Ana estaba igual de nerviosa que momentos antes de que saliera de casa y le preguntó al chico lo primero que se le vino a la cabeza.

-¿Puedo saber ya hacia qué lugar vamos?

Después de la pregunta carraspeó un poco debido a que su voz le había salido un poco ronca de la garganta. Jace siguió sonriendo, mirando hacia la carretera.

- Lo verás en cuanto lleguemos, no seas impaciente

Ana asintió a pesar de que el chico no la podía ver y se quedó en silencio observando por la ventana. Se fijó en todo lo que había alrededor intentando adivinar hacia donde de dirigían. Notó como el cielo despejado se alzaba ante ellos, ante el coche que subía una pequeña cuesta y después llaneaba por una explanada de árboles. Aún no era de noche, pero el sol se estaba escondiendo bajo el horizonte. La chica bajó la ventanilla para que entrara un poco de aire fresco en el coche, y con éste, también entró diferentes olores que Ana identificaba como si estuvieran recorriendo un parque natural o un bosque. Cerró los ojos intentando imaginarse de donde procedían los sonidos del canto de los pájaros e incluso algún animal corriendo por alrededor.

-Ya hemos llegado.- dijo Jace suavemente al notar que Ana estaba con los ojos cerrados.

Ana abrió los ojos poco a poco incorporándose en el asiento, se había evadido tanto que no sabía cuánto tiempo había estado en su otro mundo.
Lo primero que hizo fue echar un vistazo alrededor e inmediatamente se dio cuenta de que estaban en la atalaya que ella le había enseñado los primeros días que se estaban conociendo.

-Pero...

Ana se bajó del coche imitando al chico, el cual en vez de decir algo, fue directamente al maletero y sacó un gran macuto con todos los preparativos. La chica observó sus movimientos con el ceño fruncido.
El chico sacó de los asientos traseros un gran cable con un foco el cual enganchó a la batería del coche. Posteriormente empezó a sacar las cosas del macuto comenzando por una gran toalla en forma rectangular con un gran elefante dibujado donde podrían sentarse. Al sacar los cubiertos y la comida, Ana salió del trance y fue a sentarse a su lado y empezar a sacar cosas. La chica sonrió algo avergonzada por el detalle que había tenido el chico, por todo lo que había preparado sin decirle nada y por la gran alegría que le había provocado.

-Me encanta.- dijo Ana sonriendo.- no me esperaba esto para nada.

Jace sonrió a modo de respuesta, y cuando todo estaba listo, miró al cielo y contestó.

-Tenía ganas de un picnic, contigo, y que mejor sitio que el lugar donde conectamos más que nunca.

Las palabras enternecieron a la chica, que le posó la mano en el hombro del chico. Él sonrió de nuevo y la miró.

-Bueno, vamos a comer ¿no?

La chica asintió con la cabeza y empezó a abrir los recipientes, los cuales desprendían un olor delicioso.

-Has hecho hasta croquetas. - dijo Ana con alegría y se metió una en la boca. - ¡Me encantan!

Estuvieron comiendo y bebiendo desde aquel momento, contándose algunas anécdotas de cuando el chico había ido de excursión a la montaña con su hermano, también sobre Ana y sus amigas, de las veces que se habían ido de vacaciones a una casa del campo y todas las locuras que habían hecho juntas. Las horas pasaron volando y el sol ya estaba totalmente escondido, ya había anochecido totalmente. La luna llena se alzaba ante ellos proporcionándoles un poco de luz y el cielo se encontraba más estrellado de lo que nunca imaginó Ana.

Empezó a hacer fresquito, un aire venía del frondoso terreno lleno de árboles de todas las maneras. Se quedaron un momento en silencio observando el panorama. Ana cerró los ojos para poder agudizar más sus otros sentidos, y fue capaz de escuchar los susurros del viento rozando las ramas de los árboles, un grillo cantaba desde algún arbusto y dejaba el silencio un poco atenuado, pero a ellos no les importó.

La chica abrió los ojos de golpe y miró hacia Jace, se encontraba tumbado en aquella toalla enorme con los brazos cruzados por detrás de la cabeza. Empezó a recoger la comida que había por medio de ambos con el fin de poder tumbarse más cerca de él.

Al hacerlo, la dejó a un lado y se tumbó en el duro suelo donde había posado la toalla. Jace notó cómo ella se dejó caer a su izquierda y sonrió, era un paso que ella había dado y que no creía que daría.

-El cielo está precioso.- habló Jace rompiendo el silencio cómodo que habían establecido.

-Parece como si pudiéramos ver el universo.

Jace se quedó callado de nuevo y se incorporó en su sitio, quedándose sentado con los brazos apoyados detrás de la espalda. Ana repitió sus movimientos quedándose sentada a su lado, mientras miraban las estrellas.

Sin poder evitarlo, la chica lo miró, se fijó en todos los detalles de su perfil. Sonrió al ver un poco de barba sobresaliendo en su mentón y cómo le había crecido el pelo desde que se conocieron. Jace giró la cabeza encontrando su mirada y sonrió, a lo que la chica le respondió con el mismo gesto.

Así se quedaron por un tiempo, mirándose, diciéndose todo lo que sentían con sólo una mirada, con una sonrisa, con los gestos que hacían con las facciones de la cara.

Fue Jace el que dio el paso, y se acercó poco a poco, dándole tiempo a la chica a apartarse si eso era lo que quería, pero no lo hizo. En vez de eso, bajó su mirada a los labios del chico y se relamió los suyos, esperando estar lo suficientemente cerca para besarle.

Y ocurrió, los labios de ambos chocaron a una distancia intermedia. Ana notó la suavidad de sus labios, el cariño con el que lo hacía, todo lo que se podía desprender de aquel beso que duró unos segundos. Después el chico se separó unos centímetros, apoyando su frente contra la de ella, y suspiró.

Ana soltó una pequeña risa nerviosa y se separó para mirarlo a los ojos, los cuales desprendían una intensidad que nunca había visto. Jace sonrió al ver la felicidad de la chica, al notar que no estaba arrepentida, sino que quería repetirlo.

Esa vez fue ella la que se acercó, posando sus pequeñas manos en las mejillas del chico, y sin dejar de mirar sus ojos. Él sonrió ante aquel gesto y se acercó más a ella posando una de sus manos en la cintura de la chica, ya que con la otra se encontraba apoyado en la toalla.

Se besaron de nuevo, y fue incluso mejor que el anterior, con más confianza.

La chica apoyó su cabeza en el hombro de Jace y volvió a mirar a las estrellas. Y justo cuando se fijó en una de ellas, una estrella parpadeante pasó ante sus ojos con una gran rapidez. Jace también alcanzó a verla.

-Pide un deseo.- dijo la chica cerrando los ojos para pedir el suyo.

-El mío ya se ha cumplido.- contestó el chico mirándola sonriendo.

Reality - Jace NormanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora