Un mono con ordenador

739 58 5
                                    

– Samantha, no te preocupes.

– Es que llevo toda la semana recorriéndome la ciudad y no encuentro nada. El aniversario de Disney París lo tiene todo copado– me excuso mientras miro a Aleksei conducir.

– Ya te he dicho que no hay prisa. Mi compañero no creo que vuelva hasta finales de la semana que viene. Ya encontrarás algo pronto. ¿Has buscado por internet?

¿Internet?

Niego con la cabeza y miro por la ventana del coche.

💒

Me muero de la vergüenza, pero no sé ni cómo se abre internet. Si es que eso se abre como tal. Evidentemente en el monasterio no teníamos ordenadores, ni vifi de ese, ni nada que se le pareciera a ninguna tecnología anterior a 1950. Estoy segura de que cualquier adolescente de 17 años de Paris, sabría cómo se busca alojamiento en París y creo que eso es lo que imagina Aleksei, pero es que no tengo ni idea ni de cómo se enciende un ordenador.

Llevo ya una semana durmiendo en el apartamento de mi jefe y me siento fatal. A cambio he hecho el desayuno todos los días, he limpiado el piso y me he encargado de la colada. De este asunto no hablaré mucho, porque ha sido un antes y un después en mi vida. Doblar la ropa interior de ese hombre ha hecho que mis fantasías vuelen a lugares muy cercanos al infierno. Por el calor y por los pensamientos pecaminosos que me provocaba hacerlo.

Aunque Aleksei me ha dicho que no tenía por qué hacer todas esas cosas, cuando él se levanta por la mañana yo ya tengo todas las tareas, que me he auto asignado, hechas. Estoy acostumbrada a madrugar, de hecho me despierto siempre pronto sin necesidad de despertador. Han sido muchos ánimos despertándome a las 6 y mi cuerpo se ha acostumbrado a ese horario. Y no iba a estar de brazos cruzados mientras él me ofrece un lugar donde dormir a cambio de nada.

El hermano de Vladimir no para de elogiarme por los desayunos que preparo. La verdad es que se levanta con mucho apetito por las mañanas y es bastante agradecido. A mitad de semana me pidió que le acompañara al supermercado para que cogiera lo que necesitase. Pasé un poco de vergüenza y quería darle 10€, por aportar algo, pero se negó rotundamente a cogerme dinero. Después de escuchar su insistencia y con la excusa mental de que era para hacerle el desayuno a él, compré fruta, verdura, harina, leche, cosas necesarias para hacer desayunos variados. Noto que Aleksei tiene algo más de confianza conmigo y sé que intenta hacerme sentir cómoda, aunque no hablamos mucho. Porque yo sigo sin tener esa confianza. Realmente ahora mismo con la única persona que tengo confianza es con Vladimir y antiguamente con Sia, que era la única chica sin canas junto conmigo que vivía en el monasterio.
A veces la echo de menos. Imagino su cara cuando se enteró que me había atrevido a hacerlo, y que de verdad había cumplido mi palabra cuando la dije que algún día me fugaría de ese maldito sitio.
Me gustaría poder comunicarme con ella para decirla que se anime, que la estoy esperando en Paris. Y que las dos juntas saldremos adelante. Pero mandarle una carta sería mi perdición. Esa maldita secta sabría dónde estoy y no tardarían en localizarme. Dudo que me hicieran volver siendo mayor de edad, pero aún así, prefiero no arriesgarme. Si es lista seguirá mis pasos y se escapará de Linne.
Si supiera que vivo con un hombre seguro que pensaría que el demonio me ha poseído.

Aleksei y yo vamos  juntos al restaurante todas las mañanas. Como siempre es el primero en llegar, yo le ayudo a abrir el local y adelanto algunas tareas de la cocina y del comedor. Cuando terminamos el turno de comida y mientras espero a que llegue el de la cena, me voy a recorrer París en busca de alojamiento. Pero nada. Claro que hay sitios para dormir, pero o bien no me los puedo permitir o bien son sucios e inseguros incluso para mí. Espero que en cuanto acabe el dichoso aniversario de Euro Disney encuentre algo medianamente decente, y no muy caro.

Escort en París ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora