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CUATRO AÑOS Y CUATRO MESES ANTES

– Cuidado!!!

Noto como mi cuero cabelludo comienza a mojarse de un frío líquido, y por mis hombros caen tallarines mientras otros quedan enredados en mi pelo.
Me quedo petrificada y no soy capaz de reaccionar.
– Perdón, perdón. Lo siento Samantha– la voz de Didier disculpándose me obliga a levantar mi cabeza con toda la dignidad que puedo reunir en este momento.

– No entiendo cómo se puede ser tan torpe!!!– Charlie chilla como un loco a Didier que se encoge ante los gritos del chef principal.

– Es que se me ha escurrido la olla y...

– No me cuentes tu vida Didier Clouseau. ¡¡¡Ponte a cocer tallarines ya!!!– Charlie se acerca a mí– Samantha vete a cambiarte de chaquetilla e intenta secarte con el secador de los vestuarios.

Asiento despegándome un tallarín de la cara.

– Pero ¿qué ha pasado aquí?!!!

La cara de Aleksei es de completo espanto y cuando me ve, sus ojos se abren como platos, nunca mejor dicho.

– Didier, qué va a pasar!! – espeta Charlie cabreado.

Me meto en los vestuarios y me miro al espejo. Tengo tallarines pegados a los mechones de mi pelo y éste, además, chorrea agua.
La puerta de los vestuarios se abre y Aleksei camina rápido hacia mí.
– ¿Estás bien?
– Supongo– digo tirando de un tallarín que cuelga de mi flequillo.
– Ven.

Me gira hacia él y comienza a quitarme todos los tallarines que hay en mi cabeza.

– Este Didier un día mata a alguien.

Dice quitándome uno a uno los largos fideos planos que se han enredado a mi pelo cual serpiente de gorgona. Me va girando con sus manos en mis hombros a medida que va liberando mi cabello.

– Pues porque ha escurrido los tallarines antes con agua fría, si me los tira según los ha retirado del fuego me abrasa.

– ¿Quieres que te lleve a casa?

¿A casa? Me gusta cómo suena eso. No dice quieres que te lleve a mi casa, si no que da por hecho que también es mi casa.

– No, no. Me voy a secar lo que pueda con el secador y me pondré otra chaquetilla. Tenemos que terminar el turno.

– Como prefieras – dice tirando a la basura el último tallarín– Espera entonces que te traigo una chaquetilla nueva que tengo en el almacén.

Mientras Aleksei se va a por la chaquetilla, me desabrocho y me quito la que llevo y me quedo con una camiseta de tirantes, que por cierto también está empapada.

– Toma – dice Aleksei entrando sin llamar y quedándose petrificado mirando la camiseta que está pegada a mi pecho y marca mis pezones aún duros por el agua fría que los empapan.

Carraspea forzándose a mirar hacia un lado y deja la chaquetilla apoyada en un banco.

– Cámbiate tranquilamente. No salgas hasta que no estés seca del todo o te constiparás.

Aleksei sale rápido de los vestuarios sin decir nada más.

🧑🏼‍🍳

– ¿Le ha chillado mucho?

– Si, le ha echado una buena bronca. Mira que he sido yo la perjudicada, pero me ha dado hasta pena.

– Si no fuese por el talento que tiene con los postres estaría despedido desde hace mucho tiempo.

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