Errores que marcan

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2 AÑOS Y MEDIO ANTES

– ¿Cómo va esa crema de calabaza?!!

Charlie grita desde el otro lado de la cocina.

– Ya estoy acabando – contesto apurada.

Estoy volcando la olla en el dispensador de salsas y haciendo equilibrismo con el embudo. Esta olla pesa más que yo y gracias a que le he pedido ayuda de Didier, puedo volcarla.

– Venga Samantha que hay que montar los platos ya, que la carne ya casi está lista!!

En cuanto acabo de verter la salsa en el recipiente y agradezco a Didier su ayuda, me acerco a la zona de emplatar para preparar los ocho platos que tienen que salir para esta comanda.
De manera delicada dibujo un perfecto círculo, de salsa de calabaza, para que Charles pueda ir poniendo los medallones de solomillo justo en el centro de éste.

– Listo, chef!! Ya está la base para poner la carne.

– Perfecto Samantha. Ve recogiendo, que con esto ya acabamos con las comandas de salado.

– ¿Les quedan mucho a los solomillos? – pregunta Kike entrando en la cocina.

– Ya casi están terminados. – contesta Charlie desde la plancha.

– ¿Te ayudo con eso?

Kike se acerca a la gran cacerola que tengo que llevar al fregadero. Asiento a la oferta de mi compañero y entre los dos caminamos cargando la olla. Pero casualmente el asa que yo agarro es la que tenía sujeta antes Didier cuando me ha ayudado a verter la salsa. El pequeño gran genio tenía las manos llenas de aceite, con lo cual el asa se me resbala y todo el contenido de la olla ha ido a parar directa a mi cara.

– Merde!!

Kike me mira con los ojos muy abiertos impresionando por el altercado. Noto como la salsa chorrea por mi rostro. Pero no puedo evitar sonreír, poco a poco comenzar a reír y finalmente estallar en carcajadas. Los dos nos reímos sin poder parar. Kike se acerca a mí con un gran trozo de papel de cocina con la intención de limpiar los restos de salsa de calabaza de mi cara.

– Kike!!

La voz de Aleksei frena en el acto al camarero que había comenzado a limpiar mi cara y se queda mirando al jefe.

– ¿Qué haces? – dice Aleksei encogiéndose de hombros, y sin esperar a que éste se explique, añade– Kike, sal a atender en sala, por favor.

Aleksei sujeta la puerta a Kike hasta que éste sale con los platos hacia el salón, y después se acerca hacia la zona de lavado. Mirando el suelo arruga la mirada viendo la salsa esparcida por todo el suelo. Después levanta la vista hacia mi rostro y alzando las cejas comienza a sonreírme.

–Ya te he dicho mil veces que esperes a que se acabe el turno para cenar.

– Estúpido. – escupo entre risas.

Aleksei rueda los ojos y coge un trozo de papel como ha hecho antes Kike, y empieza a limpiar mi rostro.

– Tienes salsa hasta en las cejas. – comenta sorprendido.

Con delicadeza elimina los restos de salsa y aunque estamos algo retirados del resto de compañeros, y no pueden oírnos con facilidad, si pueden vernos si se asoman a esta parte de la cocina, así que dentro de lo que cabe debemos mantener la distancia.
Llevamos casi dos semanas enrollados, pero en el restaurante actuamos como siempre, o al menos eso intentamos. Mantenemos la relación jefe / empleado y los compañeros siguen creyendo que a veces vengo en coche con él porque vivimos cerca.

Escort en París ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora