Epílogo

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ACTUALIDAD

– Samantha, tienes que creerme– dijo Aleksei sentado en el banco de mi vestidor y mirando a mis ojos– Déjame explicártelo todo, por favor. Necesito que me escuches antes de que tomes una decisión.

Mi corazón se estrujó ante la idea de que aquella pudiera ser la última oportunidad de averiguar e intentar comprender, por fin, todo lo que pasó dos años atrás. Por eso accedí y me senté a su lado.

– Samy– dijo cogiendo mi mano– lo que pasó con el Embajador fue una trampa de Patricia.

¡Toma ya! La primera en la frente.

¿Cómo?

¿Qué?

Mi corazón dolía, me dolía físicamente de la misma manera que lo hizo entonces.

– Ella entró el día anterior en el restaurante– comienza a explicarme – porque aún tenía llaves de A la Rivé, y fue ella la que echó nuez en la calabaza. Te tendió una trampa para que te acusaran a ti del intento de asesinato.

Alcé mis cejas cerrando los ojos porque no me podía creer lo que mis oídos estaban escuchando.

– Caperucita– dijo apoyando su mano en mi mejilla y secando con su dedo pulgar una lágrima que había salido de mis ojos sin permiso– todo lo que te dije en aquel calabozo era de verdad. En ese momento solo pensaba en encontrar la manera de sacarte de allí, estaba desesperado y hubiese hecho lo que fuera por ayudarte a salir de aquella horrible situación.

Su mano seguía apoyada en mi cara y me la acariciaba con sus dedos. Yo escuchaba atenta porque no quería interrumpirle y la verdad, tampoco sabía qué decirle, no me salían las palabras.

– Y eso precisamente fue lo que pasó – sus manos abandonaron mi cara y apoyando los codos sobre sus rodillas comenzó a revolver su pelo mientras continuaba "confesando"– Patricia apareció en la comisaría a la mañana siguiente diciéndome que su padre tenía un amigo en común con el Embajador, y que podría intentar convencerle para que no te denunciara.

– Supongo que su favor no fue gratis–murmuré.

– No, me dijo que ella conseguiría sacarte de esa situación... si te dejaba – dijo reflejando el dolor en sus ojos– Me dijo que tendrías que salir de mi vida, de mi casa y hasta del restaurante, y te juro que no pensaba ceder a su chantaje. Pero cuando mi abogado me dijo que estaban ya gestionando tu traslado a la cárcel, me vi obligado a aceptarlo.

– Samy – dijo cogiendo mis manos nuevamente– En ese momento no sabía que ella había tenido algo que ver con la intoxicación del Embajador y no podía dejar que te condenaran por algo que estaba seguro que tú no habías hecho. Lo hice por ti, te juro que, aunque me dolía en el alma pensar en que no volvería a estar contigo, accedí únicamente pensado en salvarte.

El silencio se apoderó de mi vestidor.

Mi mente procesaba muy lentamente sus palabras. Aleksei se había sacrificado por mí. Había aceptado el trato con Patricia solo para que yo me librara de ir a la cárcel.

– ¿Por eso os fuisteis a Ibiza? ¿Era parte del trato?

– No exactamente. Patricia encontró en casa todas las revistas y recortes que teníamos sobre Ibiza y por aquel entonces, no tuve fuerzas de negarme. Me pareció buena idea alejarme de París. Ya te habías ido del restaurante, ya no me hablabas y estaba hundido, por eso me dejé arrastrar a Ibiza y monté el restaurante. Tenías razón –dijo con una sonrisa amarga –es una isla preciosa y el restaurante funcionó bien desde el primer momento como tú predijiste.

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