Menos lobos

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3 AÑOS ANTES

Aún estoy pensándome si aceptar o no la invitación de la última copa antes de irme a dormir.

La verdad es que vengo de la fiesta de disfraces muy animada. Ha sido una noche genial y aunque el conductor del taxi era un poco plasta, me he reído mucho, sobre todo comentándolo después con Aleksei.

–  Como no me has dicho nada te la he preparado – dice Aleksei señalando una copa, que está la encimera de la cocina, cuando me ve volver del baño.

–  Bueno, pues me la tendré que beber – digo con fingida resignación. – ¿Qué haces aquí fuera?

–  Me apetecía que me diera un poco el aire. Casi no aprovechamos la terraza.

–  En eso tienes razón.

Observamos en silencio las luces de la noche parisina. El piso de Aleksei está en la quinta planta, y además esta zona de la ciudad es elevada, así que tiene muy buenas vistas de Paris.

Desde aquí se ve una parte de la Torre Eiffel y algo de la Catedral de Notre Dame. La noche está despejada, no llueve, y las vistas y la compañía son ideales, aunque hace un frío considerable para mi gusto.

–  Yo me paso dentro, me estoy helando. –  digo tapándome con mi capa de Caperucita todo lo que puedo.

Un minuto después Aleksei se sienta en el sofá y observa cómo pongo música en un reproductor que hay en el salón. Pongo la música bajita, pero lo suficiente para que no haya silencios incómodos.

– ¿No te gusta o qué? –  dice señalando la copa cuando vuelvo al sofá y me siento de lado para tenerlo enfrente.

–  Bueno, es que está un poco fuerte.

Él sonríe y bebe de su copa.

– ¿La has cargado a propósito? –  pregunto sonriendo – ¿Qué pretendes?

–  Jajaja. No pretendo nada. La he hecho igual que la mía, mira, prueba si no me crees.

Me tiende su copa y mi adolescencia eterna y no disfrutada, me hace aceptar su copa, pero solo por el hecho de beber del mismo sitio donde sus labios se han posado instantes antes.

Aprieto los ojos y un escalofrío me recorre el cuerpo entero porque es cierto que ambas copas estaban igual de cargadas.

Aleksei se carcajea de mi cara mientras recoge la copa que le devuelvo.

–  Puaj, te has pasado. Voy a echarle más limón a la mía, esto es Ron solo!!

Me levanto y me agacho a recoger mi copa que la he dejado apoyada en el suelo.

–  Pufff. –  le escucho suspirar detrás de mí.

– ¿Qué pasa? –  pregunto mientras camino hacia la nevera.

–  Que no deberías agacharte así delante del lobo, Caperucita.

Con mi cabeza dentro de la nevera me río sin hacer ruido y muerdo mi labio por el tono de su frase. Me gusta comprobar que Aleksei tiene esa clase de instintos hacia mí como mujer. Al principio creo que me veía como a una niña, pero últimamente noto que me mira de otra manera. Y eso me gusta.

–  Menos lobos Caperucita – contesto echando el limón en mi copa.

–  Tu sigue con esa frasecita, ya verás como al final te vas a arrepentir de decirla.

– ¿Por qué?!! –  pregunto fingidamente inocente y caminando hacia él.

–  Porque el tono y el significado de esa frase es como decirme: ¿A qué no tienes huevos?

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