Kareem

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El apartamento de Kareem está en el centro de la ciudad. El taxi me deja en la puerta y enseño la tarjeta de siempre al guardia de seguridad y este enseguida me abre la puerta facilitándome el acceso.

Nada más abrir la puerta del apartamento ya oigo su voz.

—Estoy en la cocina!

— ¿Qué tal está mi futbolista preferido? — digo acercándome por detrás y dándole un beso en el cuello.

Kareem es un futbolista bastante conocido del Paris Saint Germanine. Tiene 24 años y es monísimo. Es un morenazo de ojos marrones y cuerpo trabajado, por el cual cualquier chica de mi edad pagaría por estar con él. Sin embargo en mi caso, es al revés.
Lo conocí casi al principio de empezar con esto. De alguna manera hemos ido creciendo profesionalmente a la par. Mi caché aumentaba proporcionalmente al mismo ritmo que su ficha en el PSG; separándonos únicamente unos cuantos millones de euros de diferencia.
Nos presentó un conocido que tenemos en común estando de fiesta en una discoteca. Él creo que sabía a lo que me dedicaba, pero aún así, a pesar de tener a todas las chicas de la discoteca a sus pies, se encaprichó de mi. Pasamos una noche de lo más divertida y encajamos perfectamente en todos los sentidos.
Mi relación con Kareem es algo....digamos diferente a la que tengo con el resto de mis clientes. No sé si es porque lo conocí cuando aún no era conocido o simplemente por mi discreción, pero sé que confía mucho en mi. Con él no tengo que fingir ser una chica perfecta e ideal, con él soy yo misma. Una chica de más o menos su misma edad con la que ver películas de Netflix, y con la que se asegura que siempre acabará teniendo sexo. Es como tener una novia que no es celosa ni te atosiga el resto de la semana, y que nunca tiene la típica excusa de que le duele la cabeza. Aunque sinceramente no creo que a ninguna chica le pasara eso si saliese con él.
El otro día me pareció ver en uno de esos programas de corazón que se le estaba relacionando con una joven modelo, y temí que no me volviera a llamar más. Por eso me ha sorprendido tanto su convocatoria de reunión para esta noche.
Yo ya tengo mi tarjeta de acceso al edificio y a su apartamento. Él no vive aquí, esto es su "picadero".
Me consta que por aquí han pasado chicas de medio Paris y alrededores. Es un ligón de manual, y cómo al margen del físico tiene mucha labia, se las lleva a todas de calle.

Kareem gira sobre sí mismo al escucharme y me da un pico y un beso en la mejilla. (Lo que os digo: actitud de novios).

— Ahora mucho mejor, preciosa.

— ¿Qué preparas?

— Te estaba preparando una copa para celebrarlo.

—¿Celebrarlo?

— No has visto el partido, verdad? — pregunta desinflándose e intuyendo mi respuesta.

— No, lo siento. He tenido una comida familiar— contesto haciendo un mohín y pidiéndole perdón con mirada de perrito abandonado.

— O sea que soy tu futbolista preferido pero no sabes que hoy he hecho un Hat trick?

—Hat trick?

— Definitivamente voy a ir pensando en buscarme a otra. Ni siquiera sabes lo que significa, verdad?

— Nop –admito enseñando mis dientes.😬

— He metido tres goles — explica rodando los ojos.

— Guau, enhorabuena!! Que era, un equipo de cojos?

— JA– JA. Tu siempre tan graciosa.– contesta sonriendo falsamente.

– No te enfaaades – digo tocándole el lóbulo de la oreja. Contacto que sé que le pone mucho.

– No, no, ahora no me hagas la pelota– dice cogiendo su copa y yéndose a la terraza.

La terraza la tiene decorada al estilo Jaima, de hecho la familia de Kareem es de origen marroquí, aunque él nació en Lyon. Se deja caer entre dos grandes cojines que hay en una esquina y estira sus piernas quejándose al hacerlo. Lleva una camiseta de tirantes de los Lakers y unos pantalones de deporte cortos que dejan sus musculosas piernas al aire.
Siempre que viene después de un partido está reventado. Las piernas se le cargan mucho de tanto esfuerzo y como es delantero muchas veces los defensas del otro equipo le dejan buenos recordatorios en sus espinillas, rodillas y tobillos.
Yo me tumbo a su lado, dejando mi copa encima de un Yembé, y apoyo mi cabeza en su pecho después de darle un beso en la mejilla.
Él pasa su mano por mi pelo y lo recorre haciéndome caricias en la cabeza.
– El próximo partido te prometo que no me lo perderé, vale?
– Más te vale. El jueves jugamos la semifinal de la Champions.
No me atrevo a preguntarle contra quien juegan porque seguro que todo Paris sabe contra quien juega el PSG.

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