El comienzo del fin

514 54 7
                                    

DOS AÑOS Y MEDIO ANTES

"Te juro que te voy a sacar de aquí. Voy a hacer todo lo que pueda para llevarte conmigo lo antes posible y que volvamos a casa juntos"

La conversación de hace una hora con Alek se repite una y otra vez en mi cabeza. No puedo olvidar cómo me miraba. Estaba desesperado y sus ojos reflejaban perfectamente su preocupación. Me siento mal por tener este pellizco de agrado al verle tan afectado por todo lo que me está pasando. Jamás pensé que yo le importara tanto. Además, me ha dicho que me quiere.

Qué me quiere!!

Esa pequeña parte de mi ser, que se alegra por las palabras tan bonitas que me ha dedicado Aleksei, se esfuman y se contagian rápidamente por el resto de pensamientos negativos que ahora mismo amenazan con hacerme caer. Caer de nuevo en ese pozo negro y oscuro en el que estaba antes de abandonar Linne. Logré salir de ahí, juro que había conseguido salir gracias al cariño de Alek y la amistad sincera de Vladimir, sin embargo, ahora siento que caigo hasta lo más profundo. Ahora la caída está doliendo aún más que antes porque en esta ocasión había conseguido alcanzar la mayor felicidad de mi vida, estaba volando muy alto. Nunca había llegado tan alto.

Demasiado alto para lo que Samantha se merece.

Si hasta mis padres, mis propios padres, aquellos que me dieron la vida, me abandonaron como a un perro en el mismísimo infierno. Me dejaron allí sin mirar atrás y jamás se preocuparon por si estaba bien o mal.

¿Cómo he podido pensar que podría llegar a ser feliz por mí misma?

Volaba tan alto.

Era tan feliz.

Volaba tan alto que la caída ha sido la más estrepitosa de mi vida.

Aun no entiendo muy bien qué ha podido pasar para que de un momento a otro, una mañana me levante feliz por ir a trabajar y esa misma noche me estén acusando de asesinato.

Por qué me ha dicho el abogado el veneno estaba en la salsa de calabaza, pero por más que reproduzco en mi mente la elaboración de la salsa no entiendo qué ha podido pasar.
Si es que no me he alejado de la olla en ningún momento, joder!

La calabaza la cocí y trituré el día anterior y la dejé toda la noche en el refrigerador.
Hoy la he tratado sin perderla de vista y finalmente la he colocado en los platos.
Con lo cual, solo hay dos opciones.
O bien, cuando cogí del refrigerador la mezcla que hice el día anterior, ya había nuez en ella, cosa que dudo mucho porque significaría que algún compañero mío me ha saboteado.
O bien lo ha hecho un camarero a la hora de servirla junto a la carne, cosa que parece bastante más verosímil.

Qué cierto es lo que le he dicho a Alek, la mala suerte me acompañará siempre en mi vida.

Quizá sea por eso por lo que mis padres me abandonaron, tal vez desde que yo llegue al mundo las cosas les empezaron a ir mal.
Al final me voy a creer las historietas sobre los pelirrojos y el demonio que los monjes nos contaban en Linne. Es que de todas las personas que trabajamos en el restaurante justamente me han tenido que sabotear a mí.
Pero es así, mi suerte es así, llevaba demasiado tiempo, sin interrupción, siendo... feliz y la felicidad no podía durarme mucho tiempo más.

Me incorporo de esta helada tabla de metal porque siento que como no me mueva me congelaré aquí mismo. Me han traído un asqueroso café de máquina en cuanto se ha ido Alek, pero aun así no he conseguido entrar en calor. De hecho, lo único que me ha provocado ha sido un tremendo dolor de estómago.

El sonido del cerrojo de la enorme puerta metálica que da acceso a los calabozos, retumba en las frías paredes. Miro a través de los barrotes de mi celda para ver si ha llegado ya el momento de que me trasladen a la cárcel. Así debe de ser porque se acerca el Inspector pronunciando mi nombre.

Escort en París ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora