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8:56 pm. Si verdaderamente era puntual, ya casi estaría acá. Recibí mensajes de Mery deseándome suerte y preguntando si ya había llegado, le sonreí al celular. Luego de contestar lo apagué completamente, y me quedé nadando entre pensamientos. Ya más emocionada porque debería ser la hora, me paré del banquito en el que estaba, me sacudí, por las dudas de si estaba sucio el vestido, y comencé a caminar despacio debajo de las luces de la plaza. Claramente, no había casi nadie, pero más al fondo se escuchaban pelotas picar y niños gritar, así que algunos estaban. Me asusté al escuchar un bocinazo en uno de los autos que había estacionados, pero seguí, hasta que nuevamente se escuchó el ruido, tres veces seguidas. Me asomé y me di cuenta que me llamaban a mí, lo llegué a ver a él, con la ventanilla baja, mirándome fijo. Sonreí embobada, acercándome, cuando él se bajó del auto. Me dio un beso en la mejilla y me abrió la puerta para entrar, luego de hacerlo yo, se subió él.

-Nueve en punto - dijo sacando su celular del bolsillo y sonreí- Igual, ya estaba acá antes, estaba esperando la hora justa

-Cuando llegue ya estabas vos, bueno, el auto estaba acá estacionado -recordé y asintió confirmándolo- ¿Me estabas viendo? - rió, abrochó su cinturón y arrancó el motor sin contestar- ¿A dónde vamos?

-Ponete el cinto, nunca te olvides de eso -omitió mi pregunta pero hice lo que me ordenó- Estás muy linda - volteó la cabeza hacia mí para decírmelo. Me sonrojé y mordí el labio inferior-

-Gracias, vos también, bueno, sos lindo -rió suave negando y volviéndose

Estuvimos escuchando música en el trayecto del viaje. No hablamos mucho, yo especialmente por timidez y nervios, siempre que él me preguntaba algo contestaba simplemente. Miraba a la ventana y a él, y notaba que me miraba de reojo de vez en cuando.

Luego de unos 10 minutos de viaje, estacionamos en un aparcamiento y caminamos unas pocas cuadras para llegar al "De la Fonte" un lugar maravillosamente lindo. Abrí los ojos como platos y el rió viéndome.

- Wow, ¿acá venimos? - pregunté sorprendida

- No, allá a la vuelta - bromeó y se mordió el labio inferior aguantando la carcajada, gesto que me pareció muy dulce y sonreí- 

Me invitó a pasar por delante. Caminamos entre dos canteros decorados con luces tenues y con hermosas plantas y flores, hasta llegar a la entrada principal. Cuando el recepcionista nos recibió, mi acompañante nombró "reserva de Peter Lanzani" lo cual me sacó una sonrisa, porque él se había tomado el tiempo de llamar y reservar un buen sitio. Luego el don nos dirigió hacia un segundo piso y tan pronto como nos señaló la mesa, se retiró.

Peter, nuevamente con su caballerosidad, deslizó mi silla para atrás, invitándome a sentarme, no evité sonreírle y agradecerle.

Observé con detalles el sitio. Las mesas estaban cubiertas por un mantel blanco bien tendido. Me reí suave y extrañé al ver sobre la mesa una copa apoyada sobre un vaso, estaba haciendo equilibrio, pero se mantuvo lo suficientemente bien. Estábamos sentados en una esquina, pero no me incomodaba, porque ambas paredes eran, básicamente, de vidrio, lo que dejaba a la vista el jardín precioso que tenía el restaurante. Luego de algunas preguntas que él me hizo sobre mí, llegó el mozo a entregarnos las cartas de comida.

-Ey, no tiene los precios esto - exclamé al ver la carta y él echó una risita

-Las cartas de las damas no tienen precio - contestó

- Machista - pensé en voz alta, por lo que me arrepentí

- No soy machista, soy caballero - aclaró desafiante- Si querés les pido que te traigan otra carta, o te doy la mía. Pero no te preocupes por el precio, soy una superestrella - burló la palabra- y, como ya te dije, caballero.

- Tierno, dulce y lindo, eso sos - lo interrumpí y sonrió-

- Aunque no te conozco tanto sentimentalmente, puedo decir que linda, sos - me sonrojé al instante y le agradecí- ¿Querés mi carta? - interrogó nuevamente

- No, gracias

- Ah, una cosa más. No estés tensa que no vas a poder disfrutar, relajate -asentí porque tenía razón, estaba demasiado nerviosa- Gracias una vez más por la invitación.

- Sabés que no tenes que agradecerme, al contrario, lo tendría que hacer yo. No cualquier día ni a cualquier persona le acepta una invitación a salir Peter Lanzani.

- Supongo que nadie le acepta una invitación a cualquier persona - levantó sus hombros- Igualmente, no sos cualquier persona - sonrió y apreté mis labios con una leve sonrisa.

- Gracias -negó suave-

Nos miramos a los ojos por solo segundos, pero fue la conexión más fuerte que tuve. Empezamos a elegir nuestras comidas. Cuando se acercó el mesero nuevamente le dijimos nuestras decisiones y comenzó a hablarme sobre el lugar, como lo conoció, las comidas, el servicio, parecía un experto en el tema.

Recapacité de sus palabras sobre que me suelte mientras lo escuchaba. Instantáneamente, comencé a preguntarle sobre los Teens, el rugby, su familia. Sólo frenamos cuando el mozo trajo nuestros platos. La presentación era excelente, como me lo había contado Peter. Proseguimos hablando de su actuación, los proyectos que él tendría, los elencos, etc.

- Dejemos de hablar un poco de mí, contame de vos - sugirió y me intimidé- si querés, si te da vergüenza, no - creo que notó mi incomodidad-

- Bueno... - empecé a narrar- 

- Perdón, me acordé de algo - interrumpió- De una dulce voz cantando en el medio del escenario de un teatro - me mordí el labio por vergüenza y para aguantar una carcajada- Una petisa, morocha, muy linda y con una voz preciosa - me miró a los ojos- Ah sí, eras vos - finalmente, reí- ¿Qué onda con el canto? ¿Ensayas? Me imagino que te presentas en castings o algo similar, no? - negué con la cabeza- ¿Cómo que no? Hacelo La - ese "la" me recorrió todo el cuerpo- En serio cantas muy bonito. Igualmente si no te gusta cantar no lo hagas, hace lo que te guste - sonrió- ¿Desde hace cuanto cantas? ¿Tocas algún instrumento? - muchas preguntas. Había dos opciones, uno, estaba nervioso, o dos, le interesaba el tema.

Ese fue nuestro tema en los próximos, más o menos, diez minutos. Hasta que llegó el camarero para retirar los platos ya vacíos y preguntar sobre el postre. Nos dejó las cartas otra vez y notificó que volvería pronto. Empezamos a dudar sobre los riquísimos postres que se encontraban. El mesero preguntó sobre nuestras opciones y se retiró en búsqueda de su preparación.

El tema de conversación cambió nuevamente hacia mí, más personalmente. Charlamos sobre mi familia, cómo estaba integrada, algunos de mis amigos, mis hobbies y demás

Pasamos un buen rato juntos. Luego de pagar nos retiramos para volver a la plaza y despedirnos finalmente. Pero los planes no salieron así, él me sorprendió. 

Enamorada de mi idoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora