Por la presión que Gastón me hizo en la madrugada al llegar a nuestro hotel, tuve que contarle lo que había planeado con Euge y él mismo decidió venir, por lo que le dije a Lali que se sumen sus amigas. Debido a que éramos seis personas, no entraríamos en el auto de cinco lugares, por lo que también pensamos en las posiciones. Yo iba a manejar, Lali iba a ir como mi acompañante, las tres chicas atrás y Gastón en el baúl. Bueno no. Nos direccionamos en dos autos distintos. Una de sus amigas, Lali y yo en un auto y Euge, Gas y su otra amiga en otro. O, si se sentían incómodas, yo iría con Euge y Lali.
Ambos hombres, íbamos vestido de frac y Euge luciendo su belleza como siempre con un vestido negro escotado que llegaba hasta sus pies y acompañada de un saco rojo. Con el nerviosismo que siempre llegaba a mi ser, conduje hasta las Cabañas del Paseo de Yacaratiá, lugar en el que sabía que se alojaban.
Bajé del auto, acomodé mi ropa y esperé, como el día anterior, a que sean las nueve en punto. Mis dos amigos, como niños pequeños, descendieron del coche y se escondieron tras él para darles una sorpresa. Golpeé la puerta con choques seguros. Se escucharon pequeños gritos que me hicieron reír. Esperé hasta que me abrió Lali, tan, o más, hermosa como siempre. Me sonrió, me dio un beso en la mejilla e invitó a sus amigas a salir. Mantuvimos nuestras mirada conectadas mientras nos encaminábamos al auto, pero se desencontraron con el sobresalto que tuvimos, me incluyo aunque lo sabía, al oír un alarido. Gastón y Euge saltaron hacia nosotros a atemorizarnos. Luego de recomponernos, partimos a "Jungle Restaurante" el tercero de mis restaurantes favoritos en la ciudad. Finalmente viajamos como en la segunda opción, Euge Lali y yo, y Gas y ambas amigas.
Las tres invitadas quedaron maravilladas desde el principio con el comedor que elegimos. Verdaderamente era un sector elegante y rústico. Escogimos una mesa de vidrio para seis personas. Se encontraban seis individuales grises a tono con las paredes. Se podía ver, a través del cristal, el precioso jardín que tenía el bar. Tan pronto como nos acomodamos en nuestro lugares, el mozo se acercó. Eugenia pidió un Risotto de zapallo y rúcula, atendiendo su dieta vegetariana. Gastón optó por unos Agnolotis, Cande un Baby beef acompañado con papas, Mery siguió a su amiga. Mientras que mi invitada especial y yo, encargamos unos Mariscos grilled.
Entablamos conversación instantáneamente después de que el mesero se fuera. Mi amiga seguía mi deseo de hacerse amiga de Lali y mi fiel compañero, de centrarse en complacer a las tres invitadas, trabajo duro. Charlábamos de la partida de Gastón hacia New York cuando el rápido camarero, sirvió la comida. Escuchábamos entre bocados una anécdota de Cande junto a ambas amigas.
Debo confesar que toda la cena, en lo único que pensé y lo único que miré fue a Lali, sentada frente a mí. Ver sus ojitos brillosos, la sonrisa resplandeciente que mostraba, su boca al hablar y su pelo con ondas agitarse. Ella notó que la miraba siempre y nuestras miradas se encontraban una y otra vez. Quería estar con ella en medio de la nada y probar su boca. Sólo ella estaba rondando mi mente. Sólo ella me acelera el corazón. Sólo ella hace que mi panza provoque mariposas. Ella y su aura mágica eran el centro de mi atención. Ella y yo en nuestro mundo, todo el día, en todo momento.
Hubo gente que se acercaba a pedir, con respeto y algo de culpa, una foto o autógrafo, así que por esa parte fuimos bastante interrumpidos. En tal punto, la plática se redireccionó a eso: cómo era que te encuentren en cualquier lugar y ser reconocido. Para mi siempre fue una locura, no puedo creer el alcance y apoyo que tengo. Si bien yo me esfuerzo en lo que hago y dejo todo, jamás imaginé el impacto que eso tiene en la gente. Nunca ni siquiera fantaseé con ser un actor, cantante, o cualquier tipo de artista. Yo hasta mis catorce años, soñé con un mundo donde pueda triunfar con mi enorgullecedor deporte, el rugby. Pero desde esa tarde en la playa donde se me acercaron por un casting, mi vida, mi manera de verla, de vivirla, mis metas y mis ocupaciones, cambiaron.
Nos hallábamos hablando de nuestras metas, logros y derrotas cuando se acercaron a cuestionar el postre. Encomendamos una copa helada cada uno. Algo de lo que más me gustaba en este restaurante era el veloz servicio y dedicada atención hacia los clientes. A parte de la especial decoración de todo el sitio.
***Euge y Gastón se habían dirigido directamente al apartamento, mientras que yo me ocupe de que las tres invitadas llegaran bien a casa. Ambas amigas descendieron del coche y Lali se quedó a solas conmigo en el auto, enfrentados. No podía evitar ver sus labios abrirse y cerrarse con cada palabra que articulaba, pero si tuve que contener las ganas de depositar un beso ya que sus amigas observaban desde la puerta de la cabaña.
- Bueno, nos vemos -dijo antes de intentar bajar, pero la tomé del brazo para que no lo haga-
-No te vayas -me miró intrigada, puede ser que se me haya ido la mano- Digo, todavía no te salude -inventé-
-Si, disculpame -se acercó a mí y besó mi mejilla.
-La -la detuve de nuevo- ¿Mañana nos vemos? -sonrió instantáneamente- En un boliche o algo por el estilo? - asintió y me quedé atrapado en sus ojos durante varios segundos, eternidades- Es que, sabes... -inhalé aire- cuando no estoy con vos te echo muy de menos - sus ojos brillaron en la oscuridad de la noche y sus comisuras se elevaron-
-Yo te echo de menos todo el tiempo - respondió e hice su mismo gesto.
Sin pensarlo, dejé un beso en la comisura de su boca luego de acariciar el sector con el pulgar.
-Avísame y arreglamos bien, te quiero, nos vemos -Una puñalada dolía menos al saber que yo la amaba-
-Yo también, besos para todos - le sonreí cuando se bajó del auto.
Una vez sólo, suspiré. Largué todo el peso y nervios que tenía encima. Esperé a que las tres chicas accedieran a su cabaña y partí.
Hoy Lali me dijo que se quedaría sólo dos semanas más. Sólo dos. Mientras que yo iba a pasar las fiestas acá con mis amigos y me alojaría hasta mitades de enero. La iba a extrañar. No omití mostrar mi bajoneada por la nueva información. No podía dejarla ir en tan sólo 13 días.
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Enamorada de mi idolo
Teen FictionMariana Esposito, 20 años. Fan de los Teen Angels y enamorada de uno de los integrantes, su gran ídolo, Peter Lanzani. Su sueño es conocerlo ¿podrá cumplirlo?