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   Tuve que mentirle a Lali. A pesar de que era cierto mi malestar no lo fue el tener que trabajar. Tuve que ponerlo como excusa para poder tener la noche libre y preparar todo lo que quería. Además debía tomar una siesta, para poder aguantar sin dormir en la madrugada.
  
   Le cancelé a Euge la cita con Lali para averiguar sus gustos. Creía que, con las charlas que ya tuvimos, sabía más o menos por donde iba la cosa. Para corroborarlo, hablé con Cande. Le había pedido su número la noche anterior ya que me pareció alguien en quien puedo confiar. Ella me confirmó mis suposiciones y me dió algunos tips más. Así que, sin querer esperar más, chequeé el clima y busqué un lugar para ir. Me faltaba comprar alimentos y una estrategia para llevar a Lali de sorpresa.

   Estaba nervioso, demasiado. No sabía cómo ella iba a tomar esto. Realmente iba a ser una sorpresa. Algo muy alocado se cruzó por mi cabeza y me dió algo de vergüenza tener que pedirselo a Cande, pero lo tuve que hacer. Iba a ser una escena ideal. Discreta como ella lo deseaba. Soñada como yo lo imaginaba.

   Eran las 3:30 de la mañana y comencé mi rumbo hacia las cabañas. Sí, las tres y media, y eso fue lo que tuve pudor de pedirle a Cande. Que esté despierta a esta hora para ayudarme. Mi mente inventaba. Reflexionaba la escena, el qué dirán, si todo saldrá bien, si ella reaccionará enojada, tal vez triste o en uno de los casos alegre. Puede sorprenderse, emocionarse, seguirme la corriente. Pero también puede separarse, querer salir corriendo, desmayarse, asustarse, dudar, enfurecerse. Pero como siempre me dijeron, mejor pensar en positivo.

   Llegué a por allí alrededor de las cuatro. Estando estacionado en la puerta, marqué a Cande, quien me atendió rápidamente y me hizo pasar. Caminábamos sigilosamente y susurramos en vez de hablar. Nadie además de ella sabía, y tampoco quería que lo supiesen. Me indicó nuevamente su habitación y me deseó buena suerte.

   Agradecí al no ver a nadie más que a Lali en el cuarto. Mordí mi labio inferior apreciando como dormía. Desperté rápido de mi estado embobado y me acerqué a ella. Mirándola con ternura, la alcé en mis brazos, pasando uno por debajo de sus rodillas y el otro debajo de sus hombros. Apoyé su cabeza en mi pecho y ella seguía dormida, no puedo creer el sueño profundo que tiene. Realmente no pesaba tanto. Salí dando pasos cautelosos, crucé con Cande, quién apoyó un abrigo sobre ella para taparla del frío y me saludó gestando un beso. En ese momento vi a la alzada abrir sus ojos despacio confundida, le sonreí, me escabullí de la casa y al agradecerle y pedirle disculpas a mi compinche, Lali se sobresaltó. Reí despacio mientras abría la puerta del auto. La senté en el acompañante y abroché su cinturón. Velozmente entré yo también del otro lado. Lali estaba más consciente.

- ¿Qué haces acá? ¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos? ¿Qué hago yo acá?

- Muchas preguntas y ninguna te puedo contestar - arranqué el coche y se acomodó en su asiento

- Decime algo por lo menos

- Te estoy secuestrando. En realidad yo soy una persona mala y cruel que secuestra chicas muy pero muy lindas para que me paguen por ellas. Así gano mi plata - se mordió el labio inferior y supe que aguantaba una carcajada- ¿No me crees? Ya vas a ver lo que te pasa

- No juegues con eso, hay gente que de verdad lo sufre.

- Sí, perdón. Vos lo estás sufriendo ahora, nunca quise llegar a este punto pero vos me obligas - frunció sus cejas mirándome algo asustada y reí- Perdón. No te puedo decir a dónde te llevo. Es una sorpresa.

- Como te gusta eh

- ¿Vos? me encantas - esas palabras salieron sin pensarlo y me arrepentí, pero ella sonrió-

- Yo hablaba de hacer sorpresas pero bueno, como quieras. ¿Qué hora es? -preguntó y bostezó tapándose la boca.

- Las cuatro de la mañana más o menos - Sus ojos parecían platos-

Enamorada de mi idoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora