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Wow, no me di cuenta de esto. Pero confirmé mi suposición. Amanecí con la paz interna de haber dormido en la naturaleza. Desperté gracias a una caricia suave y al calorcito del sol de verano, aunque estaba tapada con un abrigo. Seguía acostada sobre el pecho de Peter y él continuaba abrazándome, y ahora, acariciando mi brazo. Voy a coronar este día como el mejor en todos los tiempos. No sabía qué hora era ya que desde ayer tengo el celular apagado, pero sabía que era temprano, el sol terminaba de salir. Giré mi cabeza y vi sus ojos chinitos sonriéndome.

- Buen día - amplió su sonrisa-

- Hola - me contenté tímida - ¿Sabés que hora es? - gestó un puchero y levantó sus hombros, sonreí de ternura.

- Eso no importa ahora, debe ser temprano. Quedate un rato más -no iba a negarme- No te despertaste antes y te perdiste el amanecer, hermoso

- No más que vos, seguramente - retruqué y suspiró una risa- ¿No te duele toda la espalda al dormir así? - le cuestioné -

- Estoy acostumbrado

- ¿Al dolor de espalda o a dormir así? - reí bajo-

- A las dos - bajó la mirada del cielo a mis ojos y sonrió- Sos linda hasta recién despierta vos eh - me sorprendió

- Habló el más feo, ¿no? - dije sarcástica y rió- Gracias - intenté levantarme y me sostuvo con fuerza para que no lo haga- dale vení, llevame a recorrer la colina esta - frunció el ceño.

- ¿Llevarte a recorrer? Si no hay qué recorrer - eché una carcajada ante su verdad-

- Bueno sí, puede ser. Pero vamos - Lo miré haciendo puchero y sus comisuras se elevaron mientras giró los ojos-

- Vamos - aunque no sonó convencido, festejé por ganar-

Lo primero que hizo al levantarse fue quejarse, como yo predije, del dolor de espalda. Tomó el abrigo con el que me tapó por la noche y se lo colgó del brazo. Su mano vacía la entrelazó conmigo, mientras que yo apoyaba mis tacones que me saqué apenas llegamos. Sentí la humedad del pasto en mis pies y daba pasos lentos disfrutando.
Paseamos entre algunos de los pocos árboles. Aproveché para subirme a uno como un monito, colgando de mis pies de una fuerte rama; él me miraba mordiendo su labio inferior, aguantando la carcajada. Al sentir toda la presión en mi cabeza por estar al revés, me bajé y seguimos un poco más de caminata. Hasta frenar en otro árbol alto, en el que me trepé y senté en el medio del tronco. A pesar de alguna que otra hoja, se podía ver el cielo perfectamente. Lo invité a subir para apreciar esto, pero me dijo un rotundo no, descubrí que fue porque le tenía miedo a las alturas, sonreí al conocerlo un poco más. Descendiendo, él me invitó a hacerme "caballito" sobre sus hombros, me negué al recordar que le dolía la espalda, pero ante su insistencia de que nada pasaría, que pesaba re poquito, acepté. Reímos cuando, apenas me colgué, le tomé la frente y la llevé para atrás con la sensación de caerme. Más segura de mi decisión, le tomé los hombros y él de mis pies.
No se cuanto tiempo pasó, que regresamos al lugar donde habíamos dormido. Recogimos las cosas que habíamos usado y partimos rumbo al aparcamiento en donde estacioné el auto la noche anterior. Ya con nada de vergüenza ante él, empecé a, se podría decir, gritar las canciones que sonaban en la radio. A veces con su voz acompañándome y otras con su sonrisa o risa. Llegamos a pensar una excusa para nuestros amigos, pero la descartamos y ante cualquier pregunta contestaremos tal como fue.
Verdaderamente no quería despedirme de él, la pase muy bien, y se lo dije antes de bajarme de su coche. Con un beso en la mejilla, nos saludamos y él se alejó mientras yo me adentraba en mi auto, o mejor dicho, auto rentado. Fue ahí el primer momento que encendí el móvil. Explotó con sonidos, vibraciones y notificaciones, al ver que eran tantas, lo dejé nuevamente, pero sin antes ver que eran alrededor de las 9 de la mañana, y conduje hacia la cabaña.
Apenas abrí la puerta con mis llaves, mis dos amigas vinieron como flash a colgarse de mí.

- ¡Estás viva! - gritó Mery

- Mariana la puta madre - insultó Cande-

- La próxima vez, avisá que no venís, no llegás o si te pasó algo, porque me asustas y mi responsabilidad es cuidarte especialmente a vos, así que por lo menos a mí mandame mensaje - reprochó la voz de Agustín a lo lejos

- Por lo menos hola, no? - me defendí -

- Si, perdón. Buen día Lali hermosa de mi corazón, chiquita mía - burló-

- Ey, ey, ey, Lali es mía eh - jugó Cande. Agus revoleó los ojos, se dio media vuelta y volvió a su habitación.

- Bueno ahora contá todo, ¿Qué paso?

- Nada - contesté inocente a Mery

- Mira si no va pasar nada Mariana

- En serio

- ¿Qué sería para vos que no pasó nada? - interrogó Cande

- Buena pregunta - respondí rápida- Bueno paren, nos sentamos primero, y mientras desayunamos les cuento, si?

- Candela, urgente, hacele el desayuno a la chica - ordenó Mery señalándome

- Cuatro manos son mejor que dos, ayudame

- Seis son mejor que cuatro, ayuda también Lali - le respondió Mery

Preparamos cafés, jugos de naranja y unos tostados de jamón y queso, también agarramos unas galletas mientras les contaba el inicio de la historia. No hablé tanto con Agustín cerca, porque él era capaz de hablar todo con mis padres antes que yo. Recordé a Anita, lo próximo que haría era hablar con ella. A pesar de mi voz baja al narrar lo sucedido, mis amigas gritaban cada vez que algo chocante pasaba. Igual, no quedaron conformes, pensaron que les había mentido y que lo besé y no conté nada. Lo negué siempre, pero no me creían igualmente. Ese beso no era lo importante al tenerlo a él a mi lado divirtiéndome y hablándome con toda su humildad y bondad.
Luego de terminar eso, fui a cambiar mi ropa, hablar con Ani y con mis padres, ellos eran lo mejor que tenía y no podían faltar. Claramente omití algunos detalles a mis tutores, pero con mi hermana, al ser como íntimas amigas también, conté hasta el mínimo detalle.
Habían pasado menos de dos horas y extrañaba su voz ronca, su risa y su aroma, aunque algo de él me quedó impregnado gracias a la campera con la que me tapé.

Enamorada de mi idoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora