¿Cómo se imaginan a un Peter ebrio? ¿Riéndose de todo, tambaleando, como cualquier persona? Bueno no. Yo ya tenía en claro que él no era una persona simple. En ese estado, se vuelve loco. Loco lindo, más vale. Alguien excitado, con demasiada energía en sí. Hablaba gritando, exagerando, porque hablar gritando es normal en un boliche. Estaba tan alterado, daba mucha gracia verlo así. Bailaba de todo, a toda potencia. Estaba bien hasta que se pasó a la segunda etapa.
En un momento de su efervescencia, fue a la barra, pero no volvió. Fui a examinar qué pasó. Digamos que estaba algo muy furioso. Se encontraba tomando Tequila puro, con sus párpados cerrados por el poder de la bebida. Me miraba y sus ojos ardían, intenté hablarle, pero solo me ignoró y al insistir, ordenó que me fuera. Avisé a Euge para que fuera ella a averiguar si le pasaba algo, ya que tenían más confianza. Pero la observé regresar a los pocos minutos. Decidimos dejarlo solo.
¿Tercera fase? La depresión, el llanto, el bajón. Ni él sabía por qué lo hacía pero sus lágrimas caían y me hacía mal verlo así y, por ese pequeño momento, encima estaba solo. Fui a acompañarlo. Lloró en mi hombro como un nene pequeño. Se aferró a mi, con gran fuerza y deploró en mi pecho. Yo acariciaba su pelo, intentando calmarlo. Al desprenderse de mi cuerpo y notar su mirada triste y mojada, mis ojos se llenaron de lágrimas. Realmente no podía verlo de esta manera. Así que decidí animarlo. De cualquier manera. Lo prefería molesto o agitado, pero triste no.
Al ritmo de Save your Tears, lo saqué a bailar. Primeramente tuve que cargarlo sobre mi cuerpo porque no quería ni moverse. Sus pies se arrastraban por el piso y su cabeza colgaba de mi hombro. Poco a poco, con la llegada de sus amigos, con la música más movida y mi gran esfuerzo para que este bien, se alegró. Me daba tanta felicidad verlo feliz a él. Ver su sonrisa de nuevo, después de haberlo tenido llorando en mi pecho hace no más de veinte minutos.Maldita idea.
Maldita la idea de estar bailando con él, y solo con él.
Nueva noticia. Ya odiaba ese mundo de fama. No entiendo cómo podían meterse en toda su intimidad. Puse mi celular en modo avión antes de que comenzaran a llegar notificaciones de mensajes.
- Estas fotos llegaron hoy por la mañana. Como podemos observar, está el teen Peter Lanzani con la misma chica que la noche anterior; según la información que él nos dijo, era llamada Lali. - explicó Ángel.
Trágame tierra. Menos mal que no dijo mi apellido o ya estaría siendo rastreada.
- Se los ve muy juntitos, bailando, sonriendo, ella incitándolo a bailar. - se mostró una foto en la que yo tomaba sus brazos y los movía. Algo así como lo que dijo. Levantándole el ánimo. - Ya no sé si esto sería muy de amigos - exhaló una risa mientras señalaba cuando Pitt lloró en mi pecho, desde aquel ángulo, la imagen era confusa. Demasiado- Y esta es la que más tierna me pareció. - Se veía muy claro. Mientras él estaba mal, aún sentado, yo levanté las comisuras de sus labios en forma de sonrisa con ayuda de mis dedos índices. Verdaderamente era una escena adorable.
Apagué la televisión sin querer escuchar más y proseguí el horneado de la pizza.
Recibí un mensaje de él. Era un audio.
- Hola La, ¿Cómo andas? -escuché su voz ronca- Yo la verdad que medio mal, bah, bastante mal. Tengo tremenda resaca. Disculpame si anoche te agredí de alguna manera, no fue mi intención. Y también quería disculparme previamente. Por si querés juntarnos hoy... Bueno, primeramente por mi estado y segundo que tengo varias cosas por el trabajo. Espero me entiendas. Si querés, a la noche intercambiamos algunos mensajes. Te quiero, besos.
- No te preocupes Pitt, no hay problema. Gracias por tenerme en cuenta. Espero que te mejores. -contesté rápido y desconecte el teléfono nuevamente.
Luego de almorzar, a las tres de la tarde, llamé a Agus para proseguir la partida de truco que dejamos estancada el día anterior. Pero también tenía que hablar con él. Esperé a que corte el mazo para comenzar la interrogación. Estábamos sentados en la mesa del jardín, no había nadie alrededor, a propósito.
- No hay nadie acá, así que me contas que pasó con Cande. No estuve muy pendiente la verdad
- Y no, si estuviste pendiente de Peter todo el tiempo - dijo como un susurro pero lo escuché- Perdón ¿Qué me decías? - sacudió su cabeza y volvió hacia mí, exhalé una risa.-
- Hablá - insistí seria-
- No, que va a pasar. Soy un boludo. No me animé y ahora me arrepiento. Pero no puedo. Teniéndola en frente. Encima ayer - sus ojos brillaron- estaba hermosa, más que nunca si eso se puede. - repartí las cartas- Mis pies no se mueven, me quedo, uy que malas cartas - tropezó con sus palabras cuando las tomó. Sabía que lo dijo sarcásticamente por su sonrisita- Como te decía, yo ahora que lo pienso, sé que soy un tarado por no hacerlo, pero en el momento te juro que no puedo - tiró un doce de basto a la mesa y contraataqué con el dos de oro. Carta superior por lo que lancé un diez de espadas-
- Eso es algo que pasa comúnmente. Es como que te quedás petrificado, con tu corazón latiendo a gran velocidad y sentís que se te sale. Una respiración agitada. Tus pies adheridos al piso. Admirando la belleza de esa persona, querien...
- Truco - interrumpió mi oración, desafiante. Me quedé pensando que podía tener. Era fácil ganarle a ese diez, pero al tres que me quedaba, algo difícil. Todo puede pasar, sin más me la jugué.
- Quiero - lo observé apoyando un uno de copas. Ganó y levantó las cejas esperando a que canté la siguiente fase y negué-
- Si es como lo querés- disparó su siete de espadas a la pila y golpeé la mesa con un puño sabiendo que triunfó. Anoté sus puntos y recogió el pilón para mezclar- ¿Cómo sabes vos lo que se siente la impotencia de ese momento?
- Experiencia - esperó a que cuente con quién- Con Peter. Imaginate tener a una estrella adelante. No me animo. Las ganas de besarlo las tengo, pero el coraje no. El miedo al rechazo me vence, así que me quedo como amigos.
- Pero eso es diferente. Vos te estás rindiendo. Vos ni lo querés intentar por pánico a que él no lo haya querido. No es por la impotencia o la inmovilidad que te invade. - Dejó la pila para que corte-
- ¿Y vos no sentís miedo? ¿Qué pasa?
- Yo no siento algo. O sea sí. Siento que no puedo. Siento mi corazón acelerado, los pies sin poder moverse. Mi cuerpo no accede, no mis pensamientos o mi terror.
Quedé pensando sus palabras durante gran parte del día. Tenía toda la razón.
Nooo. ¿Por qué ahora me acordé? Habían pasado por lo menos dos horas desde que oí su mensaje de voz. Recordé su "te quiero, besos" Oh dios. No dije nada al respecto. Ya era tarde para cambiar. Muy tarde.
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Enamorada de mi idolo
Novela JuvenilMariana Esposito, 20 años. Fan de los Teen Angels y enamorada de uno de los integrantes, su gran ídolo, Peter Lanzani. Su sueño es conocerlo ¿podrá cumplirlo?