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-Vamonos.

Puse mis ojos en blanco.

-Noah.

-Quiero irme.

-Noah.

-Realmente no quiero estar aquí....ya pasó mucho tiempo vamos.

-Noah.

-Vamos -se paro de la banca de golpe y justo cuando estaba por comenzar  a irse le tomé del brazo y lo empuje para que se vuelva a sentar

-Quédate quieto-le amenace. Le sonríe a una mujer que paso por nuestro lado justo en ese momento y trate de disimular nuestra discusión-Acabamos de llegar ,ten un poco de paciencia -le susurre.

-No quiero estar aquí.

No sabia cuantas veces había repetido eso desde que llegamos. Hace dos días Rebeka se había comunicado conmigo para decirme que sus terapias en grupo de ayuda empezaría esa semana y mi calma mental se fue al pique.

Noah obviamente no quería hacerlo pero si no lo llevaba, aunque sea obligándolo, perdería mi trabajo. Y no lo iba a hacer por capricho así que lo arrastre hasta aquí. Básicamente le mentí diciendo que iríamos al supermercado pero me descubrió cuando salimos del barrio privado. Por suerte no era tan suicida como para tirarse en un auto en movimiento pero su humor fue al declive.

Sinceramente a mi tampoco me gustaba estar allí. Era un hospital, y no me gustaban los hospitales,    tuvimos que subir al piso de psiquiatría y en ese momento estábamos en un pasillo totalmente desierto que cada cierto tiempo pasaba algún que otro enfermero junto a un paciente y nos miraban; cosa que me hacia sentir incomoda.

-Es una estupidez estas terapias de grupo no funcionan -se quejo nuevamente Noah a mi lado.

-Perdón si confío más en el criterio de una profesional que estudio y se especializo en estos caso que en el tuyo.

Noah puso los ojos en blanco y se desparramo en la silla -quiero fumar.

-Esta prohibido.

Largo un quejido. Estaba actuando como un niño.

La puerta adelante nuestra se abrió y la misma mujer que antes nos pidió que esperaremos allí salio.

-¿Noah? -lo llamo con amabilidad. Le mostró sus dientes blancos - Puedes pasar ya casi empezamos.

-¿Puede venir ella? -su pregunta me sorprendió. Me miraba a mi.

-¿Es tu primera vez? -le preguntó. A lo que él asintio. Ella le sonrió- Claro pero no puede quedarse, la sesiones son privadas y muchos de los pacientes no se sienten cómodos cuando viene alguien extraño.

-Si entiendo -le dije -solo lo acompañaré hasta que empiece la sesión.

La mujer asintio y nos dejo pasar.

Era un lugar grande y amplio. Todo estaba muy limpio y ordenado.

Había varias mesas con juegos en ella como para pasar el rato. En el centro estaba formado un redondo con sillas, la mayoría de ellas estaban ocupados por personas.

Y todas tenían la misma cara de felicidad que Noah. Algunos también habían venido con sus acompañantes, eso me hizo sentir mejor.

La mujer que nos atendió primero iba vestida con ropa de hospital y dentro había otras igual que ella que se paseaban por el salón o hablaban con los pacientes. Todas tenían una sonrisa.

NoahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora