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Nos quedamos unos días más de la cuenta en el campo, y luego esos días se convirtieron en semanas.

El padre de Noah decidió volver a trabajar pero venia los fines de semana y Rebeka pidió vacaciones y se quedó con nosotros, dicho con sus propias palabras hacia mucho no pasaban tanto tiempo allí y le gustaba estar.

El siguiente día de la fiesta la pasamos nuevamente con Lizbeth en su casa almorzando con algunos familiares, aunque sin duda éramos menos que el dia anterior. Comimos en el inmenso patio trasero con el sol acariciendonos y los pájaros cantando. Fue muy agradable, más que nada porque me sentía más suelta y cómoda. Estuvimos hasta la tarde, casi anochecer allí, cambiamos el lomo y las papas del almuerzo por el café y galletas, el vino aún seguía presente y parecía no acabarse.

Sonreí de orgullo cuando el tío de Noah, algo borracho ya, le ofreció una copa pero él lo rechazo. Le bese como recompensa. De hecho nos escabullimos por la casa de Lizbeth, fingiendo que Noah me mostraba la casa y los recuerdos que guardaba solo para tener un tiempo a solas y besarnos apasionadamente, o al menos hasta que alguien nos interrumpía.

Los siguientes días fue muy bello, incluso me olvidé de la catástrofe que tendría que afrontar al llegar a la capital. Sinceramente a veces pensaba en eso, me ponía triste y ansiosa a la vez. Pero luego todo se disipada cuando Noah venía hacia mi y me abrazaba, caminábamos por el campo, nos quedábamos hasta tarde viendo el amanecer, observábamos el bello paisaje que nos ofrecía el campo, podia jurar que el cielo pintaba colores diferentes en ese lugar. Veía tonos rosas, amarillos, naranjas. Era literalmente una obra de arte. Noah solía sacarle fotos para pintarlos después.

Estábamos viviendo una especie de luna de miel. Es un poco loco decirlo, pero me sentía así, de hecho habia días que ni siquiera nos cruzábamos con nadie más, solo nosotros, haciendo nuestras vidas en aquella alejada y hermosa casa.

Hacíamos diferentes tiempo de actividades durante esas semanas, salimos a pasear,  recorrer a los alrededores, la casa daba hacia un lago bastante extenso, un día fuimos a pasear en lancha, tenían moto de agua, y me caí una y otra vez cuando intente  wakeboard. Pero también había días que no hacíamos absolutamente y yo lo tomaba como una actividad también. Como hacíamos una cosa diferente cada día no me extraño que me despertara un día con el desayuno en la cama y me dijera que me preparará.

Hizo que desayune rápido y me ponga ropa ligera porque haríamos algo. Me inquieto no saber exactamente que, pero se le notaba entusiasmado y su buena energía me contagio. Para mi sorpresa a la hora ya estábamos montados en el auto viajando. ¿A dónde? No lo sabía. Intente todo el camino persuadirlo para que me diga pero no podía. Ese chico era inquebrantable. Cuando me cansé de intentarlo comencé a disfrutar del pequeño viaje, la carretera estaba rodeado de trigo o  bellas flores, nuestro viaje fue acompañado de música que cantamos a todo pulmón hasta que llegamos a nuestro destino. Y he de decir, que me sorprendió.

Estábamos en una playa. Una hermosa y bella playa. Mire a Noah esperando una explicación de que hacíamos allí pero solo se quedó en silencio.

-¿Por que no me dijiste podría haber traído bañador ? -pero luego me di cuenta que no tenia bañador, eso aun seguía en mi antigua casa pero no dije nada.

-No nos meteremos. O bueno, tal vez luego. Ahora quiero darte una sorpresa- saco un pañuelo de su bolsillo y se aproximó a mi -Cierra los ojos.

-Me das miedo.

Río- cierralos. Es una sorpresa.

-Bien - cerré los ojos solo porque estaba impaciente en saber de que se trataba. Mi visión pronto fue tapada y para mi mala suerte, no pude espiar por ningún lado porque lo había tapado bien.

NoahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora