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Mis recuerdos son confusos.

Hay veces donde recuerdo que el trayecto fue eterno, otras que llegué rápido. Nerviosa todo el camino, temblando de miedo, o tranquila haciendo ejercicios de relajación guardando la compostura.

Sinceramente no lo recuerdo.

Pero ese momento podría categorizarse como uno de los momento donde mi vida como la conocí se iba derrumbando.

Las lágrimas empañaron mi visión durante todo el trayecto, pero solo unas pocas lograron caer. Me autoconvenci de ser fuerte aunque no supiera que hacer, aunque me sentía sola sin rumbo; sin amigas, lejos de casa, y pronto sin el hombre con el que había compartido mi vida durante años.

Cuando aparque mi auto frente a la casa como siempre vi que las luces estaban prendias, el auto de Derek estaba estacionado junto a una camioneta que conocía muy bien, e incluso le acompañe a la dueña a comprarlo hace unos años. No era algo que esperaba, y solo hizo que mis piernas temblaran más, pero una parte de mi agradecio no tener que enfrentar sola a Derek aún.

Un poco más de tiempo me vendía bien aunque no supiera que decirle.

Durante años, cada vez que entraba a esa casa, sentía paz, nunca pensé volver a sentir una casa como un hogar luego de haber dejado el mío, sin embargo Derek hizo que pudiera tener otro lugar donde me sintiera segura y amada con bellos recuerdos. Eligió la casa en un barrio tranquilo, era espaciada y al principio pensé que era demasiado grande para nosotros dos pero de apoco me di cuenta que era perfecto, tenia un hermoso patio que Derek se encargo de plantar todo tipo de flores que siempre eran temas de alabanzas por los invitados. Eligió una casa donde la luz solar entraba en cada rincón y hacia brillar las paredes blancas, porque amaba el sol, solía tomar una taza de café mirando hacia el patio con el sol en mi piel hasta que un día me desperté con un pequeño sillón blanco en un rincón de la sala donde más pegaba el sol y tenía una vista parcial al patio.

Derek tenía esos detalles, hizo todo lo posible para que yo me sintiera cómoda en una nueva vida que me ofrecía; decore toda la casa a mi gustó, equipe la cocina con todo los utensilios que quiera para mí hobbie que era cocinar, recorrimos todo el territorio viajando los fines de semanas. Plasmamos en las paredes las fotografías de nuestras aventuras.

Y sin embargo, en es momento, cuando entre, sentía un aire tan frío en aquel lugar que siempre era cálido.

Derek estaba dentro sentando en el sillón que yo misma había comprado ni bien nos mudamos y tenia la manga que nos tejió mi madre. Su rostro estaba sin ninguna expresión y parecía apunto de desmayarse, ni siquiera me miro cuando abrí la puerta. No estaba solo, Sara y su marido estaban con él.

Ella me dio una mirada que sentí que me apuñaló y no se alejaba de mi. La tensión en el ambiente fue tanta que su marido se aclaró la carganta. Se levantó a lado de Derek y le palmeo la espalda en una señal de apoyo.

-Creo que nosotros nos vamos -dijo. Y como Noah y Spencer, me dio una mirada de lástima. Al menos en ese momento no me estaba odiando como su mujer.

Sara dejo de mirarme mal solo para agacharse a Derek y besarle en la mejilla para despedirse- Estamos aquí para lo que necesites.

No voy a mentir, sentía mucho enojo con ella en ese tiempo, de echo, hasta el día de hoy pensé que actuaría de otra manera, pero no fue así. Quise gritarle que se fuera y dejara de meterse en asuntos que no le incunvian. Y mientras mi molestia hacia ella crecía también la decepción, nunca pensé que se comportaría de esa forma conmigo ni que me miraría como lo hizo; como si fuera la peor persona del mundo.

NoahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora