Capítulo 19

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Departamento de Julián


Victoria estaba recostada en la cama de Julián, había tenido una crisis nerviosa y luego se había desmayado. Helena había llegado con María momentos después que había caído inconsciente. La niña no había visto a su madre, pero preguntaba constantemente por ella porque notaba que para esa hora ya debían estar juntas. Después de llorar un poco, comió y se quedó dormida, así que la instalaron en el cuarto de huéspedes.

Julián y Helena estaban sentados frente a la cama, esperando pacientemente que Victoria despertara. Él había hecho unas cuantas llamadas que no podían esperar, ella tenía que despertar y aclararle todo lo que no había podido decirle en su crisis nerviosa.

- No puedo creer que esto esté pasado. ¿Qué vamos a hacer?

- Por ahora, esperar a que despierte y pueda decirme qué pasó.

- Si mató a alguien... - Helena intentó imaginarse un escenario donde no saliera todo mal, pero no le fue fácil.

- Yo no voy a abandonarla.- aseguró acariciando la mejilla de Victoria - Estoy seguro que lo que sucedió no fue su culpa.

-          Pienso igual

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- Pienso igual. – Dijo mirándola con cierta angustia – Ya pasado mucho tiempo, ¿no deberíamos llamar a un médico? Quizás a Heriberto... - Victoria gimió en ese momento y se movió en la cama, entonces sus amigos se acercaron a ella rápidamente.

- Victoria... - Ella abrió los ojos y miró a Julián extrañada. - ¿Cómo te sientes? – de pronto, como si recordara, se sentó rápido y en el movimiento se mareó. – Eh... está bien, te desmayaste.

- María... - dijo al ver a Helena

- Está en la habitación de al lado, durmiendo. – Victoria suspiró con fuerza.

- ¿Qué sucedió Victoria? – Julián se sentó a su lado tomándole las manos y ella comenzó a relatar el asunto entre nuevos sollozos.

Victoria tuvo que tomarse un té para relajarse después de haber contado su historia. No solo había abordado el tema del asesinato de Benjamín, sino también las amenazas de Rómulo de hacerla su esposa quisiera o no. Tampoco quedó fuera la reacción de Heriberto a su verdad, lo que terminó por acabar con sus energías.

Julián respiró hondo cuando la conversación terminó y al instante salió para hacer unas llamadas. Helena escuchó el llanto de María en la habitación contigua y se levantó para atenderla, pero Victoria la sostuvo para ir ella misma.

Al entrar en la habitación, encontró a la niña llorando sobre la cama y apenas vio a su madre extendió sus brazos para ser consolada. Victoria sentía que se le habían acabado las fuerzas para sostener a alguien más, cuando ella misma no veía salida a su angustia. Sin embargo, apenas abrazó a su hija sintió una calma única que se mezclaba con su inquietud.

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