Capítulo 36

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Victoria caminó por un largo y lujoso pasillo del Hotel The St. Regis, sentía un nudo en el estómago, quizás echaría afuera lo que había comido ese día, apenas tuviera oportunidad. Se sentía como cuando era una adolescente y se vio arrastrada al horrible mundo de donde pensó que jamás saldría. Había ganado de nuevo la infamia, había de nuevo socavado su dignidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que no salieron por puro milagro.

Desde que se bajó de su coche, miles de pensamientos y preguntas inquietantes la asaltaron... ¿Qué necesidad había de que ella tuviera que aguantar todo esto una vez más? ¿Qué derecho tenía Ángel Luis Robles de convertirse en una copia de Rómulo Ancira? ¿Cómo osaban tratarla así cuando ella nunca lo mereció? ¿Algún día podría vivir en paz?

Se detuvo frente a la puerta del cuarto donde la esperaba Ángel Luis, empuñó con fuerzas sus manos, era tan injusto... Esa era su única salida, volver a interpretar el papel que odió por tantos años. No llevaba su peluca rubia de antaño, pero una fría sensación le anunció que había dejado de ser Victoria para volver a ser Ámbar.

El suave golpeteo en la puerta le hizo saber que ya estaba allí, observó su costoso rolex y sonrió.

- Puntual... - Ángel Luis se acomodó la corbata y se sacudió el saco, preparándose para lo que sería una inolvidable velada.

Contuvo la necesidad de correr a abrir la puerta pues en sus venas, un turbulento flujo de sangre se había desatado. Pero no... esa noche era él quien iba al mando. La oyó tocar de nuevo e inhaló con fuerza como si de esa manera pudiera oler su perfume, ese que tanto le obsesionó cuando le visitaba una y otra vez en el Bar Mis Joyas. Finalmente se decidió a abrir la puerta y tuvo que contener su excitación al verla frente a él, más hermosa que nunca.

- Victoria... - Dijo con una voz ronca que le erizó la piel, pero no como cuando reaccionaba a la voz de Heriberto con un erizamiento sensual, sino como si un aire siniestro le enfriara su cuerpo, anunciándole que estaba en peligro. – Es un placer volver a verte. Entra... estaba esperándote.

Sin poder decir media palabra, Victoria entró a la habitación lujosa del hotel. No se parecía en nada al recinto donde dedicó tanto tiempo a complacer la vista de los hombres, pero se sentía igual de sucio. Dio unos pasos y el contoneo de sus caderas hizo que Angel Luis se sintiera cada vez más excitado.

Ella vestía con una falta corta ceñida al cuerpo, que resalta la sinuosidad de sus curvas. Una camisa color vino ajustada y un cinturón que estilizaba su figura, además de una chaqueta de cuero marrón. Su cabello suelto en ondas y un maquillaje sutil complementaban su apariencia, dándole un aspecto refinado y sensual a la vez. Victoria se dio la vuelta y lo miró un instante con la barbilla ligeramente elevada, como si lo retara... y él estaba dispuesto a correr cualquier riesgo con esa mujer que lo volvía loco.

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- Debo confesar que esta nueva apariencia tuya, es mucho más excitante que la que tenías cuando te presentabas rubia como Ámbar. – Ángel Luis caminó a su alrededor, observando cada curva – Si... mucho más sexy. ¿Quieres tomar algo?

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