Capítulo 15

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- ¡Hola!

- ¿Tú qué haces aquí? – preguntó en tono seco Victoria

- Yo... - El hombre no pudo comenzar su explicación, pues se vio interrumpido por un gritito infantil.

- Fedeeee – María se acercó corriendo y se abrazó a las piernas del recién llegado. Victoria miró a su hija y apretó los dientes con fuerza. Federico se arrodilló frente a la pequeña con ojos iluminados y sin dejar de mirarla entonces respondió a la pregunta de Victoria.

- Vine a verte. – Victoria se tensó al ver la reacción de Salazar. Él miraba a María con curiosidad infinita y aunque quisiera desechar alguna cualidad positiva de ese hombre, la estaba mirando con ternura. - ¿Cómo has estado?

- Bien. Pero no viniste y Papá Oso tampoco. – Salazar miró el puchero de María y quiso borrarlo inmediatamente, carraspeó para deshacerse de la sensación extraña que se alojó en su pecho.

- ¿Qué haces aquí Salazar? – insistió Victoria, para romper esa conexión entre Salazar y María, que estaba comenzando a inquietarla. El aludido se irguió de nuevo y la miró un instante antes de hablar.

-          Necesitaba ver a tu hija

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- Necesitaba ver a tu hija.

- ¿Por qué?

- No lo sé. – Victoria frunció el ceño y notó que los ojos azules de Salazar se mostraban confuso, lo que indicaba que él mismo no comprendía esa necesidad. María agarró la mano a Salazar y lo jaló con fuerza para hacerlo entrar a la casa. Esa acción lo tomó por sorpresa y trastabilló, quedando pegado a Victoria que no se había movido, así que quedaron muy cerca y él dijo con voz suave- ¿Me dejas entrar?

Victoria se quedó un instante mirando a Salazar, creando una excusa para no dejarle entrar. Pero su hija acabó con sus dudas, cuando se acercó a ella y le empujó con toda la fuerza que tenían sus 4 años.

- Mamá, deja entrar a Fede – dijo con esfuerzo al tratar de quitarla y jalar al mismo tiempo a Salazar. – Soltando un suspiro se quitó, y observó como María conducía Salazar hasta su rincón de juegos. Cerró la puerta con suavidad y se apoyó en ella, sin dejar de mirarlo con desconfianza. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué se comportaba así? – Mira, este es Doctor Oso, es el hijo de Papá Oso y está triste porque no ha venido a vernos. – Salazar tomó el oso blanco con cuidado y después miró a María.

- ¿Eso te pone triste a ti? – la niña asintió y ladeó la cabeza.

- Pero me alegra que vinieras Fede – Salazar sintió como si una opresión en el pecho quisiera acabar con él. María frunció el ceño al percibir que su declaración parecía no ser bien recibida

- A mí también me alegra haber venido – le dijo en un susurro y María sonrió dejando ver un hoyuelo en su mejilla. Quizás ahí se enamoró Salazar.

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