Capítulo 8

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Victoria estaba azorada, había firmado los papeles del alta, dejando sus datos para que fue cobrada su factura, que dicho sea de paso supondría más grilletes para ella. Sin embargo, nada le preocupaba más que encontrarse de nuevo con Heriberto, y tener que mirar su rostro después del incómodo, pero satisfactorio, momento de la noche anterior.

Su conversación después del beso no pudo continuar porque una enfermera solicitó la presencia de Heriberto de manera urgente. No volvió a verlo y esa mañana que había recibido el alta médica por parte del médico encargado, ni siquiera se había atrevido a preguntar la razón por la que el mismo Heriberto no había ido a revisar a María.

La niña se quejó cuando sintió que su madre avanzaba demasiado rápido para sus pequeños pies. Entonces, Victoria se volvió a ella y se arrodilló para disculparse.

- Mamá tiene prisa, ¿quieres que te cargue para que avancemos más rápido? – además de querer salir del hospital, iba a llegar tarde al taller.

- Quiero ver a Papá Oso – refunfuñó y Victoria quiso resoplar, pues en el fondo ella también habría querido verlo.

- Pues no se va a poder. – dijo tratando de ser firme, tomó de nuevo su bolso y se irguió para continuar avanzando, con una María no tan dispuesta.

- Doctor Oso va a sentirse muy triste por tu culpa mamá.

- Pues bienvenido al club, Doctor Oso.

- ¿Qué club? - Victoria habría reído de tener mejor ánimo, pero no pudo más que continuar avanzando, al salir del hospital el viento de la mañana sacudió su cabello y tuvo que detenerse para soltar la mano de María y acomodarlo para mejorar su campo visual. 

Craso error soltar a su hija, quien corrió en dirección de una persona que salía corriendo del hospital

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Craso error soltar a su hija, quien corrió en dirección de una persona que salía corriendo del hospital.

- Papá Oso – le gritó lanzándose en sus brazos y él la alzó apenas llegó hasta él. Victoria lo miró desde su posición sin moverse un milímetro.

- Hola princesita, ¿te ibas sin despedirte?

- Le dije a mamá, pero camina muy rápido. – Heriberto le guiñó un ojo a la niña y después dirigió su atención a la madre, a la vez que daba unos cuantos pasos hacia ella.

- Hola... - dijo con voz ronca que le envió una sacudida por toda la columna vertebral, pues recordó su beso con cada sílaba.

- Hola – le respondió y al sentir que la mirada de Heriberto era muy intensa, optó por la vía más fácil – María, no vuelvas a hacer eso; no debes correr lejos de mí.

- Pero mamá...

- Pero nada – le reprendió y la tomó de los brazos del médico para bajarla al suelo y enfrentarla desde la posición de la niña – Puede ocurrir un accidente si haces eso, o quizás alguien desconocido pueda llevarte lejos de mí. ¿Entiendes que lo que digo es por tu bien?– la niña asintió.

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